Victoria en la cubierta del barco estaba plácidamente tomando
el sol de la mañana, mientras Alejandro se encontraba manipulando la radio y tomando
contacto con el Ensueño.
-¿Tomás me escuchas? –
-Si, Alejandro, te escucho, ¿Cómo estás, como va tu herida?
–
- Ya te dije que cuando abrí los ojos y vi junto a mí a
Victoria, sabía que ella era la única medicina que necesitaba, nunca me he
encontrado tan bien.
-Alejandro, es la primera vez que te veo así, siempre me decías
que nunca encontrarías una mujer para ti y pese a ser muy joven parecía que
habías renunciado al amor. -
-Pero no era por creerme yo más que nadie, solo era porque
sin saberlo mi intuición me decía que había alguien especial, y surgiría algún
día y ese día, ya llegó. -
-En el pueblo todos están esperándote, esperan verte pronto recuperado. Las que están defraudadas son
todas las mujeres, todas esperaban ser ellas las elegidas por ti. -
Alejandro rió de buena gana con lo dicho por Tomás. Y hasta su cara se subieron los colores.
-Bueno, dejemos esta conversación y dime ¿los encargos que
te hice están en marcha? -
-Por eso no debes preocuparte, hemos hecho todo lo que tú
nos has pedido y cuando llegues veras que todo es como tú lo deseas. -
-Te lo agradezco, Tomás, deseo que todo salga bien. -
-Alejandro, en unas horas podrás ponerte al timón del
Ensueño. -
-Gracias amigo, no tengo como pagarte. Hasta pronto, te
espero. -
-Hasta pronto. -
Alejandro subió a cubierta y se paró junto a Victoria,
todavía no podía creer que ella hubiera vuelto junto a él, y los días tan maravillosos que estaban pasando
juntos, a veces tenía que pararse junto a ella y cerciorarse de que no
era un sueño! ¡ Dios, como la amaba !Victoria sintió la presencia de Alejandro, abrió los ojos y mimosa extendió los brazos abiertos hacía él.
Alejandro se apresuró a ir junto a ella, la agarró tirando de ella y los dos
cayeron al suelo dando vueltas y riéndose.
-Tramposo, me las vas a pagar y empezó a hacerle cosquillas
por todo el cuerpo, Alejandro se retorcía de risa e intentaba coger a Victoria
desprevenida, pero ella llevaba la batalla ganada ya que él apenas tenía
fuerzas debido a la risa.
Victoria soltó a Alejandro,
se levantó poniendo los brazos en jarras y dijo – No puedes conmigo yo
tengo mis trucos, tu eres muy fuerte pero yo soy más astuta –
Alejandro todavía en el suelo con las secuelas de las
cosquillas, se la quedó mirando y dio un portentoso salto el cual le puso en
pie junto a Victoria – ¡Te cogí, ya eres mía !-la tomó entre sus fuertes brazos
e inclinó su cuerpo y así ya rendida a él, le dio un beso perverso…
Perverso, porque su lengua buscó cada rincón de aquella boca
golosa, y luego jugaron una con otra a succionar hasta el último
resquicio de ellas Una vez más no podían
parar, sus bocas se negaban a separarse, mientras sus cuerpos se estremecían de
placer. Victoria enredó sus dedos en el pelo de Alejandro y acariciándole le obligó a ponerse los dos
de rodillas, luego le empujó con ansia hacía al suelo y ahora fue ella la que se
abalanzó sobre Alejandro llevando la iniciativa, sus manos empezaron a explorar
el cuerpo de él, lo recorrían como si nunca lo hubiera acariciado, lo besaba
sin dejar un espacio y Alejandro
excitado y rendido respondía a sus
caricias entusiasmado por que fuera ella la que le mostrara así todo su amor.
El mar fue el único testigo de aquellos cuerpos unidos en uno solo.
La cubierta del barco, parecía un campo de batalla
después esta explosión de amor, las
ropas de ambos y varios utensilios del barco estaban en el suelo en un enorme
desorden.
-¡Eh, mi mujercita se
está volviendo muy atrevida … -
- Tú me enseñaste –Le dijo burlona
-Por supuesto quiero que cuando hagamos el amor, nada te
corte ni te cohiba, que goces con mi cuerpo y con mi alma, que me hagas tuyo
igual que cuando yo quiero hacerte mía.
Victoria, se acercó más y poso sus labios sobre los de
él y le dio un beso lleno de ternura.
