domingo, 23 de mayo de 2010

SOLO EN LA ISLA

El tiempo, que es largo o es corto según la percepción de cada uno, no pasa, los que pasamos somos nosotros. Los que venimos y nos vamos somos nosotros.. El tiempo es inmutable y unas veces tenemos la sensación de que se ha quedado posado, inamovible y que nos pesa como una inmensa losa que tuvieras que soportar con gran esfuerzo. Otras veces pasa tan ligero que es imposible atraparlo, parece tener prisa por escaparse dejándote deseoso de que quedara posado infinitamente
En aquella isla paradisíaca el tiempo parecía no transcurrir, su exuberante vegetación siempre resplandeciente, impactante, indómita, caprichosa, había tomado posesión de la isla, desde que una erupción volcánica la sacó a flote en aquellas aguas, poseedora de todos los colores posibles desde el blanco inmaculado que le daban las innumerables flores de este color hasta mil variaciones de los del arcos iris entre sus plantas y flores que se extendía por toda la isla siendo la dueña y señora .
La reina de todas estas flores es la orquídea, tan abundantes en cantidad como en belleza.
En las pequeñas elevaciones del terreno nacían pequeños arroyos de fresca agua que al descender producían saltos de gran belleza y rincones para la admiración.
Árboles centenarios de Guayabas, Aceitunos, Cocoteros, Guanitos, Palmas reales, Bananos…
Grandes y esplendorosos helechos. Eneas, papiros, Lotos, Lilas de agua crecen en las lagunas de transparente aguas y bajo los árboles añosos.
Valles fértiles de unos verdes insultantes bañados y fertilizados por las aguas de pequeños arroyos escapadas de los manantiales nacidos en los picos de las elevaciones montañosas.
Acantilados de rocas escarpadas rodeaban la pequeña isla dando paso a veces a unas pequeñas calas o ensenadas de arena blanquísima donde en las transparentes aguas podían verse exóticos peces multicolores .Entre las finísimas arenas trajinaban de un lado para otro cangrejos que aparecían y desaparecían bajo las arenas o se escondían en caracolas que el mar llevó hasta la playa.
Tiempo atrás hasta allí le llevaron y sin ninguna contemplación le abandonaron en una de esas pequeñas ensenadas de arena fina y tan blanca como la nieve. Lo que le pareció una broma, una travesura, no fue tal, espero y espero esperanzado en que todo fuera una aventura más de las que él había vivido junto a los que a ahora le abandonaban, pero el tiempo pasó y nadie volvió a buscarle.
En las largas horas, de los largos días, de las largas semanas, de los largos meses de los largos año que llevaba allí abandonado rememoraba las numerosas aventuras con la tripulación del Capitán Calicó Jack al que le gustaba vestir bien, pirata de fama, osado y aventurero. Le encantaba ir vestido de Calicó, tela de algodón estampado con uno o varios colores y siempre exigía tener a mano repuesto de sus ropajes, ya que no permitía que su vestimenta pese las inclemencias y la rudeza de sus aventuras y batallas en la mar estuvieran ni un minuto desaliñadas o sucias.
Navegaban sembrando el terror y la desolación en las poblaciones situadas en el Golfo de México y el Caribe, Veracruz, Cuba, Santo Domingo, Cartagena de Indias.
Los asaltos a Puerto Bello y Maracaibo se habían saldado con numerosas victimas por ambas partes pero la población fue la más castigada sufrió numerosas victimas de asesinato asaltos y saqueos.
También durante el dominio español en América, los piratas del Capitán Calicó intentaban, y en muchos casos lograban, robar valiosos cargamentos de oro y otras mercancías procedentes del Nuevo Mundo que en Naos, Carabelas, Galeones y Carracas, partían hasta España
En todas estas aventuras él había participado, si no hubiera sido por su fortaleza, por su experiencia y veteranía el Capitán Calicó y toda la tripulación no habrían podido salvarse de estos peligros.

