jueves, 31 de diciembre de 2009
LA MÁS BELLA
Era muy afortunada, desde que vio la luz en una aristocrática y hermosa mansión todo habían sido privilegios, desde donde moraba se podía contemplar los hermosos jardines con las plantas más exótica dispuestas en caprichosas formas y combinaciones de colores. Sus fuentes con esculturas de dioses y toda clase de animales en perfecta composición, de donde manaba agua que llenaba preciosas piletas llenas de nenúfares. Lagos de un increible color azúl donde se paseaban cisnes altivos, donde se reflejaban inmensos y raros arboles traídos en barcos que surcaron los mares hasta llegar al más recondito país en busca de el más bello y desconocido. Arriates con primorosas formas .Un precioso laberinto que llevo años su bella ejecución y que una vez terminado eran muy pocos los que se aventuraban por él.
Allí se internaban el príncipe y sus invitados jugando e intentando encontrar el camino a la salida. Sus risas inundaban todo el jardín y llegaban hasta el palacio. Pero de no estar atentos sus constructores, nunca hubieran salido de aquél perfecto laberinto
Preciosas bancadas de lujuriosas plantas, de colores jamás soñados, junto a majestuosas escaleras, le hacían un lugar único, maravilloso.
Montañas de flores blancas semejaban las cumbres de un paisaje nevado.
Faisanes y pavos reales se paseaban y daban más explendor, si esto pudiera ser, al jardin.
Su aroma podría ser la envidia del más exigente perfumista, la mezcla de aquella flores y plantas exoticas, escogidas allí donde nacián , ya fuera en altas e innaccesibles montañas, como en profundas y peligrosas simas. Las pequeñas perlas de agua sobre ellas y el suave viento, producía un olor delicado y embriagante que solo la perfecta conjunción de flores y plantas del jardin podia dar. Pasear por él al arrullo del sonido de las fuentes, envueltos en la fragancia que desprendía ,era lo más parecido a un paseo por el cielo.
Dicen que en dias de primavera cuando el jardín llegaba a todo su explendor su fragancia se expandía por pueblos y ciudades haciendose notar hasta el último y escondido lugar del reino.
Todo como en un hermoso cuento se complementaba para hacer del jardín el más bello que nunca nadie pudiera haber soñado.
Dicen que en la antigüedad Nabucodonosor II rey de Caldea mandó construir a orillas del rió Eufrates para su bella esposa Amytis, unos jardines colgantes que le recordaran las floridas montañas de su tierra natal y mitigaran su pena. Fueron el asombro y la maravilla de todo el mundo por siglos y siglos.
Pero para Ella, la más bella entre las bellas, aquella a la que todo el mundo admiraba, ¡ la única!..,los jardines que el príncipe Alí había mandado construir para su bella prometida, eran los mejores. Despreciaba a los que hablando en voz baja los comparaban con los de Naboconodosor II. ¡Jamás ha habido, ni habrá cosa mas bella que los jardines del principe Alí!
Su soberbia la hacía no estar junto a sus compañeras, las consideraba inferiores, mediocres, todas recibían por igual los mimos y cuidados, eran consideradas como verdaderas reinas, cada día, servidores del príncipe Alí les procuraban lo mejor, cuidaban de ellas, sin omitir ningún detalle.
Algunas compañeras parecían que no querían mostrarse, buscaban el lugar menos expuesto a los demás. Se escondian de las miradas. Ella sabía que era porqué no se sentían bellas. No podián competir y eso las hacía no acercarse mucho.
Pero su belleza era imponderable, quería mostrarla a todo el mundo, quería que la valoraran en todo su esplendor.
Muchas veces al pasar por su lado escuchaba comentarios de personas que quedaban hechizados por su extrema y singular delicadeza de sus perfectas formas.
Siempre erguida y orgullosa... sola, en el lugar perfecto para ser admirada.
Dos sirvientes del príncipe se aproximaban hacía ella.
¡Mirad...mirad ...contemplar mi belleza!...
Sintió un gran desgarro en su bello , fino y esbelto tallo.
Uno de los sirvientes blandiendo unas grandes tijeras lo cortaba.
Solo tuvo tiempo para clavar al intruso una de sus espinas.
Una gota de sangre cayó al suelo junto con la savia de su vida
-¡ Maldita rosa, me ha clavado una espina!
-El príncipe Alí me mandó cortar la más bella rosa del jardín para su prometida.
¡ Esta es!
lunes, 28 de diciembre de 2009
NUEVAS TECNOLOGIAS
miércoles, 23 de diciembre de 2009
FIESTAS NAVIDEÑAS
domingo, 20 de diciembre de 2009
ALBERGUE RURAL
Las paredes con enormes cicatrices por donde se podían ver aún pequeños enseres abandonados por sus dueños. Invadidas por plantas, que mecidas por el viento sus sombras tomaban formas fantasmales, plantas que eran junto con los numerosos roedores, insectos y culebras los únicos habitantes. En sus calles también tomadas por malas hierbas se podía escuchar el sonido del silencio, solamente roto algunas veces por crujidos provenientes de las casas, como si ellas quisieran contar alguna historia que solo ellas sabían. Algún viajero que se había aventurado, deambulando por allí, al sentir estos crujidos en medio del denso silencio un gran miedo les había caladado dentro de ellos los que les hacía abandonar con ligereza la visita del lugar.