-Bueno señorita, subamos al bote y vamos a la playa, Tomás
está por venir y quiero encender un fuego para cenar y charlar con él, tendrá
muchas cosas que contarnos.
Bajaron del barco y subieron al bote, el día era esplendido,
ni una nube en el horizonte, el cielo de un azul turquesa se confundía con el
mar y solo el sonido de los remos y de unas mansas olas interrumpían el
silencio de la naturaleza en todo su esplendor.
-Tienes razón al amar tanto el mar y la naturaleza, en las
ciudades, estamos ciegos a estas maravillas que están cerca, junto a ti he
reparado en ellas, he comprendido lo hermoso que puede ser lo que nos rodea y
que con solo reparar en ello y contemplarlo abres el corazón a la felicidad y
si estas con la persona que amas, es un
circulo completo en el que tú eres el
centro del que nunca desearías salir.
-Muy bien cariño, otra cosa más que estamos descubriendo
juntos y que te hace feliz, yo solo deseo tu felicidad.
Alejandro enfiló el bote hacía la playa sus fuertes brazos,
hacían que los remos se movieran muy ligeros pero a la vez hacía que el bote se
deslizara suavemente.
-Alejandro, todavía es pronto, podríamos dar una vuelta a la
isla para verla desde el mar y despedirme así de ella.
-Lo que quiera mi dueña, pero la despedida, no será por
mucho tiempo, aquí hemos descubierto el amor, somos felices, y quiero que
volvamos pronto.
La isla desde el mar era aún más hermosa que estando en
ella, sus pequeñas playas de arenas blancas, sus calas entre rocas salientes al
mar de un verde brillante alfombrado de aquellas exquisitas y salvajes flores,
y al fondo las copas de los enormes árboles donde habían hecho el amor, todo
ello invitaba a visitarla, una y mil veces más.
Al fin llegaron a la
playa donde se encontraba su campamento, Alejandro paró el bote y sin darle
tiempo a Victoria a nada la cogió en sus brazos. Victoria con picardía le miro
y sonrió, rodeó su cuello y mientras acariciaba su cabeza y su nuca le dijo –Se te va a hacer costumbre el llevarme en
brazos –
-Para que veas que soy un hombre fuerte – dijo Alejandro con
voz guasona.
-Ya, ya veo, pero yo tan poco soy una mujer débil. –
-Eso ya lo he comprobado tú me has vencido en todo lo que te
has propuesto. Desde que te vi caí rendido a tus pies.
Así llegaron al refugio gastando bromas y riendo. Llevaban
allí poco tiempo cuando vieron en el horizonte asomar la silueta del Ensueño.
Alejandro se levantó y salió corriendo diciendo a Victoria: -El que llegue primero a la playa , pierde y
le tiene que dar veinte besos seguidos al otro - Victoria riendo salió detrás
de él intentando cogerle, pero al momento se dio cuenta de lo que había dicho
Alejandro, y empezó a andar con parsimonia.
-Corre, corre, preciosa, que te voy a ganar…
- No, no corro, corre tú, y yo voy preparando los veinte
besos, porque eres un tramposo, gane o pierda nos daremos los veinte besos.-
Alejandro se volvió
hacía ella y rodeándola la besó cuantas veces quiso. – Esto es un adelanto -
Tomás se alegró mucho de ver a su amigo ya restablecido del
todo, le encontraba, feliz, alegre, y muy enamorado de Victoria.
-Veo que te has repuesto muy pronto, no hay ni rastro de la
herida, Victoria fue muy valiente y no dejó nada al azar.-
-No, yo en mi ofuscación creía que Alejandro estaba muy mal
y que se debía a la herida, pero ya ves, era mucho más pequeña de lo que
pensábamos y sanó muy rápidamente, su estado era por la deshidratación y eso
enseguida lo superó.
Alejandro sonrió mirando a Victoria y los dijo.
-Esta mujer tenía que haber sido costurera y enfermera,
tiene un temple que ninguna otra mujer lo hubiera tenido, la herida no me ha
molestado y solo quedara de ella un recuerdo junto a mi tatuaje, esta pequeña
herida será otro tatuaje, pero de amor, que llevaré conmigo hasta que muera.