Después venia el descanso y el reparto del botín en Port Royal y el derroche en vino y mujeres del oro que tantas vidas y sufrimiento había costado.
Pero el vino y las mujeres les menguaban de tal manera la riqueza que muchos fieros bucaneros llegaban a la mendicidad. Estos temibles hombres que eran capaces de cortar de un tajo el cuello de un hombre, babeaban por una prostituta de la que se encaprichaban y eran capaces de pagar por ella una cantidad considerable de oro.
Después de un descanso en Port Royal, donde algunos hombres de la tripulación quedaban por haber encontrado la muerte en cualquier rincón solitario, bien por motivos de celos, bien por emboscadas para robarles el oro del que aun disponían volvían, otra vez a surcar los mares, mas pobres que antes y más ávidos de entrar pronto en combate para volver a llenar su maltrechos bolsillos.
En todo esto y mucho más pensaba durante sus incontables horas de soledad.
¿Por qué le habían dejado allí?
¿Por qué un día desviándose de su ruta le habían abandonado en aquella recóndita playa de aquella solitaria y lejana isla?
Desde aquel nefasto día su sueño constante era poder salir de allí. En varias ocasiones lo había intentado, pero las condiciones de la mar, siempre en calma no le habían ayudado en su propósito, en sus viajes solo pudo alejarse de la playa unos cuantos metros.
Ahora lo iba a intentar por enésima vez aprovechando las fuertes mareas que producían los huracanes entre Junio y Diciembre, esperaba aprovechar alguna de ellas para conseguir por fin salir hasta alta mar y entrar en las rutas comerciales de los navegantes, y poder llegar hasta Port Royal.
Pero esto era una utopía. Su obcecación no le dejaba ver en el estado en que se encontraba. Los años le habían dejado terribles cicatrices en su cuerpo- en otros tiempos fuerte y altivo- ahora era un pobre viejo cansado y maltrecho con un cuerpo desvencijado, que era imposible que pudiera cumplir sus sueños.
Una fuerte marea entró en la calmada ensenada .Esperanzado vio que le arrastraba hacía alta mar. Su cuerpo empezó a sentir las acometidas de la furia del mar,
Las olas furiosas le arrastraban, hacía la ruta soñada,¡ otra vez conseguiría revivir las fantásticas aventura pasadas! surcaría los mares en pos de Naos repletas de tesoros, y nuevamente su figura sería admirada en los mares del caribe.
Pero sus persistentes compañeras- las gaviotas-alzando su griterío parecían reírse a carcajadas de él.
Fue entonces cuando se dio cuenta que todo había terminado las viejas y podridas maderas que hasta entonces fueron el barco mas temido del Caribe. El Diablo del Caribe, no volvería a navegar, su viejo cuerpo se desmembraba, el maderamen se deshacía, y los jirones de lo que una vez fueron las velas caían al agua mientras las carcajadas de las gaviotas arreciaban.
Así fue la muerte de tan valeroso barco pirata, fue abandonado cuando ya no servía a las necesidades de su dueño pero en premio a sus servicios le dejaron en aquella preciosa y escondida isla, para que allí terminara sus días, pero el barco seguía soñando con mil aventuras que nunca llegaría a poder llevar a cabo.

2 comentarios:

MARIA JESUS dijo...

Lo describe tan bien que me he sentido en la playa, y el protagonista pensé que era un perro o un loro, precioso relato.
Un beso

Gelen dijo...

La historia de la pirateria es csi tan antigua como la historia de la humanidad, cuando los hombres se dierón cuenta de que podiian viajar por el mar, se volvierón navegantes y cuando otros hombres se dierón cuentan de que podian asaltar a esos navegantes, se volvierón "Piratas".
Desde entonces, las playas y los mares de muchas partes del mundo comenzarón a poblarse de esos personajes que amamban el peligro, odian el trabajo y ambicionaban las riquezas que poseian los demás.
saludos..

LA AUTORA

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