domingo, 13 de octubre de 2013

EL MAR ME TRAJO A MÍ -3ª PARTE

- Como ya le he dicho yo soy el Capitán, Alejandro Celaya. Se está mareando señorita?

A Victoria le llego un mareo que la hizo tambalear y por muy poco no cae, como pudo alargó los brazos y se agarro a lo primero que encontró, cuál no sería su sorpresa cuando aún muy mareada notó que unos fuertes brazos la envolvía y evitaban que se cayera, luego esos mismos brazos la izaron y la transportaban hasta un lecho.

-Se encuentra bien señorita?

Victoria no podía ni responder, sentía unas intensas arcadas pero delante de ese hombre no quería parecer débil, pese a encontrarse mal todavía sentía el contacto de su piel y el pulso se le aceleraba cada vez más, no quería abrir los ojos estaba mareada, pero no quería marearse más viendo esos ojos y esa boca que se encontraban muy cerca de ella ya que había sentido su respiración muy cerca.
No, no, esto no puede ser, no me puede pasar, este hombre no puede ser él, él no es, pero entonces que es lo que estoy sintiendo? Jamás la presencia de un hombre me había alterado así. Se obligó a abrir los ojos y efectivamente él se encontraba sentado al borde de la cama del camarote inclinada la cabeza sobre ella,

-Se le pasó?

Victoria asintió e intentó levantarse, rápido él la tomo por las manos y tirando de ella hacía él la ayudo a sentarse en la cama. Sus cuerpos y caras habían quedado muy juntos, por un momento pareciera que se iban a fundir en un beso. Ágilmente él se incorporó alejándose así de ella. Había  sentido un impulso tremendo de besarla, ¿Que le pasaba porqué esa mujer le descontrolaba?, nunca antes  había sentido nada así por una mujer.

-Señorita, si ya se encuentra bien, debo volver a mis faenas, que aquí son lo principal.

Y diciendo esto, salió del camarote dejando a Victoria sola. Esperó a estar un poco más aliviada y salió a cubierta. Allí todos los hombres se afanaban en distintos menesteres, buscó al Capitán y no lo pudo encontrar .De pronto se dio de bruces con él, se asustó y por poco pierde pie y se cae.

-Mire señorita no quiero ser grosero, pero está siendo un estorbo, quítese de en medio y déjenos  trabajar
.
-Creo que ya va siendo hora de que deje de llamarme señorita, me llamo Victoria.

-No estoy para protocolos.

-Bueno llámeme como quiera pero yo le llamaré Alejandro.

-Si lo que quiera, pero déjeme en paz y no moleste o la próxima vez la echo al agua

Victoria quedó petrificada, nadie la había hablado así, que se creía ese patán, desconcertada procuró entretenerse sin molestar a los que estaban trabajando.

-Capitán, Capitán, las redes están llenas, pero creo que se han quedado enganchadas en algo ahí abajo
.
-Parad las maquinas voy a bajar a intentar desengancharlas.

-Pero es muy peligroso, todo está muy oscuro y la inmersión la tienes que hacer a pulmón libre.

-No podemos permitir perder dos días de pesca.

Y  tomando un cuchillo en su mano se lanzo al agua en un salto perfecto desde una altura aproximadamente de dos pisos.

Todos corrieron a la borda por donde el Capitán acababa de desaparecer, Victoria fue la primera en llegar.

,-Como le han dejado tirarse solo.

-Mire señorita si alguien sabe y comprende el mar es él y ninguno de nosotros cuestionamos sus ordenes, él es nuestro hermano jamás querríamos que se expusiese a ningún peligro, pero él sabe lo que hace.

Victoria estaba tan nerviosa que había olvidado el mareo y paseaba de un lado a otro del barco, el momento se le estaba haciendo eterno, no podía con sus nervios, pensaba que era imposible que aguantara tanto sin respirar.

-Por favor hagan algo, ya ha pasado mucho rato, tírense ustedes a por él, o va a morir.

