jueves, 14 de noviembre de 2013

EL MAR TE TRAJO A MI - 12ª PARTE



Cuando despidieron a sus amigos, la pareja, fuertemente enlazados caminaron hacía la protección de la tienda.
Alejandro se paró, se enfrentó a Victoria y acercando su cara a la de ella, con su mejilla acarició la de ella, rozando suavemente su cara con la de él. Apartó así un mechón de pelo que le molestaba y posó su boca en la  oreja de Victoria, la mordisqueó con delicadeza y susurró al oído
- Deseo desesperadamente besarte - su voz entrecortada por el deseo y el suspiro contenido, hicieron que ella se estremeciera y ofreciera sus labios. Victoria también deseaba ese beso y la desesperación de Alejandro por besarla quedo aplacada  en parte por los múltiples besos  que allí mismo se dieron.
Las huellas de sus pisadas quedaron marcadas en la playa, huellas de dos personas  pero una sola alma que marchaba hacía un futuro junto.

Su vida en el Paraíso estaba empezando.

Alejandro  comprendía que Victoria había hecho un gran sacrificio al dejar su vida en la gran ciudad, había renunciado a todo, y él quería mostrar todo lo bueno que podía encontrar en compartir la vida con él. Empezaría por aquella pequeña isla, un pedazo de Paraíso.
-Victoria, mi amor, me has hecho el hombre más feliz, nuestro amor, alguien o algo, lo pensó , lo planeó, lo creó, o hizo una conjura o un encantamiento de amor, yo nunca me había preocupado por el amor, pero desde que te vi, estoy embobado, fascinado, me tienes loco, no sé lo que me pasa contigo, solo quiero besarte, abrazarte, hacerte el amor…es mágico, no quiero nada más que estar contigo siempre, siempre… dime, piensas igual que yo.?
-Mi amor, sabes que estos días me he comportado como una estúpida, por prejuicios me negaba a compartir este amor, pero quiero que te quede claro que desde el primer momento que te vi, mi corazón te  perteneció, no hubo ni un solo día, ni una sola hora, ni un solo minuto en que abandonaras mi corazón y mi mente. Yo también creo, que los astros o quién sea se alinearon para que tú y yo nos encontráramos allí, en medio del mar.
-Victoria, yo sé que  no somos iguales, que soy un marinero burdo, con poca educación, pero mi propósito es, no que tú bajes hasta mi nivel, quiero yo intentar buscar una vida que nos haga iguales, bueno al menos que no sea como ahora, quiero que si tú me amas y deseas compartir mi vida, no tengas que dejar muchas cosas a las que estás acostumbrada. -
-Alejandro, por ti dejó todo, nada tiene sentido sin ti, yo quiero estar en todo tiempo y espacio junto a ti, para mí no hay nada más importante que tú, ni el dinero, ni el poder pueden comprar un amor como el nuestro, sabes? Yo también estoy embobada, fascinada, solo deseo, como tú, besarte, abrazarte, hacerte el amor. Yo nunca he hecho el amor, jamás tuve la necesidad de amar a ningún hombre, estaba predestinada para ti, hacerme mujer contigo, conocer en tus brazos ese vértigo, ese deseo, y ahora sueño con ese momento.
-Victoria pero antes de entregarte a mí, y siendo lo que más deseo, quiero que escuches, no es que tenga una gran cantidad de dinero ahorrado, pero pensaba en que podíamos intentar hacer una vida juntos, que nos hiciera más iguales, irnos lejos emprender una vida nueva.
-Mi vida, jamás desearía eso, lo que me propones lo he dejado atrás, yo te quiero así como tú eres, quiero que siempre seas el Capitán del Ensueño, este hombre del que vivo enamorada y que hasta que muera quiero compartir mi vida con él, ese hombre bueno, honesto, cariñoso, fuerte y viril. Tú eres mío y yo soy tuya, y eres y serás mi Capitán. Deseo acompañarte en algunos de tus viajes, aprender a amar el mar como lo amas tú, pasar contigo días de calma y tempestades, siempre juntos, y si algún día no puedo acompañarte, que mi figura sea lo primero que veas cuando llegues a puerto.
