martes, 6 de octubre de 2009

MANIOBRAS DE CODICIA


Por fin todo terminaba. Hacía 10 días que su marido fue enterrado. Ahora todos se encontraban sentados en el gran salón esperando que el notario leyera el testamento.
Las caras de todos intentaban reflejar tristeza y serenidad, pero todo era apariencia; cada cual estaba ansioso porqué el documento se abriera y saber que sustanciosa cantidad le había correspondido.

El notario después de unas breves palabras en recuerdo del difunto, se dispuso a dar cumplimiento a su misión.
Carraspeó levemente y comenzó a leer los prolegómenos - que a nadie interesaban- la tensión era evidente. El antiguo y espectacular mobiliario dejaba oír de vez en cuando algún crujido por el movimiento nervioso de quien lo ocupaba.

Sara disimuladamente escrutaba las caras de los allí presentes, sus hijastros, a los que odiaba y que el odio era recíproco, el administrador, hombre al que tampoco le tenía ningún aprecio ya que siempre cuestionaba sus gastos, si por él fuera ella no sería la señora de esa casa. No la consideraba con la categoría suficiente para ocupar el puesto de su difunta señora.

Tambien estaban el resto de los criados jardinero, chofer, ama de llaves....estos habían sido llamados por que su marido en gratitud a los muchos años de fidelidad los nombraba en su testamento.

La voz del notario seguía monótona desgranado la parte del documento donde se hablaba de las leyes en vigor y bla...bla...
Sus pensamientos la llevaron años atrás, a su vida de miseria en un barrio degradado y con unos padres trabajadores y cariñosos pero que nunca le pudieron proporcionar lo que ella se merecía.

Tuvo que aceptar un trabajo en un bar con el que se sentía desgracíada. Todos los dias lloraba y se proponía salir de allí como fuera. Pronto se dio cuenta de que atraia a los hombres pero ninguno obtuvo nada de ella. Ella no perdería el tiempo con un palurdo sin recursos.

Un día salio de casa con sus ahorros en su viejo coche, sin mirar atrás dejo trabajo y familia sin una sola palabra. Nunca volvió a llamar ni a saber de ellos. No le eran necesarios, solo serían un estorbo. Nunca disfrutarían de la riqueza que ella consiguió al casarse.


Trabajó incansablemente para poder comprar ropa y poder llevar en sus ratos libres una vida que no le correspondía. Refinó sus maneras y las revistas de moda le fueron dando pautas para intentar parecer de una clase de la que no procedía. No obstante nunca consiguió la distinción que da la cuna donde se nace. Incluso cuando ya casada y multimillonaría ,vestida con ropa de los mejores modistos y completos de joyas costosas, no pudo deshacerse de aquella chica de barrio sin clase.

Su marido 30 años mayor que ella cayó en sus redes. Ella se le presentó como una joven honesta, cariñosa, guapisima.......

La familia se opuso a esa boda, pero ella peleó con uñas y dientes-no pensaba dejar esa estupenda presa- al final todo lo soñado se cumplió.

Ahora sabía que el testamento sería muy satifactorío para ella. Su marido se había plegado a sus ruegos y la mayor beneficiaría sería ella. Se lo merecía 9 años aguantando a un viejo baboso... deseando a ardíentemente jóvenes con los que coincidía en ocasiones. Pero nunca le fue infiel y no fue por falta de ganas...pero por nada ni nadie se hubiera expuesto a un divorcio o a perder la fortuna de su marido. Ya tendría tiempo... era todavía muy joven.

La lectura dio fin y las caras de sus hijastros no podían disimular el malestar al comprobar el legado que su padre había dispuesto para ellos.

Al administrador y criados les dejaba modestas cantidades, pero ellos sonreían agradecidos ya que con ellas podrían llevar una vida mejor. ¡Imbéciles pronto los echaría a todos! No pensaba mantener a esa cuadrilla babosa que nunca la consideraron su señora.

El notario y sus hijastros ya habían abandonado la casa cuando unos golpes en la puerta y la voz del administrador la sacó de sus pensamientos.

-Señora, ¿puedo pasar?