Alejandro era otro hombre,
Tomás comprobaba las atenciones
que tenía con Victoria y quedaba asombrado, jamás le había visto comportarse así con una mujer, él era educado
con ellas y respetuoso, pero de ahí no pasaba, ellas se mostraban con él zalameras
y complacientes y era cierto que en ocasiones se marchaba
con alguna de ellas porqué todas se le hubieran entregado allí mismo, pero al
poco volvía con ellos a la cantina y nunca dejó
que alguna esas muchachas se hiciera ilusiones. -
Cuando volvía con ellos toda la tripulación en broma le
reprochaba que no se entusiasmara con
ninguna de ellas, Alejandro vergonzoso, se disculpaba diciendo que creía que nunca encontraría a una mujer
para él, tenía que ser especial, no sabía cómo, pero él lo sabría al momento de
conocerla.
-Bueno, a ver si la encuentras ya, y nos dejas el campo
libre para nosotros, porque estando tú ninguna se fija en estos pobres marineros.
Esto le molestaba y abochornaba, él no se creía nada
especial y no creía lo que decían sus amigos de que él era hombre más deseado.
Cenaron cerca del fuego, Tomás al terminar le dijo a Alejandro.
-Veo que te has convertido en un verdadero isleño, no has
querido comer de la comida que os he traído y has preferido tu pescado
ensartado al fuego. -
-Bueno, ya habrá tiempo suficiente para comer otras cosas,
hoy es el último día aquí, este lugar se ha convertido en nuestro Paraíso.-
-Victoria, noto muy cambiado a Alejandro, su carácter se ha
dulcificado y sus modales casi son de un caballero, ¿tú has sido quien has
domado a este patán?. –
- Ja ja, ja,tienes razón,
Alejandro ya no es ese patán de cuando le conocí, me quería tirar al mar.-
Entonces terció Alejandro
-¡ Eh, que estoy aquí ¡ en el barco me comporté contigo así
porque en mi interior tenía miedo de ti, aquella sensación que noté al mirarte
por primera vez, me avisó de tú eras la mujer que estaba esperando y reaccione
de esa manera tan brusca, pero jamás te hubiera tirado.
- Y ahora cuéntanos como están las cosas en el pueblo.-
-Pues, ya he mandado a hacer las pequeñas reformas que
necesitaban las naves del muelle, también he hablado con los pescadores y están
esperando a que tú los convoques ya que les he explicado tu idea y están
entusiasmados.
-¿Queréis café? -
Dijo Victoria levantándose.
- Buena idea contestaron los hombres-
Victoria se alejó y Tomás aprovechó para hablar con
Alejandro de otros encargos que él le había encomendado y que no podían hablar
delante de ella.
-Todo está listo, no sabes lo que nos hemos movido los
chicos y yo, y ahora mismo ellos están terminando el encargo especial que tú
nos pediste.
-Os pusisteis en contacto con…
-Sí, con tus indicaciones no fue difícil, pero, lo difícil
fue que creyera lo que le decía, pero ya está solucionado.
Mientras Tomás hablaba, Alejandro no dejaba de mirar a
Victoria, la seguían en todos sus movimientos, sus ojos
reflejaban, admiración, cariño, ternura.
-Eh ¡amigo¡ no me estás haciendo caso, no quitas tus ojos de
encima de Victoria, estas embobado.
Alejandro volvió a lo que su amigo decía, dejó de mirar a
Victoria y le dijo a Tomás.- No sé lo que me pasa con Victoria, no
puedo dejar de mirarla.-
-Pues una cosa muy sencilla, estás enamorado por primera
vez.
Tomás, volvería en el barco que había traído a Victoria. Los
dos hombres ya habían transportado todos los enseres a los barcos. Victoria y
Alejandro se despidieron de Tomás y en el bote se dirigieron hasta donde estaba
anclado el Ensueño.
La escala estaba echada. Alejandro subió delante y tomó a
Victoria por una de sus manos ayudándola a subir, estaba pendiente de que no
fuera a dar un traspiés y resbalara. Al fin llegaron a la cubierta y el la
recibió en sus brazos.
-Ahora te voy a enseñar las faenas del barco, primero
recogeremos la escala.-
Los dos se acercaron a donde se encontraba la escala y él la
dijo.- Ahora tira con fuerza de ella para recogerla.
Victoria ayudada por Alejandro hizo subir la escala y esta
quedó recogida.
-¡Muy bien, y ahora a desamarrar el barco.-
-Y eso cómo se hace Capitán?