-Victoria,  mi vida, lo que propones es lo que yo más desearía, pero algo tenemos que pensar, no quiero que el transcurso del tiempo te puedas arrepentir.
-De que, de haber encontrado el amor?
-No, de haber renunciado a muchas cosas por él,  por eso tengo otra idea. Hace tiempo que compré unas naves en el puerto. Los pescadores estamos muy desprotegidos, algunos tenemos viejos barcos que día por día se van desmoronando, tú y yo  con el dinero que tengo ahorrado podríamos alquilar parte del muelle, y ocuparnos de todos los tramites que los marineros no pueden hacer, bien porque carecen de instrucción o de tiempo, pondríamos una pequeña oficina y un pequeño astillero donde  se pudiera reparar y dar servicio a los barcos, trataríamos con grandes empresas y venderíamos el pescado de todos al mejor precio. Uniríamos a todos los pescadores y le regalaríamos pequeñas  participaciones, para que fueran dueños y así formar entre todos una pequeña compañía.
-Pero eso no te reportaría a ti  casi nada.
-No importa, ¿te parece poco? La satisfacción de ver a mi gente contenta, nosotros seríamos los que nos encargáramos de que ningún barco dejara de faenar por estar averiado o faltarle algún trámite y de que su pescado se vendiera al mejor precio
-Este es el Alejandro que yo quiero, desprendido, siempre pensando en su gente, mi amor, da por descontado que yo quiero vivir contigo y tu gente esa nueva experiencia. Siempre y cuando no dejes del ser el Capitán del Ensueño.
-Será maravilloso salir a faenar contigo, compartir mi trabajo y mi otro amor, hacer que tú también lo ames y lo respetes como yo lo hago. Y si algún día no puedes acompañarme tú serás el faro que me guie
Alejandro la tomó de la mano y la atrajo hacía él, después sus dos manos rodearon su cara y con aquellos ojos maravillosos la miró a los suyos intensamente, después sus manos rodearon delicadamente su cabeza y acercando su cara a la de ella la besó. Después como un chiquillo empezó a correr agarrado de la mano de Victoria  hacía el interior de la Isla.
Isla Perdida, era más que una isla, un islote, su ubicación lejos de las rutas comerciales, la conservaban casi virgen, su arboles crecían milenarios, sus troncos eran inabarcables, fuertes, robustos, llenos de vida, debajo de sus frondosas copas donde anidaban toda clase de pájaros era un perfecto lugar para resguardarse  del sol y el calor, no se veía ninguna vereda por donde antes  hubiera caminado alguien, en su suelo y entre sus rocas, florecían gran cantidad y variedad de flores que le aportaban al paisaje  una belleza salvaje, y lo convertían  en un escenario de cuento 
Alejandro se adelantó unos pasos y extendió su mano hacía Victoria.
-Ven, ven.-
 Victoria se apresuró a ir junto a él.
Alejandro rodeó su cintura la acercó tan próximo a él que ella podía sentir sus latidos y el calor de su cuerpo.
Y extendiendo su mano y abarcando todo lo que desde allí se veía le digo-¿Qué te parece, no es maravilloso? Podía haber un lugar más bello y perfecto para vivir nuestro amor?
Victoria, sonrió y efectivamente, pensó no lo había.
Otra vez Alejandro la hizo correr entre la hierba y las numerosas flores de la isla, parecían dos chiquillos traviesos haciéndose pequeñas caricias o jugando a empujarse o a esconderse detrás de los troncos de los arboles.
Alejandro arrancó la flor más bella que había visto y enredando sus manos en el cabello de ella lo apartó y la prendió de él. Victoria sintió un escalofrió de placer al notar los dedos de él enredados en sus cabello. Le empujó y echó a correr nuevamente, riendo a carcajadas.
-Victoria, ven no te alejes, no vayas a lastimarte.