Llamaba la atención la falta de aves, ningún pájaro se posaba sobre la vegetación ni volaban por sus cielos. Por eso pasear por aquellas calles con ese silencio denso, inquietante, enervaba los nervios de los pocos que se aventuraban por el pueblo. Nadie sabía la razón del abandono, algunos supusieron que sus moradores marcharon a buscar una vida mejor en grandes ciudades.
Después de muchos viajes buscando donde llevar acabo su idea, dieron con el pueblo. Junto con el pueblo también compraron una gran extensión de tierras circundantes. El precio que pagaron fue muy bajo, pero las obras a realizar eran cuantiosas y se llevarían todo el dinero del que disponían.
La reconstrucción fue rápida, solamente surgieron algunos problemas en los suministros de los materiales necesario ya que el camino que llevaba al pueblo estaba tomado por la vegetación.
Una vez limpia y asfaltada la carretera todo marchó según lo previsto.
Pasado dos años la fisonomía del pueblo y sus alrededores cambió radicalmente, donde antes solo había pedruscos y malas hierbas ahora un paisaje de bellos caminos bordeados de vallas de maderas rusticas daban paso a estanques llenos de flores y aves, piscinas, pérgolas y miradores, lugares para el descanso. También preciosos caballos dispuestos para hacer rutas por los alrededores.
Muchas de las casas fueron derruidas y las menos fueron restauradas conservando su fisonomía anterior.
Antonio y Amparo estaban nerviosos eran sus primeros huéspedes y se encontraban un poco desbordados. La empresa que los había contratado tampoco había colaborado mucho al no mandar el listado de las personas que llegarían ya que las habitaciones al ser para dos personas, debian alojar en ellas a personas del mismo sexo.
Concha observó que allí había una gran cama, junto a ella una pequeña, portátil, las dos perfectamente preparadas.
Concha comprendió que era la compañera de habitación que Amparo le ha había dicho que se podría presentar.
-¡Buenas noches!- dijo Concha- te he dejado la cama grande yo prefiero esta mas pequeña.
Amparoy Antonio se miraron angustiados y asustados recordando la historia que el panadero esa misma madrugada les acababa de relatar.
-¡No preocuparos por ellos antes del alba estarán muertos!
Volvió a su habitación y allí esa misma noche se ahorcó.
El pueblo quedó abandonado. Desde entonces nadie lo visita
Dicen que solo se pasea por sus calles la recién casada.
sábado, 12 de diciembre de 2009
ADÉLE
Adéle no podía dormir la imagen de su hermano muerto no la dejaba. No merecía morir, su padre era el que tenía que haber muerto, de esa forma la maldad habría desaparecido de sus vidas. Para ella era la reencarnación del mismísimo diablo.
Escuchó unos ligeros ruidos y abrió los ojos. Su madre cortaba unos mechones de pelo a su padre que tirado sobre una vieja alfombra vegetal, dormía. Después su madre cogió un trozo de tela y formó una grotesca figura semejante a un ser humano y dentro de ese monigote introdujo el pelo y un trozo de tela de una vieja camisa del padre.
Luego hablando en susurros en la penumbra de aquellas cuatro paredes que les daba cobijo, cogió unas pequeñas astillas y las fue introduciendo en diversas partes de aquella figura.
Mas tarde salió fuera de la choza de cartones y desechos que le servía de casa. Levantó la figura hacía la luna pronunció varias frases. Después la enterró escarbando con rabia y mucho dolor con sus manos
Adéle, volvió corriendo a su rincón y se acurruco intentando dormirse, pero estaba aterrada pensando en lo que acababa de ver. Ella sabía de esas costumbres, pero nunca pensó que su madre se atrevería hacer una cosa así a su padre. Si ese hombre malvado hubiera sospechado algo, la vida de todos ellos, no valdría nada.
Otra noche, Adéle a la que el miedo no la dejaba dormir, volvió a ver a su madre levantada.
Desde su rincón la seguía en todo lo que hacía. Su madre volvió a salir y arrodillándose junto a donde enterró el muñeco escarbó y al sacarlo lo miro un instante a la luz de la luna y con furia introdujo una gran astilla a la altura del corazón. Después volvió a enterrarlo.
A la mañana siguiente su padre amaneció muerto.
Su madre cogió las pobres pertenencias que tenía y junto con sus hijos emprendió una larga y penosa caminata que los llevaría a la República Dominicana.
Las calamidades son compañeras inseparables de los pobres. Adéle sus hermanos y su madre, pronto se dieron cuenta que para unos analfabetos emigrantes, no había ninguna oportunidad en este mundo.
El color de su piel oscura y su procedencia les abocaba a una sola salida, volver a la esclavitud. Para gente como ellos solo había trabajo en los cañaverales en el durisimo trabajo de cortar la caña de azúcar .En los cañaverales, volvieron a ser esclavos como lo fueron sus antepasados traídos a la fuerza desde África.
En esos cañaverales infectos, insalubres, llenos de multitud de mosquitos y aguas estancadas trabajaban de sol a sol por el mísero alimento.
Pasaron los años y Adéle empezó a ayudar en el servicio de la casa
Por ese trabajo le daban unas pocas monedas que entregaba a su madre. Ella las recogía y las guardaba, nunca gastó ninguna de ellas. Cuando Adéle le decía que comprara algo a sus hermanos o para ella misma, su madre la miraba con ternura y la decía -Estas monedas tienen otro destino- y no aclaraba nada más.
