jueves, 28 de noviembre de 2013

IRLANDA - TERROR EN VACACIONES




Las vacaciones de verano a Leo se prometían estupendas, sus padres habían consentido que para mejorar su inglés, lo pasara en Irlanda. Todos sus amigos también irían y lo de menos para él era aprender el idioma, lo principal era pasarlo bien y en eso todos estaban de acuerdo.
.
Nada más llegar, un autobús le dejó en la casa de los que esos días iban a ser sus anfitriones, se trataba de un matrimonio con tres niños pequeños. Leo se sentía raro, el poco inglés que había aprendido le servía de poco con aquellas personas que pese a mostrarse amables, no les entendía ¿Qué clase de inglés hablaban?.

Leo no se encontraba a gusto en aquella casa,siempre estaba deseando que llegara la hora de que viniera el autobús para llevarle a sus clases y allí encontrarse con sus compañeros. Las actividades no solo consistían en las clases de inglés, también incluían excursiones a lugares históricos, pronto irían a Glendalough ( valle de los dos lagos) condado de Wicklow, el nombre era impronunciable pero un día sin clases y paseando sería estupendo.
Llegaron al lago inferior que contaba con un conjunto monasterial  fundado por St. Kevin, solo quedaban unos pocos  edificios en pie y estos estaban en muy malas condiciones, algunas de las construcciones solo contaban con  unos paños llenos de moho, derruidos, que los siglos les habían procurados formas sorprendentes y que sorprendian  desagradablemente a los que se aventuraban allí por  parecer salidos de una pelicula de terror.

Allí como en toda Irlanda habitaban una colonia de cuervos, pero su presencia se hacía más notable,  al contar con abundantes de esos negros y amenazantes pajaros.
A la muerte de St.Kevin el conjunto se convirtio en centro de peregrinación y durante siglos las gentes de los alrededores murmuraban sobre cosas raras que ocurrian allí, bruscos cambios de tiempo,  luces en la noche y figuras deambulamdo por las inhospitas veredas
Cerca de una Torre  que era la mejor conservada, se encontraba un cementerio lúgubre y siniestro, Leo corría entre las tumbas riendo a carcajadas se,escondía detrás de alguna de ellas y desde allí asustaba a las chicas de la expedición, ellas salían corriendo despavoridas y pronto Leo quedó solo en aquel solitario y amedrentador  cementerio. La niebla había caído y su cara se empezó a llenar de gotas de aquella niebla espesa, oscura, malsana, que volvió el día en noche.
 El tiempo cambió y pese a estar en verano un viento largo y gélido empezó a calar sus huesos, abrió la mochila saco un chaquetón y se lo puso, esto  también  le hizo perder más tiempo y ya las voces de sus compañeros no se escuchaban, al parecer estaban muy adelantados e iban hacía el lago superior
 Leo empezó a correr intentando alcanzar a los de la excursión, pero las piedras mojadas eran resbaladizas y varias veces cayó, empezó a asustarse, el ruido de los cuervos alzando el vuelo a su paso, el frío y esa niebla espesa, llenaron su corazón de angustia, tenía que alcanzar al grupo como fuera, empezó a subir hacía el lago por una tortuosa vereda llena de helechos húmedos y sombríos, que parecían a veces que sus hojas fueras manos que quisieran atraparlo, los arboles de formas fantasmagoricas se retorcían a su paso.
Cuanto más corría, más le parecía que nunca encontraría a sus amigos, estaba fatigado, asustado, a veces le parecía escuchar pasos tras él.

A tropezones, iba como un loco buscando el lago y dar alcance a sus compañeros, de pronto un ruido como de otro mundo, sordo, fue creciendo hasta  parecer una voz silbante, amenazadora, que llegaba desde su izquierda. Allí, por otra vereda aún más estrecha, se alzaba una solitaria figura cubierta con una tunica negra que parecía  buscar una víctima, y esa víctima no podía ser otro más que él.
Mientras corría para intentar huir de aquella visión, la figura se deshizo, perdió su forma humana, dando lugar a varias sombras negras como si un mago la hubiera mandado transformarse.
empapado, temblando de frío, entre la niebla llegó al lago, casi sin ver, de tan espesa que resultaba. Sin embargo, allí no había nadie, no se oían voces, estaba solo frente a las aguas grises casi negras y enfrentando el aire gélido, al escuchar muy cerca el ruido que tanto le había espantado se volvió y solo le dio tiempo a ver unas horribles figuras negras que se abalanzaron sobre él
.
Los cuervos de Glendalough cubrieron el cuerpo inerme de Leo, que cayó al agua empujado por inumerables pajaros siniestros que sumergieron su cuerpo en las aguas heladas del lago .Esos  diablos negros acabaron con su vida.
Para Leo, las vacaciones habían acabado.

Ya sabéis, tened cuidado con los cuervos, son pájaros de mal agüero.

--Nota de la Autora.-  Este conjunto existe, es muy visitado por los turistas y yo me he permitido usarlo para hacer este relato de ficción.
--Las fotografías están hecha por mí en una de la excursiones a este lugar.

martes, 26 de noviembre de 2013

EL MAR TE TRAJO A MI - CAPITAN WILLIAM LEVI CAPITULO FINAL

Victoria en la cubierta del barco estaba plácidamente tomando el sol de la mañana, mientras Alejandro se encontraba manipulando la radio y tomando contacto con el Ensueño.
-¿Tomás me escuchas? –
-Si, Alejandro, te escucho, ¿Cómo estás, como va tu herida? –
- Ya te dije que cuando abrí los ojos y vi junto a mí a Victoria, sabía que ella era la única medicina que necesitaba, nunca me he encontrado tan bien.
-Alejandro, es la primera vez que te veo así, siempre me decías que nunca encontrarías una mujer para ti y pese a ser muy joven parecía que habías renunciado al amor. -
-Pero no era por creerme yo más que nadie, solo era porque sin saberlo mi intuición me decía que había alguien especial, y surgiría algún día y ese día, ya llegó. -
-En el pueblo todos están esperándote, esperan verte pronto recuperado. Las que están defraudadas son todas las mujeres, todas esperaban ser ellas las elegidas por ti. -
Alejandro rió de buena gana con lo dicho por Tomás. Y  hasta su cara se subieron los colores.
-Bueno, dejemos esta conversación y dime ¿los encargos que te hice están en marcha? -
-Por eso no debes preocuparte, hemos hecho todo lo que tú nos has pedido y cuando llegues veras que todo es como tú lo deseas. -
-Te lo agradezco, Tomás, deseo que todo salga bien. -
-Alejandro, en unas horas podrás ponerte al timón del Ensueño. -
-Gracias amigo, no tengo como pagarte. Hasta pronto, te espero. -
-Hasta pronto. - 
Alejandro subió a cubierta y se paró junto a Victoria, todavía no podía creer que ella hubiera vuelto junto a él, y  los días tan maravillosos que estaban pasando juntos,  a veces tenía que  pararse junto a ella y cerciorarse de que no era un sueño! ¡ Dios, como la amaba !Victoria sintió la presencia de Alejandro, abrió los ojos y mimosa  extendió los brazos abiertos hacía él. Alejandro se apresuró a ir junto a ella, la agarró tirando de ella y los dos cayeron al suelo dando vueltas y riéndose.
-Tramposo, me las vas a pagar y empezó a hacerle cosquillas por todo el cuerpo, Alejandro se retorcía de risa e intentaba coger a Victoria desprevenida, pero ella llevaba la batalla ganada ya que él apenas tenía fuerzas debido a la risa.
Victoria soltó a Alejandro,  se levantó poniendo los brazos en jarras y dijo – No puedes conmigo yo tengo mis trucos, tu eres muy fuerte pero yo soy más astuta –
Alejandro todavía en el suelo con las secuelas de las cosquillas, se la quedó mirando y dio un portentoso salto el cual le puso en pie junto a Victoria – ¡Te cogí, ya eres mía !-la tomó entre sus fuertes brazos e inclinó su cuerpo y así ya rendida a él, le dio un beso perverso…