Victoria se volvió hacía él y su visión hizo contener la respiración a Alejandro, el sol que se encontraba detrás de ella, hacía trasparentar su largo vestido blanco dejando adivinar su maravilloso y deseable cuerpo, al andar hacía que los haces de luz aparecieran y desaparecieran, su cabello resplandecía y se oscurecía, la flor que él la había prendido en el pelo daba aún más belleza al cabello que enmarcaba su precioso rostro, parecía irreal, Alejandro se recreó en esa visión, Victoria era la mujer más bella que había conocido.
-Tienes razón me he lastimado un tobillo…
Alejandro dobló un poco las rodillas y dijo –Sube yo te llevo, agárrate a mi cuello y rodea mi cintura con tus piernas.-
-No, mentira, mentira…dijoVictoria - pero ya se había subido sobre Alejandro y reía.
-Señorita mentirosa, ahora yo te voy a llevar así castigada.
Victoria, aspiró el olor del pelo de Alejandro y empezó a hacerle pequeñas cosquillitas y a darles ligeros besos por el cuello.
-No lo hagas, no lo hagas, tramposa, o ahora mismo te tiro, ya que así no puedo caminar.-
-Alejandro, así me puedes castigar siempre que quieras y mientras decía esto, le enmaraña el pelo con sus manos y jugaba con él.
Todo el día estuvieron gozando de su libertad, descubrían la isla, poco a poco no había prisa, cada paso les llevaba a una nueva caricia a una nueva travesura, eran dos niños descubriendo juntos las maravillas de la isla.
-Capitán, de aquí no me iría jamás, es tan preciosa y excitante esta isla.
-Ah, la isla es preciosa y excitante ¿y la compañía?
-¿Compañía, cual compañía? Yo estoy sola en esta isla solitaria.
Alejandro, riendo la alzó del suelo y la subió en su brazos.
-Que haces? Bájame, mientras reía pataleaba intentando bajarse de los brazos de él.
-Vamos a la playa, señorita embustera.
-Pero así? Bájame, granuja, pero mientras decía eso reía y no dejaba de enlazar sus brazos alrededor del cuello de Alejandro, mientras revolvía su cabello y lo besaba.
Llegaron a la maravillosa playa de arena blanca y aguas azules limpias y trasparentes, allí Alejandro soltó a Victoria, pero antes sus labios habían buscado los de ella y se fundieron en unos besos interminables. Después echó a correr hacía el agua seguido de Victoria, ella se paró un momento y se desprendió del bañador, dejando al descubierto un espléndido cuerpo, Alejandro miró hacia atrás y cuando la vio su respiración se aceleró se acercó a ella y empezó a besar su cuello, su boca, sus hombros…
-Para, para  - Le dijo riendo a carcajadas, pero Alejandro no podía parar. - Ahora quiero bañarme – y  le dio un empujón que le hizo caer en el agua de espaldas. Después corrió para zambullirse, pero él la alcanzó, la agarró fuertemente y cayeron rodando entres las olas, se incorporaron y los dos se salpicaron con el agua, Alejandro la alcanzaba y tiraba de ella para que fuera hacía él, pero otra vez Victoria se zafaba e intentaba meter la cabeza de Alejandro bajo el agua, así estuvieron, besándose, empujándose y jugando. Por fin el agua cubría sus cuerpos y los dos nadaron, muy juntos, sumergiéndose a ratos  y  la profundidad del mar fue también testigo de sus caricias, besos y abrazos.
Cansados decidieron salir , sus cuerpos hermosos brillaban por el agua y agarrados de la mano y parándose a cada instante para besarse llegaron a la playa.
En  aquella arena blanca se sentaron de cara al mar, mirando al horizonte y viendo como el sol declinaba y la luz antes blanca ahora se iba volviendo anaranjada y confería al paisaje una calidez especial que también los envolvía a ellos.
Muy juntos contemplaron como el sol se perdía sumergiéndose en las aguas del mar.
Allí estuvieron hasta que las sombras los embargaron y la luna brillaba ya, cambiando la luz cálida del sol por otra más azul, más sugerente, más mágica.