Un día su madre ya anciana, la llamó y empezó a hablar:
-Adéle, cada vez que tu me dado el dinero que tanto te ha costado ganar, yo lo he dedicado a prestar a haitianos que cortan como nosotros la caña de azúcar.
Este dinero no es mucho, pero ahora te lo devuelvo y te aconsejo que busques un sitio mejor donde pasar tu vida. Todavía eres joven y podrás salir de esta pobreza que desde que nacimos nos acompaña ¡Hazlo hija, vete, vete de aquí!.
-Madre, pero no puedo dejarla sola, mis hermanos ya no están aquí.
-He dicho que te vayas, mi vida ya está terminada, tu debes comenzar la tuya, todavía no es tarde.
En la casa ayudando había una resuelta dominicana que a Adéle, le volvía loca charlando siempre sobre mil cosas, el sueño de esta era marchar del país y contaba que tenía muchos familiares en diversos países y que ahorraba para marchar a alguno de ellos. Su preferido era uno que se llamaba España. Adéle no había escuchado nunca ese nombre.
En unas de esas conversaciones Adéle le contó que ella estaba decidida a marchar también.
La dominicana se encargó de que sus familiares la indicaran todos los tramites para emigrar a ese país donde decían que había trabajo para todos.
Por fin todos los tramites dieron su fruto y la dominicana y Adéle se vieron con un billete de avión y pasaporte para su traslado de América a Europa.
Su llegada al nuevo país también trajo consigo mil sufrimientos. Los familiares de la dominicana solo querían el poco dinero que traían consigo las dos muchachas. Por un camastro que se extendía en un pasillo pasada la madrugada, les cobraban una suma de dinero desorbitada y el trabajo prometido nunca llegaba.
Para Adéle aun era peor pues el color de su piel le cerraba muchas puertas. Nadie le decía que no le daban el trabajo por ser negra pero era sabido por todos.
Así las cosas la angustia cada vez era más grande, en un país extraño, con costumbres muy diferentes y sin tener ningún oficio, era una tarea casi imposible el acceder a un trabajo.
Un día le hablaron de una ONG que ayudaba a encontrar trabajo a los emigrantes ilegales. Acudió y otra vez la desilusión le embargó. Allí se encontraban decena de personas de todas nacionalidades tan desesperadas como ella, parias del mundo que después de recorrer miles de kilómetros, llenos de penalidades, se encontraban otra vez en la espiral de la pobreza donde entraron al nacer.
Después de una espera de horas una muchacha, nombro el número que llevaba en su mano.
Adéle tomó asiento en la silla que la muchacha le indicaba y empezó a desgranar las vicisitudes que había tenido que pasar hasta llegar a España.
La muchacha le pedía algunos datos, asentía en algunas ocasiones a lo que Adéle contaba y su cara era de impotencia.
-Mira Adéle, no te voy a engañar no nada fácil encontrar un trabajo, solo te podíamos buscar para hacerte cargo de una persona gravemente enferma, esos trabajos son a tiempo completo, tendrías que vivir en la casa del enfermo y tu tiempo libre sería poco, tampoco el sueldo sería importante.
-No importa siempre he trabajado, no me asusta que el trabajo sea duro.
La muchacha se levanto cogió una carpeta y se acercó a una mesa donde trabajaba otra muchacha, entabló una conversación en voz baja y la otra muchacha miró a Adéle, después hizo un ligero gesto negativo mientras contestaba.
-Adéle, estoy en dudas sobre este trabajo que te puedo ofrecer, varias personas lo han intentado antes que tu, pero la señora requiere muchos cuidados y su marido, como te diría.... es un poco peculiar, dicho en otras palabras tiene un carácter endiablado.
-No importa, deme por favor ese trabajo... ¡ lo necesito!
-Otra cosa, no sé como decírtelo pero aún hay otra pega, ese señor es racista la gente de color no le agrada, espero que como él también está desesperado consienta en emplearte.
-No se preocupe estoy acostumbrada a que no se me juzgue por mi, la gente solo ve mi color.
-Ten estas son las señas del domicilio ¡ Que tengas suerte!
Adéle se presentó en el domicilio. Abrió la puerta un hombre de unos sesenta años, mal encarado y con un aspecto desaliñado y huraño.
-¿ Que quería usted? disponiéndose a cerrar la puerta inmediatamente.
-Espere ... me manda la ONG por el empleo para cuidar a una señora.
-No necesitamos a nadie… ¡ Adiós!
Desde dentro se escucha una débil voz de mujer que le dice ¡ déjale entrar !
El hombre se echó a un lado y la dejó pasar. A primera vista la casa se la veía descuidada y al pasar a la habitación donde se encontraba la mujer un fuerte hedor la recibió.
Busco entre las penumbras a la mujer y la encontró postrada en la cama, no debía ser tan anciana como aparentaba, huesuda, pelo ralo, descuidada, abandonada.
Las cortinas corridas lo que daba a la habitación una oscuridad deprimente, la ropa de cama revuelta y sucia .En los muebles de la habitación se podían ver toda clase de utensilios usados y resto de comidas que no habían sido retirados y que le daban un aspecto de falta total de higiene.
-Gracias, por venir, necesitamos urgentemente alguien que nos ayude. Y sus ojos donde todavía quedaban un resto de vida parecían implorarle.