-Sí, pase


-Vera, señora...nos hemos reunido todo el personal y me han escogido para que hable con usted.

-Pues, adelante, diga.

-Las personas a su servicio, no desean seguir trabajando aquí, una vez muerto el señor al que eran fieles, su cometido dicen que terminó.

Sara sintió como un gran bofetón en plena cara- que se habían creído estos desgraciados no los necesitaba para nada-no dejó que el sentimiento de rabia se trasluciera en su cara.

-Bien, pueden hacer lo que crean mas oportuno.

-Señora preparare los cheque de sus sueldos y una vez firmados los entregaré ¿Le parece bien?.

-Sí, sí, haga lo que sea necesario y no me molesten.

La casa nunca había estado tan silenciosa. Sara se paseaba por la mansión tomando posesión de todo por lo que había sacrificado a su familia y parte de su juventud.

Al llegar cerca de la cocina- a la que nunca antes se había acercado- recibió un susto, una gran sombra se acercaba hacía ella, retrocedió pero solo era el perro que tanto apreciaba su marido. A ella nunca le gusto y el perro parecía que se daba cuenta y siempre que la encontraba le enseñaba los dientes y soltaba un bufido.

Sara apartó al perro de una tremenda patada...el perro salio corriendo dando lamentos lastimeros y se resguardo en un rincón, desde allí se puso al acecho y sus ojos brillantes parecían rezumar odio.
Una vez haberse paseado por su mansión, disfrutado tocando y sopesando el valor de cada mueble, cuadro, libro, decidío dedicarse a lo que por 9 años había soñado día a día, lo que le había atado a su marido, por lo que dejó de vivir la vida de una mujer joven de su tiempo.

La habitación acorazada.

Ella sabía que pese a la fortuna que se le había legado, el legado mas importante estaba escondido en aquella habitación. Allí se guardaba un tesoro fabuloso que su marido guardaba desde hacía décadas. El pese a ser un magnate de las finanzas siempre le gustaba tener para su contemplación gran parte de sus riquezas. Con ello se alimentaba su ego, y su contemplación le hacía sentir mas importante.


Ahora ella gozaría en solitario de esas riquezas. Se sirvió una bebida y cogió la llave electrónica y la clave que el notario le había entregado se dirigió a disfrutar de lo conseguido.

Estaba excitada..el corazón latía rápidamente...metió la llave y despacio para no equivocarse tecleo la clave secreta . Se acerco a una mesa donde había dejado la bebida y la cogió dejo la llave puesta y empujo la puerta .

Al abrirse, quedo un momento parada. La habitación era mejor de lo que siempre había soñado-nunca su marido la dejó entrar- despacio entro y montones de cuadros de autores famosos estaban colgados por las paredes .Otros apilados perfectamente embalados, numerosas cajas, lingotes de oro y diversas joyas. Cogió una silla y acercó una de las cajas. Un teléfono de linea interior con la casa le molestaba para abrirla, lo apartó y con codicia abrió la caja, quedo sin respiración montones de billetes nuevos rebosaban, no los podía contar, tenia prisa por abrir cada una de las cajas.
De pronto escucho un ruido a sus espaldas. Asustada se volvió y vio al perro que la miraba con los ojos rojos y dispuesto a saltar sobre ella.


Corrió...corrió.. espantada de ver la figura del perro y en un último esfuerzo y antes de que el perro pudiera saltar sobre ella. CERRO LA PUERTA.

Cuando recuperó la calma intento abrir la puerta pero ya era tarde, busco la llave pero recordó que estaba puesta por fuera, busco la clave pero al coger la bebida la clave quedó afuera encima de la mesa.

Busco el teléfono y desesperada llamo...llamo...pero nadie contestó a su llamada.

En casa solo estaban ella y el perro. ¿Cuanto oxigeno quedaría?

2 comentarios:

MARIA JESUS dijo...

Me ha gustado mucho me recuerda un poco los relatos de Edgar Alan Poe que ase tantos años leía y que te dejaban con ese miedo-suspense, es precioso.

Isa Maria dijo...

uma grande história.

Isamar-Portugal

LA AUTORA

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