martes, 12 de octubre de 2010

LA BELLA


Camila se deja cepillar su preciosa y larga melena, sentada frente al gran espejo en su gabinete de aquella mansión antigua, señorial, donde todavía pueden oírse en las largas noches de invierno los murmullos de voces de pretéritos inquilinos que se resisten al abandono de la que fue su morada por largo tiempo.
Lánguidamente la doncella pasa una y otra vez el exquisito cepillo de plata, obra de arte regalo de el señor por la esplendida melena, lustrosa, exuberante, brillante y negra como ala de cuervo.
Camila la deja hacer sin inmutarse, su figura hierática parece no tener vida, solo en sus grandes ojos negros, penetrantes, un ligero fulgor se percibe, sus pupilas son lo único en toda ella que entre tanta belleza tiene un atisbo de vida.
La Bella, así era conocida por toda la comarca.
La doncella cesó de cepillar la espesa y ondulada cabellera y con gran suavidad y habilidad comenzó a peinarlo en unos recogidos en la nuca y los laterales, para ello fueron utilizados precioso y valiosísimos prendedores.
Una vez recogido su maravillosa melena quedó al descubierto el cuello de Camila esbelto, níveo como el de un cisne y que añadió si aún era posible más elegancia al porte sutil de Camila
¡Como describir tanta belleza! los que algunas vez estuvieron en su presencia, quedaban cegados por la luz que irradiaba, los pocos agraciados que estuvieron cerca de ella no pudieron dar con palabras que la definiera, quedaron para siempre impresionados y enredados en la red de algo que les sobrepasaba y que de no haberlo visto por sus propios ojos pensarían que era irreal.

Su cabellera espesa ondulada y negra como carbón, sus ojos grandes y profundo como lagos en la noche y con el brillo de los de las gacelas , sus cejas como luna creciente, su perfecta nariz, los dientes maravillosos como perfectas perlas, el ovalo de su cara increíblemente soberbio, su cuerpo cumpliendo todos los cánones clásicos del patrón de belleza griega. Su piel más suave que la pluma del cisne y más blanca que las nieve eterna de la inalcanzable montaña .Tan seductora en medio de su inocencia
La doncella toco una diminuta y elegante campañilla y al momento dos jóvenes muchachas del servicio irrumpieron en la habitación, cada una sabiendo muy bien lo que tenían que hacer, procedieron a introducir en el vestidor a Camila y entre las dos con sumo cuidado la vistieron con un precioso vestido de rica seda bordada en tono blanco y ligeros encajes en suaves colores azules.
Su padre que la esperaba al pie de la escalera la tomó de la mano conduciéndole hasta el majestuoso comedor retirándole la silla para que tomara asiento.
Con gran cariño se inclinó hacía ella y sacando de su levita un hermoso pañuelo de batista, retiro de aquella boca deseable dos hilos de baba que escurrían por las comisuras de sus labios.
Dios al nacer la Bella olvido dotarla con el más importante de los dones…la inteligencia

2 comentarios:

MARIA JESUS dijo...

Que lastima, como que no se puede tener todo, me alegra leerla, un beso.

Gelen dijo...

La belleza de una mujer, no esta en la figura o en la forma como se peina, la belleza de una mujer tiene que ser vista en sus ojos, porque son la puerta de su alma, el lugar donde habita el amor.

LA AUTORA

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