El hombre emitió un pequeño gruñido y empezó a decir algo.
-Por favor Higinio, ya me queda poco, déjame morir en paz. El hombre salió dando un fuerte portazo.
Desde que Adéle había conocido a aquella mujer sintió una gran ternura hacía ella, la vio tan débil, tan impotente, tan falta de cariño. Pensó en la vida que habría llevado junto a ese hombre, en el cual ella intuía el estigma de la maldad. Sintió un escalofrío recordando en ese hombre a su padre. Comprendió que en cualquier parte se puede encontrar a seres desvalidos, desgraciados, sometidos por otros.
Sus días en la casa pasaban al lado de la señora, ella requería mucha atención y para Adéle cuidar y acompañarla significaba mucho, en la señora veía a otras muchas personas buenas que no merecían sufrir.
El marido vigilaba cada movimiento de Adéle, protestaba por todo y algunas veces le hacía repetir el trabajo aduciendo que esta mal hecho. Se negaba a comer lo que cocinaba Adéle y por lo bajo decía que él no comería lo que tocara una negra. Fumaba compulsivamente y la ceniza la regaba por toda la casa, mirando con satisfacción como Adéle limpiaba una y otra vez. En varías ocasiones había quemado los muebles e incluso en la cama tenía esa costumbre.
En algunas ocasiones, tuvo que intervenir echando al hombre de la habitación al ver que todavía el ejercía su maltrato contra su mujer. Esto hizo que el odio entre Adéle y el hombre fuera recíproco.
Adéle soportaba los gritos y malos modos de ese hombre solo por la fuerte amistad y cariño que la unía a la señora, algunas veces cuando reunía fuerza, la desgraciada mujer, le contaba la mala vida que aquel mal hombre le había dado, las palizas casi diarias, los menosprecio, y sobre todo aquel día horrible que estando embarazada la paliza la hizo abortar. Desde entonces cayó enferma y nunca más mejoraría. Desde aquel día solo pensaba en morir.
La señora empeoró y casi todo el día lo pasaba inconsciente, las medicinas que tomaba para calmar el dolor la tenían en ese estado. Adéle casi no se apartaba de su lado, la acariciaba, la hablaba al oído inventando bellas historias, la decía que cuando mejorara se irían las dos lejos de esa casa y que cuidaría de ella.
Estaba en la cocina preparando la próxima toma de una medicina cuando noto ruidos y voces en la habitación de la enferma. Soltó rápido lo que estaba preparando y corrió.
Cuando llegó allí el hombre zarandeaba a su mujer violentamente y levantaba la mano para soltarla sobre la cara. Adéle agarró el brazo del hombre y lo retorció con la fuerza que le había dado los años pasados trabajando en los cañaverales. Furiosa le desplazo de un fuerte empujón fuera de la habitación mientras le decía-¡ Si le vuelvo a ver tocar a la señora le MATO!
-¡Negra, prepara tus maletas, no te quiero aquí! nunca debí dejar que entraras en mi casa!
-¡Nadie, ni nada me echara de aquí mientras la señora esté viva y necesite mis cuidados!
Esa misma noche las fuerzas de la mujer ya no daban más de sí. Adéle llamó al médico, el pronostico fue de que era cuestión de unas pocas horas que el fallecimiento se produjera.
Guardándose su desprecio buscó en el salón al hombre, el cual no se había preocupado de estar presente cuando vino el médico.
-El médico dice que a la señora le quedan horas,¿ Quiere pasarlas con ella?
-No me voy a dormir, no me molestes.
Adéle, dio la vuelta y pensó que ya había llegado la hora de hacer lo que tenía pensado hacía tiempo.
Entró en su habitación y de un cajón saco una vieja camisa, pelo y uñas de aquel malvado hombre y despacio formó una figura de trapo. Una vez terminada la metió en su bolsillo ya que pronto pensaba darle uso.
La señora falleció de madrugada. Adéle se preocupó de todos los tramites sin molestar al hombre como él le había indicado. También preparó su maleta.
En el cementerio Adéle se encontró sola, nadie vino a despedir a aquella desgraciada mujer.
Se puso de rodillas sobre la tierra removida de la tumba y sacó la figura de trapo, despacio fue clavando astillas por todo el cuerpo pero antes de clavar la última en el corazón, saco de su bolso una caja de cerillas y prendió aquella figura grotesca.
Cuando el muñeco casi ardía por todos lados, entonces sí, la astilla mas grande la insertó en el sitio donde se supone está el corazón. Escarbó y enterró la figura en aquella tierra removida del cementerio.
Después recordando el ritual de su madre habló con aquellas enigmáticas palabras que ella nunca comprendió.
·
La gente aglomerada cerca de donde los bomberos intentaban apagar un fuego que se había producido en un piso.
-¿ Que ha pasado.
-Ha fallecido un hombre, se ha quemado su casa, dicen que se durmió fumando.
sábado, 5 de diciembre de 2009
¡ YA ESTOY AQUí !
martes, 17 de noviembre de 2009
EL DESPERTADOR
viernes, 13 de noviembre de 2009
ACCIDENTE
lunes, 9 de noviembre de 2009
DOS MUJERES, UN VESTIDO
Se rebajó a limpiar por horas en casa de señoras que no podrían rivalizar con ella ni en conocimientos ni en belleza y elegancía. Todo por conseguir cumplir su sueño y el de su padre.