-Una vez tú dijiste que la noche cuando nos embarga es mágica y nos embriaga y nos hace sentir cosas y sentimientos, yo te conteste que entonces tu era más mágica que la noche ya que tú me embriagabas y me hacías sentir más que ella. ¿Te acuerdas?
-Por supuesto, esa noche sintiendo tu contacto, tus suaves caricias, me volví loca por ti y luego no pude dormir en toda la noche.
-Sí, pero te marchaste.
-Y ya sabes lo mucho que me arrepentí. Pudiste haberme olvidado.
-Eso jamás ocurrirá, mi amor. ¿Alguien tiene hambre?
-Sí, yo me muero de hambre.
Victoria, se puso el vestido, Alejandro no la quitaba ojo, era imposible no desear ese cuerpo, no hubiera querido que se lo pusiera, pero no quería precipitarse, ya llegaría el momento.
Llegaron al refugio, de una cesta sacaron unos fiambres y una botella de vino. Prepararon una improvisada mesa y a la luz del fuego que había encendido Alejandro, empezaron a comer, él tomaba con sus manos pequeñas porciones y se las daba a Victoria en la boca, limpiando después con sus labios alguna pequeña brizna que hubiera quedado en los labios de ella. Victoria sirvió vino y después de que Alejandro bebiera, también de entre sus labios sacó ligeramente su lengua y limpió lamiendo zalamera los restos de vino que hubieran podido quedar en los de  Alejandro.
-Es impresionante, tú, yo,  la luna y oyendo el sonido del mar - ¿Te he dicho que te amo?
-No, estaba esperando
Alejandro dejó su vaso y el de Victoria, sobre la improvisada mesa se acercó a ella y la tomo por su cintura apretándola hacía él y haciendo y que los dos se levantaran a la vez, cogió las manos de ella y las dobló por los nudillos, acercó su boca y empezó dedo por dedo a besarla, despacio, despacio, recreándose en lo que estaba haciendo. Victoria, no podía creer lo que le estaba haciendo sentir él, con solo estos pequeños besos en sus nudillos. Su cuerpo estaba respondiendo a esas caricias de una forma que jamás hubiera pensado, estaba rendida a Alejandro.
-Victoria, me has dicho que esta es tu primera vez, seré amable, seré gentil, no haré nada que tú no quieras.
Ya no hablaron más, Alejandro empezó a acariciarla por encima del vestido, deslizaba su manos suavemente siguiendo la figura de ella, disfrutando de cada lugar por donde las deslizaba, Victoria, cerraba los ojos y agitada esperaba cada nueva caricia, correspondiéndole con besos, en la cara, el cuello, el pecho, él subió sus manos hasta el cuello y con delicadeza fue agrandando y llevando la abertura del escote hasta dejar un hombro al descubierto, el vestido se deslizó ligeramente por el brazo, entonces empezó nuevamente a besarla, primero por el brazo, suave, suave, luego boca, nariz y parte de la cara la posó en el hombro y la acarició a la vez que sus besos cada vez se hacían más intensos, mientras con una mano retiraba el cabello de ella y lo llevaba hasta el otro hombro. Las caricias se hacían más y más intensas, Victoria respondía a las de Alejandro, su cuerpo se agitaba cada vez más y una nube de pasión le hacía cerrar los ojos y desear que esto nunca acabara. Después él, por encima del vestido acarició sus senos y empezó a desabrochar uno a uno los botones del vestido mientras besaba su cuello, una vez desabrochado, introdujo su manos y fue lentamente acariciando y besando la cintura, el pecho, los hombros de Victoria, mientras hacía que el vestido cayera al suelo. El vestido cayó  y el cuerpo de Victoria lució en todo su esplendor, se inclinó un poco y la tomó en sus brazos y  la llevó con cuidado , dejándola en el suelo sobre el vestido.