-Estas cuerdas, hay que desatarlas y tirar hasta subir el
ancla, pero ten cuidado con tus preciosas manos, puedes lastimarte al pasar la
cuerdas por ellas.
Alejandro y Victoria tiraron de las cuerdas y el ancla subió.
- ¡Cuidado apártate!
-Cuánto pesa, ahora voy comprendiendo lo duras que son las
faenas del barco. –
-¡ ja, ja, ja,! Pero si esto no es nada, todavía no
hemos zarpado.-
El viaje fue como lo habían sido los días anteriores, llenos
de caricias, besos y pletóricos de felicidad, parecían que cualquier cosa por pequeña que esta
fuera, tomara una dimensión impresionante y esos los hiciera estar flotando en
un mundo nuevo, distinto.
-Ahora mi amor, tú vas a llevar el timón.- Alejandro que era el¡ que hasta ahora lo llevaba, dejó paso a Victoria para
que se pusiera al mando, luego la rodeó con sus brazos tomando también el
timón y empezó a darle explicaciones .
-Gira ligeramente a estribor.-
-Por favor Capitán me puede decir donde esta estribor?
-Estribor es la derecha según miras a la proa.
-¿Y me puedes decir que es la proa?
-Mentirosa eso si lo sabes.- río Alejandro mientras abrazaba más fuerte a Victoria y la
besaba por su sugerente cuello.
-¡Contrólese segundo piloto!
Que el piloto no puede maniobrar así
Desde allí mirando hacía la proa el horizonte parecía una
línea perfecta.
-Vamos a mi camarote.-

-Alejandro…
-¿En qué estás pensando, en qué quiero hacer amor el amor contigo?, no, no eso, bueno…eso
en cualquier momento lo deseo, pero ahora no se trata de eso, anda ven… - Y
tirando de ella la arrastró hasta el camarote. Allí se encontraban dos equipos
de buceo completos. –
-¿Te gustan? Quiero enseñarte las bellezas que esconde el
mar en sus profundidades, lo quiero hacer así como lo hizo mi padre conmigo.-
-Pero yo no sé bucear, alguna vez lo he intentado pero
enseguida me he tenido que salir. –
-Pero, ahora voy yo contigo y además este equipo es de los
mejores.-
-Cuando te conocí, tú tuviste que bucear a pulmón porque en
el Ensueño, no usabais equipos de buceo.
-Sí, pero yo le pedí a Tomás qué comprara dos de los
mejores, quería que tú descubrieras
junto a mí las maravillas del mar.
Subieron a la cubierta y se pusieron los equipos, después
Alejandro y Victoria se sentaron en un
costado del barco de espaldas al mar y él cogiendo de la mano a Victoria tiró
de ella para caer de espalda. Después se sumergieron, una mano de Alejandro no
se separaba de la cintura de Victoria mientras con la otra iba abriendo camino
hacía la profundidad.
La experiencia estaba siendo maravillosa, vieron extensos
bosques de grandes plantas mecidas por los embates del mar, grandes praderas de
hierbas marinas, bordeadas por
extensas
montañas, todo ello lleno de plantas y flores increíbles, erizos,
esponjas, peces y especies marinas que habitaban allí, bien en el suelo
de las llanuras,
bien entre las rocas de aquellas extensas montañas ,
la población de diversos peces de numerosos tamaños y
colores se cruzaba antes ellos formando hermosas figuras y también se mezclaban
con ellos . Victoria quedo extasiada ante
los arrecifes coralinos. Alejandro sacó su cuchillo y cortó dos preciosos
corales.
La excursión fue muy placentera y Victoria quería retener
todo en su memoria, nunca podría agradecer los suficiente a Alejandro el mundo
tan maravilloso que le estaba descubriendo.
De vuelta al barco, Victoria se agarró al cuello de
Alejandro y empezó a besarle como una loca.
-Espera, espera, que nos quitemos el equipo.-
-No puedo esperar, me estás enseñando un, mundo nuevo,
maravilloso, no sé cómo agradecértelo, y siguió besándole.-
-Sí, sí, que sabes…- Dijo Alejandro con voz irónica.

-Mi amor, amo el barco, amo el mar, amo la vida que me estás
descubriendo y por encima de todas las cosas te amo a ti, gracias mi amor.-
-Gracias a ti por existir, por haber llegado a mi vida, por
cambiarme y sobre todo por haber elegido quedarte conmigo.
