viernes, 6 de diciembre de 2013

LA ESPERA




 Desde donde se encontraba su vista abarcaba un paisaje impresionante, que  era tan perfecto que parecía dispuesto por una mano maestra.

Al fondo unas altas montañas con los picos nevados, por sus laderas cubiertas de diversas clases de árboles, desperdigados se encontraban unas preciosas casitas de madera  rodeadas de un césped cuidado y brillante, otras contaban con corrales con animalitos y podían verse por allí gallinas , conejos, y en algunas hasta un cerdito.
Entre las montañas y en un precioso valle discurría un rio de plata, donde algunas mujeres lavaban sus ropas y cerca de él. plantaciones de múltiples labrantíos de verduras y legumbres, también cerca del rio un molino movía sus aspas con la fuerza de las cantarinas aguas.
A lo lejos un pueblito de calles apretadas, casas pequeñas, humildes y muy blancas. Por sus calles discurrían muchas personas, unas llevaban de la mano las riendas de un burrito, otras transistaban con cestos apoyados en la cadera o en la cabeza llenos de productos del campo.
A las afueras del pueblo, se encontraban desperdigados diversos talleres donde artesanos, se afanaban en su trabajo.
Ël llevaba allí mucho tiempo, no recordaba cuanto, no podía moverse le dolían todos los huesos pero no le importaba el acontecimiento lo merecía, ya le faltaba poco para llegar hasta donde todos se dirigían, pero eran tantas las horas  que llevaba allí,  tantas las horas de espera que se moría por llegar.
No podía verlo bien pero la escena era conmovedora, todos quedaban maravillados  y caían de rodillas cuando llegaban cerca.

En esas cavilaciones estaba cuando fue agarrado y levantado por los aires  oyó una voz junto a él que decía –Este pastorcillo y sus ovejas ya va siendo tiempo que lo acerquemos al portal, que bonito nos ha quedado este año el Belén, mira los Reyes Magos y la estrella.
-Si  pero lo más bello es ese niño, tan precioso y tan pobre, solo la mula y el buey le procuran un poco de calor.
El pastorcillo ya más cerca del pesebre rodeado por sus ovejitas fue al fin feliz, su espera había valido la pena. El niño Dios había nacido.       

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LA AUTORA

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