Paseó y se paró en cada una de las mejores tiendas de la ciudad, miró uno a uno cada vestido expuesto en todos los escaparates.
-Cuando quiera me llama si necesita algo de mi, soy Olga.
María, notó como si alguien le hubiera dado un mazazo sus piernas se tambalearon y por un momento le parecio que se desmayaria.
María abandonada en la silla, comprendio que ya nada sería igual de ahora en adelante, su ingenuidad y fe en la raza humana se acababa allí. Desprecio era lo que recibias si naces pobre y quieres acceder aunque sea por una sola vez a los privilegios que los nobles o ricos ya disfrutan desde su nacimiento.
Se levantó de la silla y como si fuera invisible, nadie reparó en ella, salío de aquella tienda donde había sido humillada solo por el hecho de querer acceder por un día a sentirse una gran dama.
Los dias siguientes fueron de un cambio drastico de María, abandonó su trabajo, descuidó su higiene y pasaba dia y noche en su habitación negandose a comer, sus compañeras de piso estaban muy preocupadas por ella la dejaban bandejas con alimentos las cuales retiraban intactas. No comprendían su actitud y especulaban sobre lo que le había podido pasar para ese cambio.
María empezó a tener obsesiones el aislamiento y la falta de alimentación le hacian mella en su salud mental, se transformó, la locura empezó a ser su fiel compañera. Su influencía era por momentos evidente, María hablaba en voz baja, en soliloquios que solo ella comprendía, la mecha de la locura estaba prendida y en ese fuego ella se estaba consumiendo.
Un día se decidió a salir a la calle, aquella no era la muchacha de apenas unos días, sucía, titubeante en el andar, con mirada extraviada...
Cuando volvio, sacó de una bolsa unas telas. Cortó, y cosió sin levantarse para nada, obsesionada con terminar la tarea. Cuando al fin terminó, la prenda que surgió parecía un disfraz de bruja.
Se aseó, busco un vestido en el armarío y cogiendo la bolsa donde había introducido ya la prenda hecha por ella, salió a la calle.
Sus pasos como los de un automata le condujeron a la puerta del teatro de la Opera.
Se paró en la puerta mezclada con las personas que curiosas miraban la entrada de los asistentes, estas comentaban cada una de las peculiaridades de lo que allí sucedía. De pronto un murmullo se extendió entre estas personas. Acababa de salir de un lujoso coche una joven bellisima vestida con un espectacular vestido color champan.
Al momento María reconocío su vestido. Un vertigo de rabía se unió a su locura. La visión de aquella muchacha subiendo la escalera nubló sus sentidos.
.-¡No podía ser, esto le estaba reservada a ella ¡ No lo permitiría !
Espero agazapada a que las personas que miraban curiosas fueran desapareciendo. Cuando ya se disponian a cerrar la puerta sacó del bolsillo una entrada y se introdujo en el teatro.
No fue la subida de la escalera como la que siempre soño.
Su ofuscación la izo perderse por los pasillos, sabía que en uno de los palcos preferentes estaría aquella mujer....daría con ella.
Bajo al patio de butacas y desde alli escruñidió uno por uno los palcos, por fin dió con el que buscaba. Allí se encontraba deslumbrante aquella mujer y ...¡estaba sola!.
Esperó a que las luces fueran apagadas y se deslizó buscando el palco.
En la puerta paró para que su su cabeza que palpitaba al unisono de su corazón se calmara, pero era más fuerte la ira que la embargaba. Todo lo despació que pudo abrio el bolso y de alli sacó un precioso cordon grueso de seda lo tomo entre su manos y empujó la puerta del palco y entró.
De espalda a ella y sin darse cuenta de su presencia, estaba la mujer que le había arrebatado su sueño y los sueños no se deben robar, los sueños corresponden a las personas que los tienen.
Entre sus manos el cordón de seda . Sin vacilar lo dejo caer hacía delante y rodeó la garganta de la mujer. Un ligero grito y el intento de ella por deshacerse de él. Se revolvió en el sillón llevando sus bellas manos al cuello, intentando quitarse aquello que le promosticaba la muerte, pataleo jadeó.... pero las bellas voces de los cantantes acompañados de la gran orquesta no dejo percatarse a nadie lo que allí pasaba.
Fueron unos pocos minutos, María solto y la muchacha cayo hacía un lado del sillón, flacida como una muñeca de trapo, parecida a aquella princesa de cuento que quedo dormida al morder la manzana. Rapidamente la despojó de su vestido y sacando el que ella había confeccionado, cuidadosamente la vistió con él.
Mientras en la escena Adalgisa y Norma se enfrentan en el celebre duo " Mira o Norma".
Maria antes de salir se volvio y contemplo a la muchacha con el vestido que ella había confeccionado- ¡estás verdaderamente horrible!.
Al fondo la opera siguía su curso, Norma cantaba "Casta Diva·.
María se paro un momento y dos lagrimas corrieron por su mejillas. No era asi como ella hubiera querido ir la primera vez a la opera.
Bajo las escaleras como siempre había pensado. ¡Con un delicado y bello vestido!.
domingo, 1 de noviembre de 2009
200 AÑOS DE UN GENIO
¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
eran objeto de elogio sin fin
y el amor... un sencillo deber
Edgar Allan Poe
Este año se cumplen doscientos años del nacimiento de este escritor, periodista, poeta, maestro del relato.