En la travesía Victoria aprendió a muchas de las faenas que
a diario se hacían en el barco, limpió cubiertas, arregló redes, preparó
cuerdas, pintó partes del barco que lo necesitaban, todo esto lo hacía
entusiasmada, no se le daba mal.
Alejandro, se acercó a ella y le puso en su cuello uno de los corales que había arrancado en el arrecife.
-Por
ahora lo llevaremos con este cordón, cuando lleguemos al pueblo
mandaremos ponerlos en una bonita cadena, uno para ti y otro para mí,
nunca me lo quitaré.
-No, dejalo en el cordón se ve precioso, y yo también lo llevare siempre.
Ya se veía el muelle y Alejandro al timón preparaba el barco
para su atraque, junto a él Victoria observaba la maniobra.
-Eres el mejor Capitán del mundo, bueno… al menos eres el
mejor que he conocido dijo burlona y rápidamente se apartó de Alejandro porque esperaba que la cogiera por burlarse de él.
-Señorita guasona, yo pensaba nombrarte Capitán del Ensueño,
ya que en estos días has demostrado capacidades para ello, pero ahora por decirme
esto, ya se me quitaron las ganas.
En el muelle esperaba la tripulación del Ensueño, todos
agitaban sus gorras y gritaban el nombre de Victoria y Alejandro.
Los dos juntos bajaron la escala y al momento el Ensueño se
llenó de todos los miembros de la tripulación. Tomás llevaba varios paquetes en
sus brazos y al momento se los dio a Alejandro, después les habló en nombre de
todos y les dio la bienvenida.
-Ahora si no os importa tengo que hablar con Alejandro un
momento.- Dijo Tomás.- Los dos hombres se apartaron de los demás y Tomás le
dijo a Alejandro.
-En esos paquetes tienes el vestido que escogiste para
Victoria y también la camisa y pantalón para ti, y ten tu encargo especial.
-Gracias Tomás, quiero que todo salga muy bien, que sea
maravilloso, otra vez gracias, amigo.
Salieron a la cubierta y Victoria estaba charlando con toda
la tripulación como si los conociera de siempre.
-Bueno muchachos, os agradezco mucho vuestra bienvenida,
pero ahora quiero quedarme solo con Victoria, tengo algo que hablar con ella y
perdonarme pero vosotros sobráis.
Todos los hombre sonrieron, ellos ya sabían lo que Alejandro
le diría a Victoria.
Cuando abandonaron el barco Alejandro se acercó a Victoria y
la propuso bajar al camarote, una vez allí, abrió los paquetes que trajo Tomás
y extendió sobre la cama un vestido blanco, era extremadamente sencillo pero
muy elegante, después también puso sobre la cama un pantalón blanco de tela muy
ligera y una camisa a juego para él.
- ¿Te gusta el vestido?
Vamos a vestirnos así, los chicos nos han preparado una sorpresa y desde aquí
nos vamos a la cueva de la Orquídea.
¿La cueva del Orquídea, que es?
-Tu déjate llevar, es un sitio, único, mágico…
Victoria
se puso el vestido que le había comprado Alejandro, aquel vestido,
blanco, etéreo, al andar su tejido suave y liviano se movía
ondulándose alrededor de su precioso cuerpo, a la vez que su tela dejaba
intuir
lo que había debajo de ella. Alejandro cuando la vio así vestida no pudo
reprimir un suspiro, era la mujer soñada, bella, inteligente, lo reunía
todo y
verla así hacía que se le cortara la respiración.
-¡Dios mío, estás preciosa! Vámonos pronto o de aquí no
salimos… -
-Tú también, estás muy guapo, me gusta tu cuerpo, tu cara,
todo de ti, pero más me gusta tu forma de ser, lo buena persona que eres
y tu alma, eres único.
Alejandro tomó de la mano a Victoria y bajaron del barco.
-Un paseo y ya estamos allí.-
Salieron del puerto y enfilaron por la playa,los dos se
descalzaron y fueron al borde del mar dejándose bañar los pies por las olas.
-Ven, ¿ves esas rocas? Allí vamos-.
En el trayecto hacía la cueva, el ocaso había dado paso a la
noche y la luna brillaba con gran intensidad.
Alejandro precedió a Victoria, la llevaba agarrada de la
mano y la ayudaba a subir por las rocas camino de la cueva.