Perverso, porque su lengua buscó cada rincón de aquella boca golosa, y luego  jugaron una  con otra a succionar hasta el último resquicio de ellas  Una vez más no podían parar, sus bocas se negaban a separarse, mientras sus cuerpos se estremecían de placer. Victoria enredó sus dedos en el pelo de Alejandro  y acariciándole le obligó a ponerse los dos de rodillas, luego le empujó con ansia hacía al suelo y ahora fue ella la que se abalanzó sobre Alejandro llevando la iniciativa, sus manos empezaron a explorar el cuerpo de él, lo recorrían como si nunca lo hubiera acariciado, lo besaba sin dejar un espacio  y Alejandro excitado y rendido  respondía a sus caricias entusiasmado por que fuera ella la que le mostrara así todo su amor. El mar fue el único testigo de aquellos cuerpos unidos en uno solo.

La cubierta del barco, parecía un campo de batalla después  esta explosión de amor, las ropas de ambos y varios utensilios del barco estaban en el suelo en un enorme desorden.
-¡Eh,  mi mujercita se está volviendo muy atrevida … -
- Tú me enseñaste –Le dijo burlona
-Por supuesto quiero que cuando hagamos el amor, nada te corte ni te cohiba, que goces con mi cuerpo y con mi alma, que me hagas tuyo igual que cuando yo quiero hacerte mía.
Victoria, se acercó más y poso sus labios sobre los de él y le dio un beso lleno de ternura.
-Bueno señorita, subamos al bote y vamos a la playa, Tomás está por venir y quiero encender un fuego para cenar y charlar con él, tendrá muchas cosas que contarnos.
Bajaron del barco y subieron al bote, el día era esplendido, ni una nube en el horizonte, el cielo de un azul turquesa se confundía con el mar y solo el sonido de los remos y de unas mansas olas interrumpían el silencio de la naturaleza en todo su esplendor.
-Tienes razón al amar tanto el mar y la naturaleza, en las ciudades, estamos ciegos a estas maravillas que están cerca, junto a ti he reparado en ellas, he comprendido lo hermoso que puede ser lo que nos rodea y que con solo reparar en ello y contemplarlo abres el corazón a la felicidad y si estas con la persona que amas,  es un circulo completo en el que  tú eres el centro del que nunca desearías salir.
-Muy bien cariño, otra cosa más que estamos descubriendo juntos  y que te hace feliz, yo solo deseo tu felicidad.
Alejandro enfiló el bote hacía la playa sus fuertes brazos, hacían que los remos se movieran muy ligeros pero a la vez hacía que el bote se deslizara suavemente.
-Alejandro, todavía es pronto, podríamos dar una vuelta a la isla para verla desde el mar y despedirme así de ella.
-Lo que quiera mi dueña, pero la despedida, no será por mucho tiempo, aquí hemos descubierto el amor, somos felices, y quiero que volvamos pronto.
La isla desde el mar era aún más hermosa que estando en ella, sus pequeñas playas de arenas blancas, sus calas entre rocas salientes al mar de un verde brillante alfombrado de aquellas exquisitas y salvajes flores, y al fondo las copas de los enormes árboles donde habían hecho el amor, todo ello invitaba a visitarla, una y mil veces más.
 Al fin llegaron a la playa donde se encontraba su campamento, Alejandro paró el bote y sin darle tiempo a Victoria a nada la cogió en sus brazos. Victoria con picardía le miro y sonrió, rodeó su cuello y mientras acariciaba su cabeza y su nuca le dijo  –Se te va a hacer costumbre el llevarme en brazos –
-Para que veas que soy un hombre fuerte – dijo Alejandro con voz guasona.
-Ya, ya veo, pero yo tan poco soy una mujer débil. –
-Eso ya lo he comprobado tú me has vencido en todo lo que te has propuesto. Desde que te vi caí rendido a tus pies.
Así llegaron al refugio gastando bromas y riendo. Llevaban allí poco tiempo cuando vieron en el horizonte asomar la silueta del Ensueño. Alejandro se levantó y salió corriendo diciendo a Victoria-El que llegue primero a la playa , pierde y le tiene que dar veinte besos seguidos al otro - Victoria riendo salió detrás de él intentando cogerle, pero al momento se dio cuenta de lo que había dicho Alejandro, y empezó a andar con parsimonia.
-Corre, corre, preciosa, que te voy a ganar…
- No, no corro, corre tú, y yo voy preparando los veinte besos, porque eres un tramposo, gane o pierda nos daremos los veinte besos.-
Alejandro  se volvió hacía ella y rodeándola la besó cuantas veces quiso. – Esto es un adelanto -
Tomás se alegró mucho de ver a su amigo ya restablecido del todo, le encontraba, feliz, alegre, y muy enamorado de Victoria.
-Veo que te has repuesto muy pronto, no hay ni rastro de la herida, Victoria fue muy valiente y no dejó nada al azar.-
-No, yo en mi ofuscación creía que Alejandro estaba muy mal y que se debía a la herida, pero ya ves, era mucho más pequeña de lo que pensábamos y sanó muy rápidamente, su estado era por la deshidratación y eso enseguida lo superó.
Alejandro sonrió mirando a Victoria y los dijo.
-Esta mujer tenía que haber sido costurera y enfermera, tiene un temple que ninguna otra mujer lo hubiera tenido, la herida no me ha molestado y solo quedara de ella un recuerdo junto a mi tatuaje, esta pequeña herida será otro tatuaje, pero de amor, que llevaré conmigo hasta que muera.
Alejandro era otro hombre,  Tomás comprobaba  las atenciones que tenía con Victoria y quedaba asombrado, jamás le había visto  comportarse así con una mujer, él era educado con ellas y respetuoso, pero de ahí no pasaba, ellas se mostraban con él zalameras y complacientes y era cierto que en ocasiones  se marchaba  con alguna de ellas porqué todas se le hubieran entregado allí mismo, pero al poco volvía con ellos a la cantina y nunca dejó  que alguna esas muchachas se hiciera ilusiones. -
Cuando volvía con ellos toda la tripulación en broma le reprochaba  que no se entusiasmara con ninguna de ellas, Alejandro vergonzoso, se disculpaba diciendo  que creía que nunca encontraría a una mujer para él, tenía que ser especial, no sabía cómo, pero él lo sabría al momento de conocerla.
-Bueno, a ver si la encuentras ya, y nos dejas el campo libre para nosotros, porque estando tú ninguna se fija en  estos pobres marineros.
Esto le molestaba y abochornaba, él no se creía nada especial y no creía lo que decían sus amigos de que él era hombre más deseado.
Cenaron cerca del fuego, Tomás  al terminar le dijo a Alejandro.
-Veo que te has convertido en un verdadero isleño, no has querido comer de la comida que os he traído y has preferido tu pescado ensartado al fuego. -
-Bueno, ya habrá tiempo suficiente para comer otras cosas, hoy es el último día aquí, este lugar se ha convertido en nuestro Paraíso.-
-Victoria, noto muy cambiado a Alejandro, su carácter se ha dulcificado y sus modales casi son de un caballero, ¿tú has sido quien has domado a este patán?. –
-  Ja ja, ja,tienes razón, Alejandro ya no es ese patán  de  cuando le conocí, me quería tirar al mar.-
Entonces terció Alejandro
-¡ Eh, que estoy aquí ¡ en el barco me comporté contigo así porque en mi interior tenía miedo de ti, aquella sensación que noté al mirarte por primera vez, me avisó de tú eras la mujer que estaba esperando y reaccione de esa manera tan brusca, pero jamás te hubiera tirado.
- Y ahora cuéntanos como están las cosas en el pueblo.-
-Pues, ya he mandado a hacer las pequeñas reformas que necesitaban las naves del muelle, también he hablado con los pescadores y están esperando a que tú los convoques ya que les he explicado tu idea y están entusiasmados.
-¿Queréis café? -  Dijo Victoria levantándose.
- Buena idea contestaron los hombres-
Victoria se alejó y Tomás aprovechó para hablar con Alejandro de otros encargos que él le había encomendado y que no podían hablar delante de ella.
-Todo está listo, no sabes lo que nos hemos movido los chicos y yo, y ahora mismo ellos están terminando el encargo especial que tú nos pediste.
-Os pusisteis en contacto con…
-Sí, con tus indicaciones no fue difícil, pero, lo difícil fue que creyera lo que le decía, pero ya está solucionado.
Mientras Tomás hablaba, Alejandro no dejaba de mirar a Victoria, la seguían en todos sus movimientos, sus ojos  reflejaban, admiración, cariño, ternura.
-Eh ¡amigo¡ no me estás haciendo caso, no quitas tus ojos de encima de Victoria, estas embobado.
Alejandro volvió a lo que su amigo decía, dejó de mirar a Victoria y le dijo a Tomás.-  No sé lo que me pasa con Victoria, no puedo dejar de mirarla.-
-Pues una cosa muy sencilla, estás enamorado por primera vez.
Tomás, volvería en el barco que había traído a Victoria. Los dos hombres ya habían transportado todos los enseres a los barcos. Victoria y Alejandro se despidieron de Tomás y en el bote se dirigieron hasta donde estaba anclado el Ensueño.