Nació en Boston en Enero 1809 y fue acogido por una familia adinerada llamada Allan ya que su padre los abandonó en 1810 y su madre murió a los 24 años.
En 1826 ingresa en la Universidad de Virginia con el propósito de estudiar lenguas. En ese tiempo se enemista definitivamente con su padrastro, es de suponer debido a las deudas de juego y es por entonces también cuando se le empieza a relaccionar con el alcohol.
En 1827 se traslada a Boston donde supervive con trabajos ocasionales. Incapaz de sobrevivir por si mismo se alista en el ejercito. En este mismo año publica su primer libro "Tamerlan y otros poemas"
El 28 de Febrero de 1929 fallece Frances Allan, la que considera su madre, su padrastro no se lo comunica y Poe no pudo acudir hasta el día siguiente al funeral
Al visitar su tumba no pudo resistir el dolor y cayó desmayado.
Su padrastro suavizado por la muerte de su esposa, accedió a ayudar a Poe a licenciarse del ejercito.
Quiso vivir de la escritura, los periodistas nunca cobraban a tiempo y se vio obligado a pedir y deber dinero a su empleadores y a pasar por momentos muy humillantes a causa de la escasez económica. En 1834 se casa con su prima Virginia, también en 1834 muere su padrastro sin dejarle nada en herencia, esta circunstancia le afecto en gran medida.
Distintos traslados de ciudades, de la familia, distintos trabajos alguno de ellos impropios de él.
Mientras tanto salían a la luz varios libros de poesía y ensayos aunque para conseguir subsistir se pasó a la prosa.
En Enero de 1842 su esposa Virginia, sufrió los primeros signos de la tuberculosis. Virginia murió el 30 de Enero de 1847.
Poe siguió el cortejo fúnebre envuelto en una capa que durante meses había servido de manta de la cama de Virginia. Cada vez más inestable su carácter y conducta errática presumiblemente debida al alcohol. Pese a su desvarío y delirio en este tiempo surgen varias obras de máxima importancia.
El 3 de Octubre de 1849 le encuentran en las calles de Baltimore en estado de delirio. Fue trasladado al hospital donde murió el 7 de Octubre. En ningún momento se supo como llegó a esta situación ni se supo el motivo de por qué llevaba ropas que no eran suyas.
Las causas de su muerte fueron "Congestión o inflamación cerebral" o sea taparon la verdad Alcoholismo .Las especulaciones sobre su muerte son la de Deirium Tremens.
Paradojicamente el albaceas de su obra literaria fue un ser despreciable que se dedico destruir su reputación después de su muerte.Tachandole de ser depravado, borracho, drogadicto perturbado. La única biografía durante mucho tiempo la escribió este critico, siendo por eso que a Poe se le conoció hasta ahora por lo escrito allí.
"¡En verdad, ésta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada:
¡Estaba muerta!"
martes, 27 de octubre de 2009
EL ESPEJO
Su madre hija de unos padres muy rigurosos, no habían aceptado su embarazo y al ser tarde ya para un aborto quisieron esconderlas de las posibles habladurías de la gente. Con este propósito alquilaron en una gran ciudad un pequeño apartamento y la recluyeron allí para que una vez diera a luz el bebé entregarlo en adopción.
Lo que no contaban sus abuelos era con que su hija no pensaba llevar allí una vida de monja. Nada más salir por la puerta ellos su madre ya estaba llamando a conocidos para dar y participar en fiestas.
Ella nunca se preocupo por el embarazo, jamás tomo precauciones de ninguna clase, bebió, fumó y se drogó. Aborrecía aquel intruso que llevaba en su seno, maldecía el día que quedo preñada y también odiaba al que la dejó así.
Todos los días se recogía cuando ya era bien entrado el día, borracha o drogada siempre acompañada por un hombre distinto. El poco dinero que le enviaban sus padres no duraba y su vida era un trapicheo de droga y prostitución.
Quizás la vida de Sandro hubiese sido otra si al nacer el destino dejara que fuera adoptado por una buena familia. Pero no, su madre se metió en un nuevo lio más y tuvo que dejar deprisa el apartamento. La policía la buscaba por pasar droga en un club donde trabajaba. Esta situación la hizo salir huyendo junto con el último novio.
Como eran personas marginales y el poco dinero que ella recibía de sus padres se acabó, las opciones para ellos eran pocas. Sandro estaba a punto de nacer y la pareja no sabía a donde acudir ya que posiblemente fueran arrestados.
En estas circunstancias fueron a parar a una vieja caravana abandona en medio de un paraje desértico. Allí Su madre dio a luz a Sandro sin ninguna clase de higiene ayudada por su novio.
La adopción no se pudo llevar a cabo era peligroso el intentar dejarse ver. Sandro quedó unido así a esa madre que le aborrecía.
La supervivencia de Sandro se puede considerar un milagro, su madre nunca tomó conciencia de que tenía un bebe su egoísmo junto con las drogas que consumía habitualmente la hundieron en la depravación y la maldad. El abandono de su hijo lejos de darle remordimientos le producía un cierto bienestar, no se atrevió a quitarle la vida al nacer, pero, no fue por escrúpulos, solo la contuvo el miedo de dar con sus huesos en la cárcel. Por ese motivo cada vez que le abandonaba esperaba que al volver él ya no estaría.