-Tengo que decirte que este lugar para mí es muy importante,
aquí he pasado muchas horas de mi niñez y de mi juventud, he venido muchas
veces a reflexionar y otras a pedir consejo a mi padre, aunque él ya estuviera muerto, por eso quiero
compartir contigo este lugar tan especial. -
Se pararon a la entrada de la cueva y Victoria vio asombrada
que de allí salía mucha luz. Cuando cogida de la mano de Alejandro dio un paso
hacia adentro, quedó maravillada, la cueva estaba iluminada por velas y pétalos
de rosas formaban el camino desde la entrada hasta donde se encontraba una mesa perfectamente
dispuesta para dos personas, y más allá, donde la cueva se ensanchaba
había un lecho sobre preciosos pétalos rojos de rosas. Miró a Alejandro y pudo ver en
sus ojos un poco humedecidos, todo el amor que este sentía por ella.
-Mi amor, nunca…pensé que se podría amar como yo te amo.
-Ven sentémonos. –
Alejandro deslizó la
silla para que ella se sentara y luego tomó asiento. Sobre la mesa en una cubitera reposaba una botella de vino
tinto y una rosa.
-Tomemos un poco de vino y brindemos por nuestro amor.- Dijo
Alejandro sirviendo vino en las dos copas. Chocaron sus copas y por encima de
la mesa se dieron un dulce beso.
-Mi amor, quiero que sellemos nuestro amor. – Cogió la rosa
y la ofreció a Victoria. Ella extendió su mano para cogerla y entonces vio que
escondida en ella estaba un precioso anillo de compromiso.
-Victoria…perdona, me estoy poniendo un poco
nervioso-…quieres casarte con este hombre, que desde el primer momento que te
conoció solo ha hecho que amarte y que quiere envejecer y estar contigo hasta que muera y más allá.

Victoria visiblemente emocionada, le respondió a Alejandro.
-No deseo otra cosa, gracias mi amor, no esperaba esto, no
era necesario, yo ya estaba comprometida contigo, pero este detalle por tu parte me confirma lo buena persona y lo
detallista que eres con los que te queremos.
Alejandro tomó la mano de Victoria e introdujo el anillo en
el dedo, después la mano de Victoria quedó entre las de él, y él puso una mano
debajo de la ella y la otra encima y a
la vez que la acariciaba, dio un ligero apretón sintiendo el anillo que la
acababa de poner y que era el símbolo de su amor por ella. Después llevó la mano
a su boca y la beso intensamente.
Los ojos deseosos de Alejandro envolvieron el cuerpo de
Victoria la hizo levantar y los dos se abrazaron en un abrazo
interminable, sus pulsos se aceleraron y latían fuertemente en sus corazones y
sienes, todo su cuerpo pedía más del otro. Alejandro deseaba hacer suya a
Victoria, pero todo sin prisa, recorriendo poquito a poco su cuerpo, esperando
que ella estuviera preparada, que sus
deseos fueran uno, la enfrentó a él y empezó a acariciarla, sin prisa, tan suave,
tan cadencioso, tan enervante, que el cuerpo de Victoria, empezó a responder de
la misma manera, el vestido de ella se ataba por delante hacía un lado con una
lazada, Alejandro deleitándose tomo las puntas del lazo y con sus dos manos lo
deshizo, despacio, despacio, Victoria vibraba de deseo, al fin el cuerpo de
ella se mostró a él al quedar
su vestido
abierto. Alejandro llevo su cara hasta el cuello de ella, con ella la
acaricio
y empezó a darle pequeños besos por el cuello apartando su cabello hacía
un lado con una mano, su boca bajo por el inicio de los senos, y luego
por todo el cuerpo,después mientras la
besaba en el hombro con un dedo separó
el tirante del sujetador y lo dejó resbalar por el brazo de ella, Victoria
temblaba, se apretaba a él, no podía soportar más deseaba entregarse a él,
Alejandro rodeó el cuerpo de Victoria con las dos manos y desabrocho el
sujetador dejándolo caer junto con el
vestido, la cogió en sus brazos y la llevo hasta el lecho de rosas, allí la
deposito, mientras él se despojaba de su ropa, después se echó sobre ella
acariciándola y susurrando palabras de amor que eran correspondidas de la misma
manera por ella.
Después,
todo fue una
explosión de amor, sus cuerpos se unieron en uno hasta el amanecer.