La escala estaba echada. Alejandro subió delante y tomó a Victoria por una de sus manos ayudándola a subir, estaba pendiente de que no fuera a dar un traspiés y resbalara. Al fin llegaron a la cubierta y el la recibió en sus brazos.
-Ahora te voy a enseñar las faenas del barco, primero recogeremos la escala.-
Los dos se acercaron a donde se encontraba la escala y él la dijo.- Ahora tira con fuerza de ella para recogerla.
Victoria ayudada por Alejandro hizo subir la escala y esta quedó recogida.
-¡Muy bien, y ahora a desamarrar el barco.-
-Y eso cómo se hace Capitán?
-Estas cuerdas, hay que desatarlas y tirar hasta subir el ancla, pero ten cuidado con tus preciosas manos, puedes lastimarte al pasar la cuerdas por ellas.
Alejandro y Victoria tiraron de las cuerdas y el ancla subió.
- ¡Cuidado apártate!
-Cuánto pesa, ahora voy comprendiendo lo duras que son las faenas del barco. –
-¡ ja, ja, ja,! Pero si esto no es nada, todavía no hemos  zarpado.-
El viaje fue como lo habían sido los días anteriores, llenos de caricias, besos y pletóricos de felicidad, parecían  que cualquier cosa por pequeña que esta fuera, tomara una dimensión impresionante y esos los hiciera estar flotando en un mundo nuevo, distinto.
-Ahora mi amor, tú vas a llevar el timón.-  Alejandro que era el¡ que hasta ahora lo llevaba, dejó paso a Victoria para que se pusiera al mando, luego la rodeó con sus brazos tomando también el timón  y empezó a darle explicaciones .
-Gira ligeramente a estribor.-
-Por favor Capitán me puede decir donde esta estribor?
-Estribor es la derecha según miras a la proa.
-¿Y me puedes decir que es la proa?
-Mentirosa eso si lo sabes.- río Alejandro  mientras abrazaba más fuerte a Victoria y la besaba por su sugerente cuello.

-¡Contrólese segundo pilotoQue el piloto no puede maniobrar así
Desde allí mirando hacía la proa el horizonte parecía una línea perfecta.
-Vamos a mi camarote.-
-Alejandro…
-¿En qué estás pensando, en qué quiero hacer  amor el amor contigo?, no, no eso, bueno…eso en cualquier momento lo deseo, pero ahora no se trata de eso, anda ven… - Y tirando de ella la arrastró hasta el camarote. Allí se encontraban dos equipos de buceo completos. –
-¿Te gustan? Quiero enseñarte las bellezas que esconde el mar en sus profundidades, lo quiero hacer así como lo hizo mi padre conmigo.-
-Pero yo no sé bucear, alguna vez lo he intentado pero enseguida me he tenido que salir. –
-Pero, ahora voy yo contigo y además este equipo es de los mejores.-
-Cuando te conocí, tú tuviste que bucear a pulmón porque en el Ensueño, no usabais equipos de buceo.
-Sí, pero yo le pedí a Tomás qué comprara dos de los mejores, quería que tú  descubrieras junto a mí las maravillas del mar.
Subieron a la cubierta y se pusieron los equipos, después Alejandro  y Victoria se sentaron en un costado del barco de espaldas al mar y él cogiendo de la mano a Victoria tiró de ella para caer de espalda. Después se sumergieron, una mano de Alejandro no se separaba de la cintura de Victoria mientras con la otra iba abriendo camino hacía la profundidad.
La experiencia estaba siendo maravillosa, vieron extensos bosques de grandes plantas mecidas por los embates del mar, grandes praderas de hierbas marinas, bordeadas  por extensas montañas, todo ello lleno de plantas y flores increíbles, erizos, esponjas, peces y especies marinas que habitaban allí, bien en el suelo de las llanuras, bien entre las rocas de aquellas extensas montañas ,
la población de diversos peces de numerosos tamaños y colores se cruzaba antes ellos formando hermosas figuras y también se mezclaban  con ellos . Victoria quedo extasiada ante los arrecifes coralinos. Alejandro sacó su cuchillo y cortó dos preciosos corales.
La excursión fue muy placentera y Victoria quería retener todo en su memoria, nunca podría agradecer los suficiente a Alejandro el mundo tan maravilloso que le estaba descubriendo.
De vuelta al barco, Victoria se agarró al cuello de Alejandro y empezó a besarle como una loca.
-Espera, espera, que nos quitemos el equipo.-
-No puedo esperar, me estás enseñando un, mundo nuevo, maravilloso, no sé cómo agradecértelo, y siguió besándole.-
-Sí, sí, que sabes…- Dijo Alejandro con voz irónica.
-Mi amor, amo el barco, amo el mar, amo la vida que me estás descubriendo y por encima de todas las cosas te amo a ti, gracias mi amor.-
-Gracias a ti por existir, por haber llegado a mi vida, por cambiarme y sobre todo por haber elegido quedarte conmigo.
En la travesía Victoria aprendió a muchas de las faenas que a diario se hacían en el barco, limpió cubiertas, arregló redes, preparó cuerdas, pintó partes del barco que lo necesitaban, todo esto lo hacía entusiasmada, no se le daba mal.
Alejandro, se acercó a ella y le puso en su cuello uno de los corales que había arrancado en el arrecife.
-Por ahora lo llevaremos con este cordón, cuando lleguemos al pueblo mandaremos ponerlos en una bonita cadena, uno para ti y otro para mí, nunca me lo quitaré.
-No, dejalo en el cordón se ve precioso, y yo también lo llevare siempre.
Ya se veía el muelle y Alejandro al timón preparaba el barco para su atraque, junto a él Victoria observaba la maniobra.
-Eres el mejor Capitán del mundo, bueno… al menos eres el mejor que he conocido dijo burlona y rápidamente se apartó  de Alejandro porque esperaba que  la cogiera por burlarse de él.
-Señorita guasona, yo pensaba nombrarte Capitán del Ensueño, ya que en estos días has demostrado capacidades para ello, pero ahora por decirme esto, ya se me quitaron las ganas.
En el muelle esperaba la tripulación del Ensueño, todos agitaban sus gorras y gritaban el nombre de Victoria y Alejandro.


