jueves, 6 de mayo de 2010

LO QUE EL VIENTO SUSURRABA

Por todo el valle corría un rumor que el viento traía y llevaba. Los pastores escuchaban con atención aquel sonido vibrante, alegre, que levantaba el animo, pero por más que lo intentaban no conseguían entender que es lo que el viento les susurraba sin cesar. El ganado seguía a su pastor y este les llevaba a lejanos prados a donde solo crecían unas pocas y ralas hierbas. Allí pacían serenamente todo el día hasta que el ocaso les anunciaba que debían volver al aprisco. A la vuelta desde la altura del altozano la aldea parecía una maqueta pequeñita, sus luces desperdigadas y su olor familiar al humo de sus fogones o chimeneas, sosegaban el ánimo y calmaban todos los temores de la noche. El viento impertinente y recalcitrante seguía rumoreando sin cesar y aunque su sonido no era desagradable no dejaba de hacer pensar al pastor ¿que le quería decir el viento? El le conocía, durante su ya larga vida todos los días convivía con él. Le conocía... tranquilo y templado, furioso y violento, ligera brisa y fuerte temporal. No podía decir que fueran amigos pues más de una vez él y los de la aldea habían padecido su incontrolable violencia. Pero muchas veces en días calurosos lo había acompañado con una ligera y fresca brisa que lo había reconfortado. ¿ Por eso ese rumor….? ¡imposible no lo entendía!. Los ancianos cubiertos con sus inseparables gorras deambulaban de corrillo en corrillo en la porticada y añosa plaza del pueblo sin saber que hacer, ellos también sentían el rumor que el viento les traía, apuraban los ligeros rayos del sol para hacer sus tertulias y hablar sobre aquel murmullo alegre, energizante, que a todos les llegaba pero que ninguno podía descifrar. Por las calles correteaban lo más pequeños jugando a esos juegos que son una rueda y pasan de padres a hijos, a la comba, a la rayuela, a esos que ya en las grande ciudades no se pueden jugar, ya que los niños no pueden pisar la calle. También hasta ellos llegaba el rumor amistoso y agradable del viento, pero su vitalidad les impedía parar para escuchar lo que el viento les quería contar. Las muchachas que todos los días bajaban al arroyo con sus cestos de ropas bromeaban y reían pero a cada paso se paraban para escuchar al viento, ya que parecía que les hablaba. Este era el mismo viento que coloreaba sus hermosas mejillas y las curtía cuando ellas lavando la ropa en las aguas cristalinas del arroyo se dejaban rozar su piel joven por él, haciéndoles más llevadera la tarea.. Era ese el viento que en los días crudos del invierno les hacía envolverse en sus grandes mantones hasta taparse la cabeza para impedir tiritar de frío. También ellas habían sentido en medio de los prados su suave brisa cuando en algunos encuentros amorosos el viento les había acariciados sus bellos cuerpos desnudos. Pero pese a la relación con el viento no podían descifrar su mensaje. Todo el valle, personas, animales y plantas vibraban al ritmo del sonido del viento. El prado se llenó de un verdor resplandeciente, el sol lucía sobre las montañas y reverberaba por encima de los tejados. Las plantas asomaron sus primeros brotes y salpicaban los prados y las laderas de las montañas. Una explosión de vida llenó los arboles de pequeñas hojas y flores, cubriendo el valle con todos los colores de la paleta de un pintor. Una maravilla se estaba produciendo, los pastores ya no tenían que llevar tan lejos a su ganado a por verdes pastos. El arroyo bajaba repleto de cantarinas aguas fruto del deshielo de las nieves del invierno. Y fue entonces cuando comprendieron lo que el viento machaconamente les susurraba… ¡¡¡YA LLEGA LA PRIMAVERA!!!.

1 comentario:

MARIA JESUS dijo...

Muy bonito como todo lo que escribe, y como a mi amigo Francis le digo que es estupenda animando a todos los nuevos Blogger, yo los leo pero no puedo entrar en todos porque me falta tiempo, el que tenia para escribir algo en el mío se me ha ido entrando en los de los demás, besitos.

LA AUTORA

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