Ya se disponían a tirarse dos de los hombres cuando la cabeza del Capitán emergió de entre las aguas,

 Victoria suspiro aliviada y se fue para un rincón. Desde allí lo vio subir, su melena se había soltado del recogido en la nuca y el pelo mojado y revuelto se le pegaba a su cara pronunciando así sus labios carnosos y sus preciosos ojos de grandes pestañas, su cuerpo mojado brillaba ligeramente por el reflejo de las últimas luces del día y no había hombre que se le pudiera comparar.

-Ya se soltó la red, arríenla y prepárense todos para tomar la gran cantidad de pescado que hemos cogido. El recorrió con su mirada todo el barco hasta dar con los de Victoria. Giró y volvió a desaparecer de la vista de ella.

Solo un breve momento pasó cuando ya estaba junto a ella llevando en sus manos un chaleco salvavidas.

-Tome póngase esto, no quiero problemas.

-Es usted un patán, he intentado ser amable, me he presentado pero usted no para de molestarme.

-Señorita. perdón Victoria, esto no es un crucero, es un barco inestable, usted para mí es un peso muerto, pero no quiero que la pase nada.

-Vaya peso muerto, pero se preocupa usted por mí.

-Yo soy franco, siempre digo la  verdad, usted me preocupa, pero más me preocupan los trámites y papeles que tendría que rellenar si la ocurre algo
.
-Usted goza con molestarme.

-Le digo la verdad?  Sí, es una señorita creída que viene de la ciudad y se cree más que los demás, es igual que su amiguito del yate
.
-Grosero, patán, palurdo engreído, no sabe tratar a las mujeres.

Y sin poderse contener Victoria alzó la mano para propinarle una bofetada, pero él ágilmente agarró el brazo de ella  y acercándo el cuerpo de ella al de él, mientras con un brazo la rodeaba, con el otro la separo suavemente el pelo que en ese momento por motivo del viento tapaba parte de su cara y acercando sus labios a los de ella la dio un intenso y ansioso beso, al cual Victoria no pudo contenerse y  respondió igualmente,  Alejandro se separo de ella y la dijo.

-Señorita, yo soy un caballero,pero con las damas.

-Y ahora se pone el salvavidas o directamente la tiro al agua?

Alejandro se retiro sonriendo, que bonita era la condenada pero que mal genio tenia y que respondona. No sabía por qué la había besado, además desde que la vio subir su genio cambió para mal, las mujeres dan mala suerte en los barcos, eso solían contar los pescadores más viejos.
Victoria pasó el resto de la travesía sola en un rincón, pensando en Alejandro, no le volvería a llamar más Capitán, esa era mucha categoría para ese imbécil. Y el beso más valía olvidarlo. Pero podría?
Por fin llegaron a puerto. Alejandro busco a Victoria.

-Ah, estaba aquí, ya hemos llegado ya puede bajar a tierra

-Pero, aquí no conozco a nadie.

-Perfecto, Tomás acompaña a la señorita a la comandancia de Marina a que se reporte y sepan donde se encuentra, yo me voy para la cantina.Y sin despedirse la dio la espalda y se marchó
.
Grosero, más que grosero, pensaba Victoria, en su vida jamás un hombre la había tratado así, bueno por fin dejaría de soportarlo pronto, volvería a casa,