Los dos juntos bajaron la escala y al momento el Ensueño se llenó de todos los miembros de la tripulación. Tomás llevaba varios paquetes en sus brazos y al momento se los dio a Alejandro, después les habló en nombre de todos y les dio la bienvenida.
-Ahora si no os importa tengo que hablar con Alejandro un momento.- Dijo Tomás.- Los dos hombres se apartaron de los demás y Tomás le dijo a Alejandro.
-En esos paquetes tienes el vestido que escogiste para Victoria y también la camisa y pantalón para ti, y ten tu encargo especial.
-Gracias Tomás, quiero que todo salga muy bien, que sea maravilloso, otra vez gracias, amigo.
Salieron a la cubierta y Victoria estaba charlando con toda la tripulación como si los conociera de siempre.
-Bueno muchachos, os agradezco mucho vuestra bienvenida, pero ahora quiero quedarme solo con Victoria, tengo algo que hablar con ella y perdonarme pero vosotros sobráis.
Todos los hombre sonrieron, ellos ya sabían lo que Alejandro le diría a Victoria.
Cuando abandonaron el barco Alejandro se acercó a Victoria y la propuso bajar al camarote, una vez allí, abrió los paquetes que trajo Tomás y extendió sobre la cama un vestido blanco, era extremadamente sencillo pero muy elegante, después también puso sobre la cama un pantalón blanco de tela muy ligera y una camisa a juego para él.
- ¿Te gusta el vestido? Vamos a vestirnos así, los chicos nos han preparado una sorpresa y desde aquí nos vamos a la cueva de la Orquídea.
¿La cueva del Orquídea, que es?
-Tu déjate llevar, es un sitio, único, mágico…
Victoria se puso el vestido que le había comprado Alejandro, aquel vestido, blanco, etéreo, al andar su tejido suave y liviano se movía ondulándose alrededor de su precioso cuerpo, a la vez que su tela dejaba intuir lo que había debajo de ella. Alejandro cuando la vio así vestida no pudo reprimir un suspiro, era la mujer soñada, bella, inteligente, lo reunía todo y verla así hacía que se le cortara la respiración.
-¡Dios mío, estás preciosa! Vámonos pronto o de aquí no salimos… -
-Tú también, estás muy guapo, me gusta tu cuerpo, tu cara, todo de ti, pero más me gusta tu forma de ser, lo buena persona  que eres  y tu alma, eres único.
Alejandro tomó de la mano a Victoria y bajaron del barco.
-Un paseo y ya estamos allí.-
Salieron del puerto y enfilaron por la playa,los dos se descalzaron y fueron al borde del mar dejándose bañar los pies por las olas.
-Ven, ¿ves esas rocas? Allí vamos-.
En el trayecto hacía la cueva, el ocaso había dado paso a la noche y la luna brillaba con gran intensidad.
Alejandro precedió a Victoria, la llevaba agarrada de la mano y la ayudaba a subir por las rocas camino de la cueva.
-Tengo que decirte que este lugar para mí es muy importante, aquí he pasado muchas horas de mi niñez y de mi juventud, he venido muchas veces a reflexionar y otras a pedir consejo a mi padre, aunque  él ya estuviera muerto, por eso quiero compartir contigo este lugar tan especial. -
Se pararon a la entrada de la cueva y Victoria vio asombrada que de allí salía mucha luz. Cuando cogida de la mano de Alejandro dio un paso hacia adentro, quedó maravillada, la cueva estaba iluminada por velas y pétalos de rosas formaban el camino desde la entrada hasta donde se encontraba una mesa  perfectamente  dispuesta para dos personas, y más allá, donde la cueva se ensanchaba había un lecho  sobre preciosos pétalos  rojos de rosas. Miró a Alejandro y pudo ver en sus ojos un poco humedecidos, todo el amor que este sentía por ella.
-Mi amor, nunca…pensé que se podría amar como yo te amo.
-Ven sentémonos. –
Alejandro  deslizó la silla para que ella se sentara y luego tomó asiento. Sobre la mesa  en una cubitera reposaba una botella de vino tinto y una rosa.
-Tomemos un poco de vino y brindemos por nuestro amor.- Dijo Alejandro sirviendo vino en las dos copas. Chocaron sus copas y por encima de la mesa se dieron un dulce beso.
-Mi amor, quiero que sellemos nuestro amor. – Cogió la rosa y la ofreció a Victoria. Ella extendió su mano para cogerla y entonces vio que escondida en ella  estaba un precioso  anillo de compromiso.
-Victoria…perdona, me estoy poniendo un poco nervioso-…quieres casarte con este hombre, que desde el primer momento que te conoció solo ha hecho que amarte y que quiere envejecer  y estar contigo hasta que muera y más allá.

Victoria visiblemente emocionada, le respondió a Alejandro.
-No deseo otra cosa, gracias mi amor, no esperaba esto, no era necesario, yo ya estaba comprometida contigo, pero este detalle por  tu parte me confirma lo buena persona y lo detallista que eres con los que te queremos.
Alejandro tomó la mano de Victoria e introdujo el anillo en el dedo, después la mano de Victoria quedó entre las de él, y él puso una mano debajo de la ella y la otra encima y  a la vez que la acariciaba, dio un ligero apretón sintiendo el anillo que la acababa de poner y que era el símbolo de su amor por ella. Después llevó la mano a su boca y la beso intensamente.
Los ojos deseosos de Alejandro envolvieron el cuerpo de Victoria la hizo levantar  y los dos se abrazaron en un abrazo interminable, sus pulsos se aceleraron y latían fuertemente en sus corazones y sienes, todo su cuerpo pedía más del otro. Alejandro deseaba hacer suya a Victoria, pero todo sin prisa, recorriendo poquito a poco su cuerpo, esperando que ella  estuviera preparada, que sus deseos fueran uno, la enfrentó a él y empezó a acariciarla, sin prisa, tan suave, tan cadencioso, tan enervante, que el cuerpo de Victoria, empezó a responder de la misma manera, el vestido de ella se ataba por delante hacía un lado con una lazada, Alejandro deleitándose tomo las puntas del lazo y con sus dos manos lo deshizo, despacio, despacio, Victoria vibraba de deseo, al fin el cuerpo de ella se mostró a él al  quedar su vestido abierto. Alejandro llevo su cara hasta el cuello de ella, con ella la acaricio y empezó a darle pequeños besos por el cuello apartando su cabello hacía un lado con una mano, su boca bajo por el inicio de los senos, y luego por todo el cuerpo,después mientras la besaba en  el hombro con un dedo separó el tirante del sujetador y lo dejó resbalar por el brazo de ella, Victoria temblaba, se apretaba a él, no podía soportar más deseaba entregarse a él, Alejandro rodeó el cuerpo de Victoria con las dos manos y desabrocho el sujetador dejándolo caer junto  con el vestido, la cogió en sus brazos y la llevo hasta el lecho de rosas, allí la deposito, mientras él se despojaba de su ropa, después se echó sobre ella acariciándola y susurrando palabras de amor que eran correspondidas de la misma manera por ella.
Después,  todo fue una explosión de amor, sus cuerpos se unieron en uno hasta el amanecer.