Sandro sobrevivió gracias a que en múltiples ocasiones algunos de los numerosos novios de su madre demostraron tener más corazón que ella. Pese a sus borracheras y drogadicción se preocuparon de vez en cuando de alimentarle con los restos de algunos alimentos olvidados y mohosos en los coches o furgonetas .
Sandro se crió en medio de la nada, solo, descuidado, con aquellas noches eternas de abandono, temblando de miedo por los sonidos inquietantes que sacudían la caravana, pasando un frio y calor extremo entre aquellas latas herrumbrosas que le servían de cobijo.
Allí carecía de todo, la suciedad era su compañera eterna, Su madre salía dejándole solo siempre. Al volver algunas veces traía algunos alimentos, poca cosa pan y algo de fiambre .Estos alimentos no eran para él solo cuando ella, borracha o drogada se dormía, entonces era cuando él, hambriento se abalanzaba sobre la sobras. Allí no se podía cocinar, no había luz ni agua. En ocasiones uno de los novios de su madre traía en su furgoneta un deposito de agua. La carencia era total, ni lavarse podía.
Esta forma de vida sin alimentación adecuada, sin una caricia, sin instrucción de ninguna clase habían hecho de Sandro un niño raquítico, con un ligero retraso mental, asustadizo de cualquier extraño ya que la única gente que conocía eran los numerosos novios de su madre y algunos le maltrataron, En muchas ocasiones tuvo que escuchar de esos hombres gritarle a su madre que se deshiciera de él. Sandro vivía con ese miedo, creía muy capaz a su madre de intentarlo, pero para ella él no era un problema, simplemente vivía su vida e ignoraba totalmente a Sandro, para ella no existía.
Un día su madre recogió en una maleta unas cuantas prendas y espero a que su novio llegara con la furgoneta, Sandro la miraba curioso pero ella no era de las que daban explicaciones.
Al poco el claxon de un coche hizo que su madre agarraba la maleta y saliera corriendo hacía la furgoneta, olvidando a Sandro en la caravana.
Se sentó junto al conductor y Sandro vio como cruzo unas breves palabras con él, abrió la puerta y grito-¡ Eh, ven aquí !. El corrió y se paró junto al coche, su madre furiosa le grito- ¡Venga bobo sube rápido..!
Sandro nunca había salido de los alrededores de la caravana, y tampoco había viajado en coche, Todo lo que veía le era nuevo y su instinto de animal encerrado le advertía de peligros escondidos tras el cristal del coche.
Los paisajes que se sucedían le asombraban y alarmaban, sentía miedo, ¿que iba a pasar? ¿a donde iban?. Se replegó en el asiento y dejo de mirar hacía afuera. Las sombras cambiantes de la noche y el sonido del viento sobre el coche le producían terror.
Después de largas horas de viaje por fin el coche paro frente a una gran casa aislada que dejaba ver por todas partes el paso del tiempo. Desde hacía mucho tiempo nadie se había preocupado de ella.
La pareja salió del coche y se pararon frente a la casa. Con ojos escrutadores miraron hacía allí y después con paso decidido avanzaron hasta la puerta.
Sandro como un perrito indefenso corrió tras la pareja y se pego a la sombra de su madre, mirando alrededor temeroso, el crujir de sus pasos sobre la grava del camino que conducía a la casa, inundaban su joven corazón de un fatal presentimiento.
Su madre sacó del bolso unas llaves y abrió la puerta que provoco un ruido que hizo temblar a Sandro, soltó una palabrota al intentar encender la luz y comprobar que estaba cortada. Su novio salió a la furgoneta y volvió con una linterna.
Con esa luz se desplazaron por diversas estancias, su madre conocía la casa, hablaba con el novio y le explicaba diversas peculiaridades de ellas.
A Sandro no le gustaba la casa. Siempre cerca de su madre guiándose por la pequeña luz de la linterna. Intuía que algo morboso, maligno se agazapaba en algún rincón y tuvo la certeza que esa maldad recaería sobre él.
-No se por cuanto la podré vender, hace años que murió mi madre y un año que murió mi padre. Lastima que no me haya enterado antes, ahora podríamos estar de vacaciones con el dinero de la venta.
Su madre no demostraba lastima por la perdida de sus padres, solo le interesaba el dinero que le podía reportar la venta de la casa.
Sandro quedó solo en esa gran casa desconocida, como quedaba en la caravana. Se quejaba pero su madre le ignoraba, solamente con despreció le tiraba la linterna y se marchaba.
Las salidas de su madre eran constantes y algunas veces venia acompañada de personas que se interesaban por la casa. Pero no era fácil venderla.
Sandro, venciendo sus fantásticos terrores con la sola ayuda de la linterna, se atrevió a subir al primer piso. La vieja escalera crujía bajo sus pies y ese sonido lúgubre acallaba el resto de sonidos inquietantes de aquella vieja casa. Llego a un amplio vestíbulo, de allí salía un largo pasillo con numerosas habitaciones. Enfocando la linterna a un lado y otro caminó, con el corazón encogido y sus latidos cada vez mas rápidos. Fue desplazándose por aquel pasillo con el temor de ser engullido por él, algo le impidió avanzar y se enredó en su cara y garganta, Sandro aterrado empezó a manotear intentando desembarazarse de aquella cosa fibrosa, pegajosa, que se adhería a él. Solo eran las enormes telarañas tejidas durante mucho tiempo.