Luego él empezó a desabrocharse la camisa, pero Victoria le interrumpió y fue ella la que botón a botón la desabrochó, cuando el pecho de Alejandro quedó al descubierto ella introdujo sus manos por la cintura de él y termino de quitársela, mientras su boca besaba apasionadamente el pecho, los brazos, los hombros y el cuello, también sus dedos se enredaron en el pelo de él y tiraron con fuerza para unir sus dos bocas ansiosas. Alejandro se hundió en el cuerpo de ella, delicadamente iba descubriendo cada rincón de él.
-Me vuelve loco, el aroma de tu pelo, de tu cuerpo, ahora mezclado con la sal del mar  susurro al oído de ella, te amo, te amo tanto… -
-Yo también te amo – Le dijo Victoria, con apenas un hilo de voz.
Después se pegó suavemente  aún más a  ella y así despacio, con suavidad, con mimo, con pasión, sus cuerpos se hicieron uno solo.
La luz del amanecer ya anunciaba el día, cuando Alejandro parado frente a donde dormía, miraba extasiado a Victoria, era tanta su belleza que le costaba creerlo, su pelo revuelto y suelto enmarcaba una cara de líneas perfectas, sus grandes ojos ahora cerrados, su nariz perfecta, su boca sensual, que le invitaba a probar de ella, y el cuerpo, qué decir del cuerpo, ni una diosa tenía el cuerpo de Victoria, él lo había explorado, no había dejado sin besar ni un hueco, ni un pliegue, ese cuerpo era suyo para siempre.
Victoria se removió y alargó la mano hacía donde pensaba que se encontraba Alejandro, pero no, él no estaba, abrió los ojos y allí tenía el ramillete de flores más maravilloso que nunca había visto, alzó los ojos y vio la figura de Alejandro contemplándola
-Mi amor, que bonitas las flores, Que temprano te has despertado y las has recogido. Gracias, mi amor.
-Fue lo primero que pensé, bueno… no fue lo primero, si no lo segundo -  y guiñó un ojo a Victoria.
Ella río a carcajadas y se incorporó mimosa, con las flores en su mano.
-Trae, las cogió Alejandro y empezó a manipular alguna de ellas hasta que consiguió hacer una corona, apartó el cabello de su cara lo dispuso a su agrado y se la puso rodeándola su frente. Después la atrajo hacía él, y con su dos manos tomo su cara y la beso dulcemente.
-Te nombro reina de mi corazón y de esta Isla, que digo reina…Emperatriz.
Otra vez Victoria no pudo contener sus risas.
-Jamás pensé tanta felicidad, yo sabía que eras, un hombre bueno, honesto, viril, pero ahora he comprobado que eres dulce, delicado, gentil
-¡Eh¡ es que no puedo ser todas esas cosas, y ser gentil, me gusta tener bonitos detalles con la gente a la que quiero, aún así ,como me ves siendo un rudo capitán y marinero burdo, me gusta agradar a los que quiero.
- Alejandro, tú has hecho que me haya sumergido en la felicidad, te amo y hasta el día que muera lo haré.
-Bueno, bueno, ¿No quieres desayunar, no estás hambrienta?
-Si mi amor,
-Pues mira lo que tenemos de desayuno.
Y le mostro una cesta de peces recién pescados.
-¿Eso vamos a desayunar?
-Si el fuego, ya está listo, lo ensarto y en momento empezamos a comer.
-Pues yo nunca he desayunado pescado asado.
-Yo tampoco, esta es también la primera vez que lo desayuno, y eso que soy marinero, pero, mejor, quiero, que ya siempre la primera vez en todo lo descubramos los dos juntos. 
-Alejandro, quiero darte las gracias por haberme enseñado el amor, por haberme hecho mujer entre tus brazos.
-Y yo quiero darte las gracias por haberme, enseñado a hacer el amor, yo creía que ya lo sabía, pero no fue hasta ahora que nos hemos entregado, que he comprobado que tú me has enseñado lo que es hacer el amor.
Los dos se abrazaron y sus ojos estaban humedecidos por la emoción. PROXIMO- EL FINAL

1 comentario:

MARIA JESUS dijo...

Carmen este capitulo es tela de erotico.....se sube hasta la milirrubina,,,,,,bsss

LA AUTORA

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