-Perezosa, despierta, todavía tienes muchas sorpresas por descubrir.- y la puso una rosa roja en el pecho.
Victoria, despertó  y quedó maravillada por la belleza de la cueva, la luz de la noche anterior cálida, intima, ahora dejaba paso a un torrente de luz blanca, brillante que entraba por la apertura  natural del techo y la inundaba de una luz radiante.
Victoria cogió la rosa de su pecho y la beso, ofreciéndosela a Alejandro, después buscó su ropa entre los pétalos de rosas y comenzó a vestirse.
-Alejandro, me puedes abrochar el sujetador?
-Pues no señorita, si lo intento no nos vamos de aquí.
Victoria extendió su brazos y besó y abrazó a Alejandro.
-No, no, lo hagas… tenemos prisa y si haces eso nos quedamos.- Dijo Alejandro riendo.
-¿Dónde vamos ahora?
-Es una sorpresa, pero sé que te va a gustar.-
Fueron paseando por la playa, el día era esplendido, ni una nube, el cielo , el mar en calma lamia sus pies descalzos.
-Aquí, aquí es… -    Dijo Alejandro parándose enfrente de una casita solitaria en la playa, en su porche lucían gran cantidad de macetas con flores de distintos colores, era una casa humilde, pero preciosa, su techo de teja vieja, sus arcadas y sus paredes encaladas, la hacía única.
-¿De quién es?- Preguntó Victoria.
-¿ Te gusta?  Es tuya y mía.-
-Pero Alejandro, tú no tienes casa, vivías en el Ensueño.
-Sí, sí la tenía, era de mis padres, pero cuando murieron, no quise volver, me refugié en el Ensueño, de vez en cuando la mandaba reparar los desperfectos y ahora mientras estábamos en la isla la hice renovar.
-Alejandro, mi amor, es preciosa.
Pasaron 15 días, Victoria fué a la costurera del pueblo y encargó un vestido, no quería un vestido caro ni de modistos conocidos, Alejandro había intentado que Victoria fuera ese día con el mejor y más bello traje, pero ella otra vez le volvió a decir- Quiero compartir tu vida en todo sus aspectos, no necesito trajes caros para sentirme feliz, ahora y en día de nuestra boda¿ te es tan difícil comprender que te amo con toda mi vida y amo también tu forma de vivir? .-
Al día siguiente todo el pueblo estaba por la calle, las campanas de la iglesia desde el amanecer no paraban de sonar, la plaza estaba adornada por farolillos y banderolas de muchos colores, Alejandro había mandado traer para los niños atracciones  de feria, el pueblo lucia esplendoroso y estaba mejor que en sus propias fiestas. También las calles por donde debían pasar los novios estaban engalanadas con guirnaldas de flores y luces para cuando cayera la noche.
La Iglesia desde la puerta lucía una bonita alfombra roja y toda ella estaba adornada con flores blancas.
Alejandro llegó en compañía de su amigo Tomás, él iba a ser su padrino. Cuando llegaron la iglesia ya estaba a rebosar y mucha gente esperaba en la calle. Todos le vitorearon y Alejandro más feliz que nunca les correspondió con mucha efusividad. Era el novio más guapo que jamás se hubiera visto. Ese día muchas muchachas iban a ver sus ilusiones  frustradas., Alejandro ya tenía dueña.
Visiblemente nervioso esperaba en en la puerta de la iglesia a que Victoria llegara, todos sus amigos le rodeaban  acompañándole en ese día tan especial, y él pronto iba a tener lo que más quería.
Llegó Victoria en una calesa blanca tirada por caballos también blancos, estaba hermosa, su cara resplandecía de felicidad,su vestido era tan perfecto que no debía envidiar al que le hubieran hecho los grandes modistos, su preciosa melena ahora recogida con un gran broche de piedras blancas, enmarcaban el perfecto ovalo de su cara, sonrió y saludó a todos los que allí se encontraban.

Alejandro entró a la iglesia, mientras la orquesta tocaba la marcha nupcial.
Tras de él, marchaba Victoria del brazo de Tomás-
Alejandro llegó al altar y no pudo controlar su nerviosismo, ver a Victoria del brazo de Tomás viniendo hacía él le producía una felicidad ¡Dios mío, cuanto amo a esta mujer!.
Victoria llegó a la altura de él y desprendiéndose del brazo de Tomás se unió a Alejandro, pero antes lo miró a los ojos y le transmitió así su amor, luego los dos se agarraron de la mano

