
Era una tarde calurosa de finales de Junio, una muchacha
rubia no muy alta y delgada apartó una
silla que la molestaba para poder acceder a la mesa donde la esperaban sus
amigas, mesa junto a la pista de baile de una discoteca-jardín en el centro de
una gran ciudad.
Mientras la muchacha se apuraba por llegar con sus amigas no se apercibió que unos ojos verdes
seguían sus movimientos con gran atención…se trataba de un joven de la
misma edad de estatura mediana, delgado, ligeramente musculoso, de cara agradable y preciosos ojos que algunas
veces eran verdes intensos y otras mutaban a miel con ligeros toques verdosos.
El siguió mirando a la muchacha cuando se sentó en su silla y la admiró con la
tranquilidad de no ser observado por nadie.
Todo lo que vio de ella le gustó, su cabello teñido era tan
rubio que al sol parecía blanco, en contraste su piel estaba muy broceada por el sol, su cara sin ser bella
era muy agradable y sus ojos no muy
grandes eran muy vivaces y expresivos.. .
Bajó un poco su mirada y la fijó en el
vestido azul claro ligeramente ajustado con gran escote, que dejaba ver parte del de los senos de la muchacha,
estos eran firmes y turgentes y de justa medida. Por su espalda corrió un
escalofrío y su joven cuerpo respondió a la llamada que recibía desde donde se
encontraba ella.
En aquel mismo momento decidió que haría hasta lo imposible,
para que ella llegara a ser suya.
La suerte estuvo de su parte, resuelto decidió sacarla a
bailar, pero lo que no sabía es que ella no tenía ninguna gana de hacerlo, pero
un fastidioso rayo de sol la estaba molestando y como pronto se retiraría, cuando
él muy decidido y amable decidió invitarla a bailar, la muchacha en un impulso
salió a la pista de baile con él. Más tarde volvería con sus amigas cuando el sol declinara.
Pero aquella tarde fue mágica, desde que se tomaron de las
manos sus jóvenes cuerpos sintieron algo
muy especial, se acoplaban al sonido de la melodía y se atraían como un imán,
parecía como si se hubieran estado esperando el uno al otro, se complementaban en todo y pronto dejaron de notar que las melodías terminaban y se sucedían . Su
conversación se prolongaba sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor.
Puede decirse que este amor fue un flechazo
Así fue como comenzó
una historia de amor que duró 43 años y que aun, sigue ya que hasta que yo muera
y mas allá nunca acabará.
No hay nada más amargo y triste que saber que te perdí.