sábado, 8 de marzo de 2014

RAÚL

Casi al momento de quedar embarazada de ti lo supe, sentí que mi cuerpo estaba experimentando cambios y eso que todavía no había tenido la primera falta.
Al contrario de Enrique que se hizo esperar para llegar a nuestras vidas, tú en un fin  de semana que papá vino a Madrid desde el Puerto donde seguía trabajando fuiste engendrado.
Unas horas antes papá y yo habíamos hablado y deseábamos tener más hijos, pero estábamos preocupados ya que para que llegara tu hermano había transcurrido bastante tiempo desde que nos lo propusimos.



Papá volvió al Puerto y yo le comunique que intuía que estaba embarazada, sentía algo especial, que solo lo había sentido en el embarazo de tu hermano, papá me dijo que no podía ser, que esperara a que pasaran más días y que no me hiciera ilusiones tan pronto.
Pero yo ya te sentía, sabía que mi cuerpo se estaba acomodando para que tú te encontraras bien dentro de mi vientre.               




Papá llegó y junto los dos, ilusionados y ansiosos compramos un  Predictor, papá bromista no me dejaba verlo y me lo enseñaba de lejos y lo volvía a esconder, pero yo no necesitaba la confirmación, aun cuando eras más pequeño que un grano de arroz  te sentía como carne de mi carne y sangre de mi sangre y tu presencia dentro de mí ya la notaba, efectivamente al fin papá me mostró el predictor y daba positivo.


Para una madre cada hijo es especial, el llevarte en mi vientre me hizo la mujer más feliz del mundo, en los primeros meses de gestación tuvimos problemas al coger tu hermano la rubéola, tu padre y yo pasamos muy malos momentos ya que yo no sabía si había pasado esa enfermedad y mi madre ya no se encontraba junto a mí para decírmelo. Esto me hizo quererte aún más, cada día que iba al médico para que comprobara mis ganglios rezaba para que todo estuviera bien.



Al fin pasaron unos cuarenta días y pudimos respirar tranquilos, yo no había cogido la rubéola y tú estabas sano.

¿Sabes lo que una madre puede sentir solo con pensar que la vida que lleva en su vientre pueda ser dañada? Esto hizo que aún fuera más fuerte el lazo que te unía a mí y las emociones que sentía cada vez que tumbada en la camilla del ginecólogo escuchaba tu corazón, entonces las lágrimas me salían, pero no eran de pena, eran de felicidad. Un hijo deseado, desde el primer día que es engendrado solo trasmite gozo, ternura, felicidad, y eso fue lo que tú nos trasmitías.


 
Yo una pequeña mujer, en mi vientre llevaba vida, era una, pero era dos, dos corazones latiendo juntos, el tuyo fuerte, rápido, con mucha vida y el mio más despacio, calmado, dulce, transmitiéndote mi amor.
La palabras que pudieran transmitir esos sentimientos todavía no se han inventado y no se han inventado, ya que son eso, sentimientos y es imposible escribirlos en un papel, solo se que me sentía como elevada,con un bienestar y placer y que deseaba que pronto llegará el día que te tuviese en mis brazos.

Y ese día llegó, fue Domingo, no tardaste mucho en llegar a la vida, en unas horas estabas encima de mi pecho, aún todavía sin lavar, no puedes imaginarte la emoción que pude sentir cuando a ti desnudo te pusieron sobre mi pecho también desnudo, piel sobre piel, ese momento es el más maravilloso que se puede vivir, es tan emocionante, tan tierno, ¿sabes lo que es sentir tu piel en contacto con la mía? es sentir una explosión de todo tu ser hacía tu hijo, querer abrazarle siempre, protegerle, cogerle de su manita y no separarte nunca, dar tu vida por él.



También disfruté, aunque fue poco tiempo, el darte el pecho, ya que tu no mamabas y se me retiró la leche, pero eso es otra experiencia maravillosa que solo las mujeres podemos disfrutar, poder amamantar a tu hijo, que de tu pecho salga el alimento que le nutra, que le haga crecer, sentir esa comunión entre dos que han sido uno y que pese a que el cordón que los unía ha sido roto, siempre les unirá.

Hijo hoy es tu cumpleaños, todavía estoy aquí, mi amor es incondicional, tu madre siempre estará para ti siempre que quieras o me necesites, en todo tiempo y espacio, perdóname si en mi afán de protegerte algunas veces me he equivocado, pero te aseguro que solo me ha llevado el amor  que te tengo.
Cuando ya no esté, recuerda que tu madre donde me encuentre siempre, siempre, te ha amado y te amará.

¡Felicidades para ahora y para siempre!

LA AUTORA

LA AUTORA