El sacerdote ofició la misa con gran emoción ya que apreciaba mucho a Alejandro, él siempre había colaborado con una contribución en metálico para ayuda de los pobres y en cualquier tarea que hubiera necesitado la iglesia, siempre se podía contar con él.
Un coro de voces blancas, fueron los que cantaron durante toda la misa.
Victoria, varias veces tuvo que enjugarse las lágrimas, Alejandro la consolaba apretando su mano.
-Victoria, quieres a Alejandro aquí presente, para compartir todos los días de tu vida  así en la salud como en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y serle fiel, hasta el fin de vuestros días?
-Si, si, quiero.-
Alejandro, quieres a Victoria aquí presente, para compartir todos los días de tu vida, así en la salud como en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y serle fiel hasta el fin de vuestros días
-Sí, sí, quiero.
-Desde ahora sois marido y mujer, lo que ha atado Dios... que no lo separe el hombre.
- Puedes besar a la novia.
Los dos se fundieron en un dulce y largo beso. Los amigos aplaudieron y corearon sus nombres.
 Luego ya marido y mujer, salieron por aquel pasillo adornado por la alfombra roja y lleno de flores, a cada momento debían pararse ya que todos los allí presente querían felicitarlos.
 Al salir a la calle, los que no habían podido acceder a la iglesia hicieron  que volvieran a besarse.
Los novios subieron  a la calesa que había traído a Victoria, mientras todo el pueblo marchaba hacía la plaza.
En la plaza se había puesto un entarimado donde estaba una orquesta y donde se podía bailar, la fiesta parecía que no iba a acabar hasta el día siguiente, todos bailaban y tomaban de los ricos platos que de tanto en tanto les ofrecían los camareros. Los niños estaban entusiasmados con las atracciones y subían a ellas una y otra vez.
Los novios abrieron el baile y aunque a Alejandro no se le daba muy bien, eran la pareja perfecta, nadie reparó en eso. Durante la velada los novios tuvieron que bailar con muchas otras personas que requerían el poder bailar con ellos, algunas muchachas aprovecharon para estar aunque fuera un rato entre los brazos de Alejandro
La fiesta estaba en todo su apogeo, cuando Tomás dio la orden de echar los fuegos artificiales. Victoria y Alejandro los vieron abrazados, el cielo se iluminó con maravillosas figuras de distintas formas y colores, mientras su ruido también acompañaba a los presentes.
-Ya va siendo hora de que nos retiremos.-dijo  Alejandro.
Un murmullo de desaprobación siguió a sus palabras.
-Estamos cansados, han sido muchas las emociones de hoy.-
-Si, mi marido tiene razón dijo Victoria.-
Alejandro miro a Victoria embobado, era la primera vez que ella le nombraba como su marido.
-Veis, mi esposa, también está cansada.- y miró a Victoria para ver qué cara ponía ella a oír la palabra esposa. Efectivamente, su cara se iluminó y en sus ojos pudo ver lo mucho que le gustaba escuchar llamarla así.
Después de muchos conatos de despedida al fin pudieron subirse al coche y que les llevara al muelle. Allí se encontraba el Ensueño, Alejandro ayudó a subir a Victoria.
El Ensueño, había sido remozado, ahora lucía esplendido, bajaron al camarote, ahora no era el camarote descuidado, de antes, todo era nuevo y estaba adornado con velas y flores, sobre la cama, otra vez cientos de pétalos de rosas la cubrían.
-Mi amor, quiero que sepas que cada día que pasemos juntos, pondré todo mi empeño en que sea mejor que el anterior y que así nuestro amor vaya creciendo cada vez más hasta que seamos viejecitos.
-Alejandro mi amor, yo te prometo aquí en este barco tan simbólico para nosotros, que nos unió, que cada día junto a ti será como el primero y que nunca dejaré que este amor se marchite y que cuando seamos viejecitos sea más grande aún que él que hoy nos tenemos.
Los dos se abrazaron fuertemente y sus bocas se unieron en un beso-
El Ensueño partió hacía una luna de miel, pero también así empezaba un viaje largo de toda una vida juntos.   

FIN


jueves, 14 de noviembre de 2013

EL MAR TE TRAJO A MI - 12ª PARTE



Cuando despidieron a sus amigos, la pareja, fuertemente enlazados caminaron hacía la protección de la tienda.
Alejandro se paró, se enfrentó a Victoria y acercando su cara a la de ella, con su mejilla acarició la de ella, rozando suavemente su cara con la de él. Apartó así un mechón de pelo que le molestaba y posó su boca en la  oreja de Victoria, la mordisqueó con delicadeza y susurró al oído
- Deseo desesperadamente besarte - su voz entrecortada por el deseo y el suspiro contenido, hicieron que ella se estremeciera y ofreciera sus labios. Victoria también deseaba ese beso y la desesperación de Alejandro por besarla quedo aplacada  en parte por los múltiples besos  que allí mismo se dieron.
Las huellas de sus pisadas quedaron marcadas en la playa, huellas de dos personas  pero una sola alma que marchaba hacía un futuro junto.

Su vida en el Paraíso estaba empezando.