-Perezosa, despierta, todavía tienes muchas sorpresas por
descubrir.- y la puso una rosa roja en el pecho.
Victoria, despertó y
quedó maravillada por la belleza de la cueva, la luz de la noche anterior
cálida, intima, ahora dejaba paso a un torrente de luz blanca, brillante que
entraba por la apertura natural del
techo y la inundaba de una luz radiante.
Victoria cogió la rosa de su pecho y la beso, ofreciéndosela
a Alejandro, después buscó su ropa entre los pétalos de rosas y comenzó a
vestirse.
-Alejandro, me puedes abrochar el sujetador?
-Pues no señorita, si lo intento no nos vamos de aquí.
Victoria extendió su brazos y besó y abrazó a Alejandro.
-No, no, lo hagas… tenemos prisa y si haces eso nos quedamos.- Dijo Alejandro riendo.
-¿Dónde vamos ahora?
-Es una sorpresa, pero sé que te va a gustar.-
Fueron paseando por la playa, el día era esplendido, ni una
nube, el cielo , el mar en calma lamia sus pies descalzos.
-Aquí, aquí es… -
Dijo Alejandro parándose enfrente de una casita solitaria en la playa,
en su porche lucían gran cantidad de macetas con flores de distintos colores,
era una casa humilde, pero preciosa, su techo de teja vieja, sus arcadas y sus
paredes encaladas, la hacía única.
-¿De quién es?- Preguntó Victoria.
-¿ Te gusta? Es tuya
y mía.-
-Pero Alejandro, tú no tienes casa, vivías en el Ensueño.
-Sí, sí la tenía, era de mis padres, pero cuando murieron,
no quise volver, me refugié en el Ensueño, de vez en cuando la mandaba reparar
los desperfectos y ahora mientras estábamos en la isla la hice renovar.
-Alejandro, mi amor, es preciosa.
Pasaron 15 días, Victoria fué a la costurera
del pueblo y encargó un vestido, no quería un vestido caro ni de modistos
conocidos, Alejandro había intentado que Victoria fuera ese día con el mejor y
más bello traje, pero ella otra vez le volvió a decir- Quiero compartir tu vida
en todo sus aspectos, no necesito trajes caros para sentirme feliz, ahora y en
día de nuestra boda¿ te es tan difícil comprender que te amo con toda mi vida y
amo también tu forma de vivir? .-
Al día siguiente todo el pueblo estaba por la calle, las campanas
de la iglesia desde el amanecer no paraban de sonar, la plaza estaba adornada
por farolillos y banderolas de muchos colores, Alejandro había mandado traer para
los niños atracciones de feria, el
pueblo lucia esplendoroso y estaba mejor que en sus propias fiestas. También
las calles por donde debían pasar los novios estaban engalanadas con guirnaldas
de flores y luces para cuando cayera la noche.
La Iglesia desde la puerta lucía una bonita alfombra roja y
toda ella estaba adornada con flores blancas.
Alejandro llegó en compañía de su amigo Tomás, él iba a ser
su padrino. Cuando llegaron la iglesia ya estaba a rebosar y mucha gente
esperaba en la calle. Todos le vitorearon y Alejandro más feliz que nunca les
correspondió con mucha efusividad. Era el novio más guapo que jamás se hubiera
visto. Ese día muchas muchachas iban a ver sus ilusiones frustradas., Alejandro ya tenía dueña.
Visiblemente nervioso esperaba en en la puerta de la iglesia
a que Victoria llegara, todos sus amigos le rodeaban acompañándole en ese día tan especial, y él
pronto iba a tener lo que más quería.
Llegó
Victoria en una calesa blanca tirada por caballos también blancos, estaba
hermosa, su cara resplandecía de felicidad,su vestido era tan perfecto que no
debía envidiar al que le hubieran hecho los grandes modistos, su preciosa melena
ahora recogida con un gran broche de piedras blancas, enmarcaban el perfecto
ovalo de su cara, sonrió y saludó a todos los que allí se encontraban.
Alejandro
entró a la iglesia, mientras la orquesta tocaba la marcha nupcial.
Tras de él,
marchaba Victoria del brazo de Tomás-
Alejandro
llegó al altar y no pudo controlar su nerviosismo, ver a Victoria del brazo de
Tomás viniendo hacía él le producía una felicidad ¡Dios mío, cuanto amo a esta
mujer!.