Cuando pudo limpiar su cara y cuello, despacio intentó abrir una de las puertas. La madera podrida y encajada por el tiempo pasado sin abrirse se negaba, empujo con todas sus fuerzas y la puerta cedió con un sonido chirriante que enervo los ya sensibles nervios de Sandro Entró y la luz errante de la linterna le reveló una habitación muy antigua con una gran cama y unas extrañas cortinas negras. De repente la tenue luz de la linterna le dejo ver que no estaba solo. Allí frente a él se encontraba otra persona.
Acallando los latidos de su corazón y el pavor que le impulsaba a abandonar aquel lugar inmediatamente. Sandro enfocó nuevamente la linterna y allí seguía aquel desconocido.
Un sobresalto le hizo retroceder, y la linterna cayó. quedando por un momento toda la habitación a oscuras. Buscó angustiado la linterna, se agacho y arrastro por el suelo hasta dar con ella. Su respiración jadeante era lo único que se escuchaba allí.
-¿Quien eres?
-Nadie contestó.
-¿Eres amigo de mama?
El desconocido, de formas imprecisas por la la deformación de la luz de la linterna, no respondió a Sandro.
Sandro ya se disponía a bajar cuando alguien le llamo.
- Muchacho.. Muchacho.
Era el desconocido el que le llamaba. El ente del espejo atrapado en un mundo similar al nuestro pero donde nada es lo que parece.
-Te estaba esperando, estaba esperando a alguien que quisiera jugar conmigo.
.Pero yo no se a que podría jugar. Yo nunca he tenido amigos.
-No importa, hace mucho tiempo que espero que a esta casa venga un niño tu pasa hacía aquí y yo me pondré en tu lugar.... así empezaremos.
La figura del espejo solo tenia un deseo. Ese niño tenia que traspasar el portal que comunicaba con el y con el más allá. Eso sería su libertad.
La conversación fue interrumpida, por la llamada furiosa de su madre, acababa de llegar y necesitaba la linterna.
Sandro, bajo corriendo, dio la linterna a su madre y empezó a explicar lo que le había acontecido.
-Mama, en la habitación de arriba hay un extraño.
-¿Que dices bobo? ahí no hay nadie.
-Sí, mama yo lo he visto es aproximadamente de mi altura.
-¡Imbécil! tu lo que has visto es tu figura en el gran espejo de la habitación oscura.
-¿En el espejo? ¿Qué es un espejo?
-Pobre tonto, como nunca has salido de la caravana nunca te has visto en un espejo. Un espejo refleja nuestra figura o las cosas que queden enfrentadas a el.
-Mama, no puede ser él me ha hablado.
Su madre dio por terminada la conversación y dirigiéndose a su novio le dijo.
-Mañana iremos a formalizar la venta, no es una suma muy grande, pero todas la personas que han visto la casa han dicho que necesita una gran reforma y que no vale más.
Otra vez Sandro, subiendo las viejas escaleras. Llegó al vestíbulo y resueltamente enfocó la linterna para llegar hasta la habitación. Una vez entró se enfrentó al espejo como lo hizo la primera vez. Otra vez aquella figura a la que no podía distinguir bien por la raquítica luz que salía de la linterna. Observo curioso ¿ese era él?. Un muchacho desgreñado, con largas piernas tan delgadas como filamentos, su espalda encorvada y con una cara delgada con cierto rictus de imbecilidad. Se acerco más al espejo, esperando volver a ver al desconocido. Pero su madre le había dicho que esa figura era él.
Pero otra vez el extraño del espejo apareció allí.
-¿Vienes a jugar conmigo? todo el tiempo que llevo aquí, mi deseo mas ardiente era que algún niño viniese. Su sonrisa y ojos reflejaban maldad.
Llevaba mucho tiempo tras ese espejo. En esta ocasión dejaría para siempre el terrible encierro. Para eso era necesario que Sandro aceptara.
-Bueno, yo nunca he tenido un amigo, juguemos...
-Bien, empecemos, los dos al tiempo, deja la linterna ahí. Pon tus manos sobre el espejo y yo pondré las mías.
Así lo hizo el ingenuo Sandro lo que aprovecho el extraño para tirar de él y hacerle penetrar tras el espejo. Sandro, se volteó y ya el desconocido no estaba. No veía nada, palpo a su alrededor y solo noto un hedor insoportable y un intenso frío, lucho por salir pero una pared lisa y fría, se lo impedía. Araño, pateo, golpeo. Sus gritos y alaridos nadie los podía oír . Su lamento mas triste y desgarrador era llamar.. ¡Madre.... Madree!.
Quedo atrapado dentro del espejo. Nadie vendría a salvarlo.
La madre de Sandro y su novio ya estaban llevando el equipaje al coche. Perpetuamente malhumorada con él le dirigió una mirada y le cogió la linterna.
-Venga, ¿de donde vienes? date prisa o te dejare aquí ¡estúpido!. Sube al coche.
Pobre Sandro, su madre en su desprecio, no se percató de que no era él. ella nunca se había fijado con cariño en su hijo, jamás lo había mirado a la cara o lo había acariciado. Para ella cualquiera podía ser Sandro.
Este desapego y crueldad con su hijo pronto se volvería contra ella. Su vida se abocaba a una espiral de terror y maldad que empezaría a sufrir. Acababa de introducir en su vida al ¡MALIGNO!