Alejandro  comprendía que Victoria había hecho un gran sacrificio al dejar su vida en la gran ciudad, había renunciado a todo, y él quería mostrar todo lo bueno que podía encontrar en compartir la vida con él. Empezaría por aquella pequeña isla, un pedazo de Paraíso.
-Victoria, mi amor, me has hecho el hombre más feliz, nuestro amor, alguien o algo, lo pensó , lo planeó, lo creó, o hizo una conjura o un encantamiento de amor, yo nunca me había preocupado por el amor, pero desde que te vi, estoy embobado, fascinado, me tienes loco, no sé lo que me pasa contigo, solo quiero besarte, abrazarte, hacerte el amor…es mágico, no quiero nada más que estar contigo siempre, siempre… dime, piensas igual que yo.?
-Mi amor, sabes que estos días me he comportado como una estúpida, por prejuicios me negaba a compartir este amor, pero quiero que te quede claro que desde el primer momento que te vi, mi corazón te  perteneció, no hubo ni un solo día, ni una sola hora, ni un solo minuto en que abandonaras mi corazón y mi mente. Yo también creo, que los astros o quién sea se alinearon para que tú y yo nos encontráramos allí, en medio del mar.
-Victoria, yo sé que  no somos iguales, que soy un marinero burdo, con poca educación, pero mi propósito es, no que tú bajes hasta mi nivel, quiero yo intentar buscar una vida que nos haga iguales, bueno al menos que no sea como ahora, quiero que si tú me amas y deseas compartir mi vida, no tengas que dejar muchas cosas a las que estás acostumbrada. -
-Alejandro, por ti dejó todo, nada tiene sentido sin ti, yo quiero estar en todo tiempo y espacio junto a ti, para mí no hay nada más importante que tú, ni el dinero, ni el poder pueden comprar un amor como el nuestro, sabes? Yo también estoy embobada, fascinada, solo deseo, como tú, besarte, abrazarte, hacerte el amor. Yo nunca he hecho el amor, jamás tuve la necesidad de amar a ningún hombre, estaba predestinada para ti, hacerme mujer contigo, conocer en tus brazos ese vértigo, ese deseo, y ahora sueño con ese momento.
-Victoria pero antes de entregarte a mí, y siendo lo que más deseo, quiero que escuches, no es que tenga una gran cantidad de dinero ahorrado, pero pensaba en que podíamos intentar hacer una vida juntos, que nos hiciera más iguales, irnos lejos emprender una vida nueva.
-Mi vida, jamás desearía eso, lo que me propones lo he dejado atrás, yo te quiero así como tú eres, quiero que siempre seas el Capitán del Ensueño, este hombre del que vivo enamorada y que hasta que muera quiero compartir mi vida con él, ese hombre bueno, honesto, cariñoso, fuerte y viril. Tú eres mío y yo soy tuya, y eres y serás mi Capitán. Deseo acompañarte en algunos de tus viajes, aprender a amar el mar como lo amas tú, pasar contigo días de calma y tempestades, siempre juntos, y si algún día no puedo acompañarte, que mi figura sea lo primero que veas cuando llegues a puerto.
-Victoria,  mi vida, lo que propones es lo que yo más desearía, pero algo tenemos que pensar, no quiero que el transcurso del tiempo te puedas arrepentir.
-De que, de haber encontrado el amor?
-No, de haber renunciado a muchas cosas por él,  por eso tengo otra idea. Hace tiempo que compré unas naves en el puerto. Los pescadores estamos muy desprotegidos, algunos tenemos viejos barcos que día por día se van desmoronando, tú y yo  con el dinero que tengo ahorrado podríamos alquilar parte del muelle, y ocuparnos de todos los tramites que los marineros no pueden hacer, bien porque carecen de instrucción o de tiempo, pondríamos una pequeña oficina y un pequeño astillero donde  se pudiera reparar y dar servicio a los barcos, trataríamos con grandes empresas y venderíamos el pescado de todos al mejor precio. Uniríamos a todos los pescadores y le regalaríamos pequeñas  participaciones, para que fueran dueños y así formar entre todos una pequeña compañía.
-Pero eso no te reportaría a ti  casi nada.
-No importa, ¿te parece poco? La satisfacción de ver a mi gente contenta, nosotros seríamos los que nos encargáramos de que ningún barco dejara de faenar por estar averiado o faltarle algún trámite y de que su pescado se vendiera al mejor precio
-Este es el Alejandro que yo quiero, desprendido, siempre pensando en su gente, mi amor, da por descontado que yo quiero vivir contigo y tu gente esa nueva experiencia. Siempre y cuando no dejes del ser el Capitán del Ensueño.
-Será maravilloso salir a faenar contigo, compartir mi trabajo y mi otro amor, hacer que tú también lo ames y lo respetes como yo lo hago. Y si algún día no puedes acompañarme tú serás el faro que me guie
Alejandro la tomó de la mano y la atrajo hacía él, después sus dos manos rodearon su cara y con aquellos ojos maravillosos la miró a los suyos intensamente, después sus manos rodearon delicadamente su cabeza y acercando su cara a la de ella la besó. Después como un chiquillo empezó a correr agarrado de la mano de Victoria  hacía el interior de la Isla.
Isla Perdida, era más que una isla, un islote, su ubicación lejos de las rutas comerciales, la conservaban casi virgen, su arboles crecían milenarios, sus troncos eran inabarcables, fuertes, robustos, llenos de vida, debajo de sus frondosas copas donde anidaban toda clase de pájaros era un perfecto lugar para resguardarse  del sol y el calor, no se veía ninguna vereda por donde antes  hubiera caminado alguien, en su suelo y entre sus rocas, florecían gran cantidad y variedad de flores que le aportaban al paisaje  una belleza salvaje, y lo convertían  en un escenario de cuento 
Alejandro se adelantó unos pasos y extendió su mano hacía Victoria.
-Ven, ven.-
 Victoria se apresuró a ir junto a él.
Alejandro rodeó su cintura la acercó tan próximo a él que ella podía sentir sus latidos y el calor de su cuerpo.
Y extendiendo su mano y abarcando todo lo que desde allí se veía le digo-¿Qué te parece, no es maravilloso? Podía haber un lugar más bello y perfecto para vivir nuestro amor?
Victoria, sonrió y efectivamente, pensó no lo había.
Otra vez Alejandro la hizo correr entre la hierba y las numerosas flores de la isla, parecían dos chiquillos traviesos haciéndose pequeñas caricias o jugando a empujarse o a esconderse detrás de los troncos de los arboles.
Alejandro arrancó la flor más bella que había visto y enredando sus manos en el cabello de ella lo apartó y la prendió de él. Victoria sintió un escalofrió de placer al notar los dedos de él enredados en sus cabello. Le empujó y echó a correr nuevamente, riendo a carcajadas.
-Victoria, ven no te alejes, no vayas a lastimarte.
Victoria se volvió hacía él y su visión hizo contener la respiración a Alejandro, el sol que se encontraba detrás de ella, hacía trasparentar su largo vestido blanco dejando adivinar su maravilloso y deseable cuerpo, al andar hacía que los haces de luz aparecieran y desaparecieran, su cabello resplandecía y se oscurecía, la flor que él la había prendido en el pelo daba aún más belleza al cabello que enmarcaba su precioso rostro, parecía irreal, Alejandro se recreó en esa visión, Victoria era la mujer más bella que había conocido.
-Tienes razón me he lastimado un tobillo…
Alejandro dobló un poco las rodillas y dijo –Sube yo te llevo, agárrate a mi cuello y rodea mi cintura con tus piernas.-
-No, mentira, mentira…dijoVictoria - pero ya se había subido sobre Alejandro y reía.
-Señorita mentirosa, ahora yo te voy a llevar así castigada.
Victoria, aspiró el olor del pelo de Alejandro y empezó a hacerle pequeñas cosquillitas y a darles ligeros besos por el cuello.
-No lo hagas, no lo hagas, tramposa, o ahora mismo te tiro, ya que así no puedo caminar.-
-Alejandro, así me puedes castigar siempre que quieras y mientras decía esto, le enmaraña el pelo con sus manos y jugaba con él.
Todo el día estuvieron gozando de su libertad, descubrían la isla, poco a poco no había prisa, cada paso les llevaba a una nueva caricia a una nueva travesura, eran dos niños descubriendo juntos las maravillas de la isla.
-Capitán, de aquí no me iría jamás, es tan preciosa y excitante esta isla.
-Ah, la isla es preciosa y excitante ¿y la compañía?
-¿Compañía, cual compañía? Yo estoy sola en esta isla solitaria.
Alejandro, riendo la alzó del suelo y la subió en su brazos.
-Que haces? Bájame, mientras reía pataleaba intentando bajarse de los brazos de él.
-Vamos a la playa, señorita embustera.
-Pero así? Bájame, granuja, pero mientras decía eso reía y no dejaba de enlazar sus brazos alrededor del cuello de Alejandro, mientras revolvía su cabello y lo besaba.
Llegaron a la maravillosa playa de arena blanca y aguas azules limpias y trasparentes, allí Alejandro soltó a Victoria, pero antes sus labios habían buscado los de ella y se fundieron en unos besos interminables. Después echó a correr hacía el agua seguido de Victoria, ella se paró un momento y se desprendió del bañador, dejando al descubierto un espléndido cuerpo, Alejandro miró hacia atrás y cuando la vio su respiración se aceleró se acercó a ella y empezó a besar su cuello, su boca, sus hombros…