Victoria
llegó a la altura de él y desprendiéndose del brazo de Tomás se unió a
Alejandro, pero antes lo miró a los ojos y le transmitió así su amor, luego
los dos se agarraron de la mano
El sacerdote
ofició la misa con gran emoción ya que apreciaba mucho a Alejandro, él siempre
había colaborado con una contribución en metálico para ayuda de los pobres y en
cualquier tarea que hubiera necesitado la iglesia, siempre se podía contar con
él.
Un coro de
voces blancas, fueron los que cantaron durante toda la misa.
Victoria,
varias veces tuvo que enjugarse las lágrimas, Alejandro la consolaba apretando su
mano.
-Victoria,
quieres a Alejandro aquí presente, para compartir todos los días de tu vida
así en la salud como en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y serle fiel,
hasta el fin de vuestros días?
-Si, si,
quiero.-
Alejandro,
quieres
a Victoria aquí presente, para compartir todos los días de tu vida, así
en la salud como en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y
serle fiel hasta el fin de vuestros días
-Sí, sí,
quiero.
-Desde ahora
sois marido y mujer, lo que ha atado Dios... que no lo separe el hombre.
- Puedes
besar a la novia.
Los dos se
fundieron en un dulce y largo beso. Los amigos aplaudieron y corearon sus nombres.
Luego ya marido y mujer, salieron por aquel pasillo adornado por la alfombra
roja y lleno de flores, a cada momento debían pararse ya que todos los allí
presente querían felicitarlos.
Al
salir a la calle, los que no habían podido acceder a la iglesia
hicieron que volvieran a besarse.
Los novios
subieron a la calesa que había traído a Victoria, mientras todo el pueblo
marchaba hacía la plaza.
En la plaza
se había puesto un entarimado donde estaba una orquesta y donde se podía
bailar, la fiesta parecía que no iba a acabar hasta el día siguiente, todos
bailaban y tomaban de los ricos platos que de tanto en tanto les ofrecían los
camareros. Los niños estaban entusiasmados con las atracciones y subían a ellas
una y otra vez.
Los novios
abrieron el baile y aunque a Alejandro no se le daba muy bien, eran la pareja
perfecta, nadie reparó en eso. Durante la velada los novios tuvieron que bailar
con muchas otras personas que requerían el poder bailar con ellos, algunas
muchachas aprovecharon para estar aunque fuera un rato entre los brazos de
Alejandro
La fiesta
estaba en todo su apogeo, cuando Tomás dio la orden de echar los fuegos
artificiales. Victoria y Alejandro los vieron abrazados, el cielo se iluminó
con maravillosas figuras de distintas formas y colores, mientras su ruido también
acompañaba a los presentes.
-Ya va
siendo hora de que nos retiremos.-dijo Alejandro.
Un murmullo
de desaprobación siguió a sus palabras.
-Estamos
cansados, han sido muchas las emociones de hoy.-
-Si, mi
marido tiene razón dijo Victoria.-
Alejandro
miro a Victoria embobado, era la primera vez que ella le nombraba como su
marido.
-Veis, mi
esposa, también está cansada.- y miró a Victoria para ver qué cara ponía ella a
oír la palabra esposa. Efectivamente, su cara se iluminó y en sus ojos pudo ver
lo mucho que le gustaba escuchar llamarla así.
Después de
muchos conatos de despedida al fin pudieron subirse al coche y que les llevara
al muelle. Allí se encontraba el Ensueño, Alejandro ayudó a subir a Victoria.
El Ensueño,
había sido remozado, ahora lucía esplendido, bajaron al camarote, ahora no era
el camarote descuidado, de antes, todo era nuevo y estaba adornado con velas y
flores, sobre la cama, otra vez cientos de pétalos de rosas la cubrían.
-Mi amor,
quiero que sepas que cada día que pasemos juntos, pondré todo mi empeño en que
sea mejor que el anterior y que así nuestro amor vaya creciendo cada vez más
hasta que seamos viejecitos.
-Alejandro
mi amor, yo te prometo aquí en este barco tan simbólico para nosotros, que nos
unió, que cada día junto a ti será como el primero y que nunca dejaré que este
amor se marchite y que cuando seamos viejecitos sea más grande aún que él que
hoy nos tenemos.
Los dos se
abrazaron fuertemente y sus bocas se unieron en un beso-
El Ensueño partió
hacía una luna de miel, pero también así empezaba un viaje largo de toda una
vida juntos.
FIN