-Para, para  - Le dijo riendo a carcajadas, pero Alejandro no podía parar. - Ahora quiero bañarme – y  le dio un empujón que le hizo caer en el agua de espaldas. Después corrió para zambullirse, pero él la alcanzó, la agarró fuertemente y cayeron rodando entres las olas, se incorporaron y los dos se salpicaron con el agua, Alejandro la alcanzaba y tiraba de ella para que fuera hacía él, pero otra vez Victoria se zafaba e intentaba meter la cabeza de Alejandro bajo el agua, así estuvieron, besándose, empujándose y jugando. Por fin el agua cubría sus cuerpos y los dos nadaron, muy juntos, sumergiéndose a ratos  y  la profundidad del mar fue también testigo de sus caricias, besos y abrazos.
Cansados decidieron salir , sus cuerpos hermosos brillaban por el agua y agarrados de la mano y parándose a cada instante para besarse llegaron a la playa.
En  aquella arena blanca se sentaron de cara al mar, mirando al horizonte y viendo como el sol declinaba y la luz antes blanca ahora se iba volviendo anaranjada y confería al paisaje una calidez especial que también los envolvía a ellos.
Muy juntos contemplaron como el sol se perdía sumergiéndose en las aguas del mar.
Allí estuvieron hasta que las sombras los embargaron y la luna brillaba ya, cambiando la luz cálida del sol por otra más azul, más sugerente, más mágica.
-Una vez tú dijiste que la noche cuando nos embarga es mágica y nos embriaga y nos hace sentir cosas y sentimientos, yo te conteste que entonces tu era más mágica que la noche ya que tú me embriagabas y me hacías sentir más que ella. ¿Te acuerdas?
-Por supuesto, esa noche sintiendo tu contacto, tus suaves caricias, me volví loca por ti y luego no pude dormir en toda la noche.
-Sí, pero te marchaste.
-Y ya sabes lo mucho que me arrepentí. Pudiste haberme olvidado.
-Eso jamás ocurrirá, mi amor. ¿Alguien tiene hambre?
-Sí, yo me muero de hambre.
Victoria, se puso el vestido, Alejandro no la quitaba ojo, era imposible no desear ese cuerpo, no hubiera querido que se lo pusiera, pero no quería precipitarse, ya llegaría el momento.
Llegaron al refugio, de una cesta sacaron unos fiambres y una botella de vino. Prepararon una improvisada mesa y a la luz del fuego que había encendido Alejandro, empezaron a comer, él tomaba con sus manos pequeñas porciones y se las daba a Victoria en la boca, limpiando después con sus labios alguna pequeña brizna que hubiera quedado en los labios de ella. Victoria sirvió vino y después de que Alejandro bebiera, también de entre sus labios sacó ligeramente su lengua y limpió lamiendo zalamera los restos de vino que hubieran podido quedar en los de  Alejandro.
-Es impresionante, tú, yo,  la luna y oyendo el sonido del mar - ¿Te he dicho que te amo?
-No, estaba esperando
Alejandro dejó su vaso y el de Victoria, sobre la improvisada mesa se acercó a ella y la tomo por su cintura apretándola hacía él y haciendo y que los dos se levantaran a la vez, cogió las manos de ella y las dobló por los nudillos, acercó su boca y empezó dedo por dedo a besarla, despacio, despacio, recreándose en lo que estaba haciendo. Victoria, no podía creer lo que le estaba haciendo sentir él, con solo estos pequeños besos en sus nudillos. Su cuerpo estaba respondiendo a esas caricias de una forma que jamás hubiera pensado, estaba rendida a Alejandro.
-Victoria, me has dicho que esta es tu primera vez, seré amable, seré gentil, no haré nada que tú no quieras.
Ya no hablaron más, Alejandro empezó a acariciarla por encima del vestido, deslizaba su manos suavemente siguiendo la figura de ella, disfrutando de cada lugar por donde las deslizaba, Victoria, cerraba los ojos y agitada esperaba cada nueva caricia, correspondiéndole con besos, en la cara, el cuello, el pecho, él subió sus manos hasta el cuello y con delicadeza fue agrandando y llevando la abertura del escote hasta dejar un hombro al descubierto, el vestido se deslizó ligeramente por el brazo, entonces empezó nuevamente a besarla, primero por el brazo, suave, suave, luego boca, nariz y parte de la cara la posó en el hombro y la acarició a la vez que sus besos cada vez se hacían más intensos, mientras con una mano retiraba el cabello de ella y lo llevaba hasta el otro hombro. Las caricias se hacían más y más intensas, Victoria respondía a las de Alejandro, su cuerpo se agitaba cada vez más y una nube de pasión le hacía cerrar los ojos y desear que esto nunca acabara. Después él, por encima del vestido acarició sus senos y empezó a desabrochar uno a uno los botones del vestido mientras besaba su cuello, una vez desabrochado, introdujo su manos y fue lentamente acariciando y besando la cintura, el pecho, los hombros de Victoria, mientras hacía que el vestido cayera al suelo. El vestido cayó  y el cuerpo de Victoria lució en todo su esplendor, se inclinó un poco y la tomó en sus brazos y  la llevó con cuidado , dejándola en el suelo sobre el vestido.
Luego él empezó a desabrocharse la camisa, pero Victoria le interrumpió y fue ella la que botón a botón la desabrochó, cuando el pecho de Alejandro quedó al descubierto ella introdujo sus manos por la cintura de él y termino de quitársela, mientras su boca besaba apasionadamente el pecho, los brazos, los hombros y el cuello, también sus dedos se enredaron en el pelo de él y tiraron con fuerza para unir sus dos bocas ansiosas. Alejandro se hundió en el cuerpo de ella, delicadamente iba descubriendo cada rincón de él.
-Me vuelve loco, el aroma de tu pelo, de tu cuerpo, ahora mezclado con la sal del mar  susurro al oído de ella, te amo, te amo tanto… -
-Yo también te amo – Le dijo Victoria, con apenas un hilo de voz.
Después se pegó suavemente  aún más a  ella y así despacio, con suavidad, con mimo, con pasión, sus cuerpos se hicieron uno solo.
La luz del amanecer ya anunciaba el día, cuando Alejandro parado frente a donde dormía, miraba extasiado a Victoria, era tanta su belleza que le costaba creerlo, su pelo revuelto y suelto enmarcaba una cara de líneas perfectas, sus grandes ojos ahora cerrados, su nariz perfecta, su boca sensual, que le invitaba a probar de ella, y el cuerpo, qué decir del cuerpo, ni una diosa tenía el cuerpo de Victoria, él lo había explorado, no había dejado sin besar ni un hueco, ni un pliegue, ese cuerpo era suyo para siempre.
Victoria se removió y alargó la mano hacía donde pensaba que se encontraba Alejandro, pero no, él no estaba, abrió los ojos y allí tenía el ramillete de flores más maravilloso que nunca había visto, alzó los ojos y vio la figura de Alejandro contemplándola
-Mi amor, que bonitas las flores, Que temprano te has despertado y las has recogido. Gracias, mi amor.
-Fue lo primero que pensé, bueno… no fue lo primero, si no lo segundo -  y guiñó un ojo a Victoria.
Ella río a carcajadas y se incorporó mimosa, con las flores en su mano.
-Trae, las cogió Alejandro y empezó a manipular alguna de ellas hasta que consiguió hacer una corona, apartó el cabello de su cara lo dispuso a su agrado y se la puso rodeándola su frente. Después la atrajo hacía él, y con su dos manos tomo su cara y la beso dulcemente.
-Te nombro reina de mi corazón y de esta Isla, que digo reina…Emperatriz.
Otra vez Victoria no pudo contener sus risas.
-Jamás pensé tanta felicidad, yo sabía que eras, un hombre bueno, honesto, viril, pero ahora he comprobado que eres dulce, delicado, gentil
-¡Eh¡ es que no puedo ser todas esas cosas, y ser gentil, me gusta tener bonitos detalles con la gente a la que quiero, aún así ,como me ves siendo un rudo capitán y marinero burdo, me gusta agradar a los que quiero.
- Alejandro, tú has hecho que me haya sumergido en la felicidad, te amo y hasta el día que muera lo haré.
-Bueno, bueno, ¿No quieres desayunar, no estás hambrienta?
-Si mi amor,
-Pues mira lo que tenemos de desayuno.
Y le mostro una cesta de peces recién pescados.
-¿Eso vamos a desayunar?
-Si el fuego, ya está listo, lo ensarto y en momento empezamos a comer.
-Pues yo nunca he desayunado pescado asado.
-Yo tampoco, esta es también la primera vez que lo desayuno, y eso que soy marinero, pero, mejor, quiero, que ya siempre la primera vez en todo lo descubramos los dos juntos. 
-Alejandro, quiero darte las gracias por haberme enseñado el amor, por haberme hecho mujer entre tus brazos.
-Y yo quiero darte las gracias por haberme, enseñado a hacer el amor, yo creía que ya lo sabía, pero no fue hasta ahora que nos hemos entregado, que he comprobado que tú me has enseñado lo que es hacer el amor.
Los dos se abrazaron y sus ojos estaban humedecidos por la emoción. PROXIMO- EL FINAL

LA AUTORA

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