viernes, 11 de octubre de 2013

EL MAR TE TRAJO A MI - 2ª PARTE

Alejandro, daba órdenes, iba y venía por todo el barco, su tripulación que le adoraba las seguía sin dudar, sabían que él era el mejor, el mejor de los capitanes, su barco, su tripulación y la mar eran su vida, desde pequeño estaba entregado a su barco y a su mar, conocía las señales que el mar le enviaba, sabía dónde estaba la pesca sin necesidad de los modernos y sofisticados aparatos tecnológicos que otros barcos necesitaban, su comunión con el mar era tal que parecía que le hablaba, le contaba cuando y donde se encontraría con un banco de peces, cuando estaría en calma o cuando rompería la paz y se embravecería, conocía los mil tonos diferentes que pueden presentar su aguas y sabía leer en ellas lo que nadie más podía. Pero conociéndolo tan bien, sabía que tenía que tenerle mucho respeto. Y él le amaba y le respetaba.
Su vida no había sido fácil; las enseñanza de su padre nunca las olvidaba, él decía que hay que dar para recibir, que tenía que ser un hombre de palabra, que la verdad nos hace libres y  siempre, siempre, pensara  antes en los demás que en él mismo.
Podía decirse de él que era un hombre, bueno, muy inteligente pero no demasiado instruido, nunca pudo llegar a la universidad ya que su madre había muerto cuando él era muy pequeño y su querido padre cuando él era adolescente el mar se lo llevo,  huérfano y teniéndose que hacer cargo a tan temprana edad de aquel viejo barco, 
 barco que le daba su sustento y le cobijaba ya que no tenía ni quería más casa que su viejo barco  “El Ensueño”.
Para afrontar la muerte de su padre y superar las adversidades siendo tan joven, se había basado en las muchas veces que acompañaba y ayudaba a su padre en la salidas a pescar en el viejo barco;  todo se lo enseñó él , con él aprendió lo que luego le serviría para hacerse cargo del barco y ser su capitán. Veneraba la memoria de su padre y aún ahora, muchas veces se retiraba a la cueva de la Orquídea y hablaba con él pidiéndole consejo, 
No tenía familia, solo su tripulación lo era, eran más que hermanos;  se conocían desde chiquillos y  en ellos se hacia la frase de  Los Tres Mosqueteros de “Uno para todos y todos para uno”.
Todo el pueblo lo adoraba y él sentía por aquella gente el mismo cariño que recibía de ellos, se podía ver su coche lleno de niños, llevándoles a comprar golosinas o juguetes y siempre colaboraba con el sacerdote del pueblo; ni un mes faltaba su parte del salario para obras sociales y siempre con la promesa del cura de no decir quién colaboraba con su aportación
Alejandro, estaba hecho a la vida dura del mar y sus modales no eran demasiado refinados, no porque no fuera sensible, solo eran sus circunstancias, las de enfrentarse a diario al mar y a las tarea de un barco de pesca, que dejaban poco tiempo para sutilezas.
Jamás pensaba en una mujer ni mucho menos con el amor, cuando bajaba del barco, las mujeres de los lugares donde fondeaban ya conocían  El Ensueño y todas soñaban con su capitán, pero él respondiendo a veces a los comentarios de su tripulación sobre las mujeres les decía que no creía que hubiera ninguna mujer para él, que ya hacía tiempo se había hecho a la idea que nunca la encontraría, por eso había cerrado su corazón a esta idea y si algún día se casara le daría igual con quien lo hiciera ya que el amor hacia cualquiera de las mujeres que con las que pudiera casarse sería limitado.
 En todo caso si algún día lo hacía  sería por tener hijos, ya que eso si le haría feliz de verdad, y luego añadía - pero eso  en todo caso será dentro de muchos años -
Rodrigo se había quitado su chaqueta de lino azul cobalto quedándose en mangas de camisa, el champán seguía reposando en la cubeta de hielo y el precioso ramo de flores que unas horas antes le había entregado a Victoria junto con un beso que quiso rozar sus labios y que ella rechazó ladeando la cabeza, estaban caídas por el suelo y empezaban a languidecer. Rodrigo se metió a la cabina y frenético empezó a pulsar botones y a teclear como un loco en todos los instrumentos del yate.
Victoria en principio había sospechado que era una treta de él  para parar el barco  y prolongar la cita con ella, pero ahora viéndole descompuesto ya se daba cuenta que efectivamente el sistema eléctrico  estaba estropeado y que estaban en medio del mar, con un barco que no funcionaba y sin poder comunicarse para pedir que los rescataran.
-Mi Capitán, a babor hay un yate, desde allí nos hacen señales de emergencia.
-Gira todo a babor y acércate despacio, estar prevenidos, no sabemos quiénes pueden ser.
El Ensueño se acerco al yate
Rodrigo de una manera un tanto altanera  pidió hablar con el Capitán.
-Lo sentimos pero en este momento no le puede atender, podemos ayudarle en algo?
-Dígale, que soy Rodrigo Castro, puedo pagarle lo que pida, pero que me remolque hasta el puerto más cercano.
-Ahora vuelvo.
-Dice mi Capitán, que se guarde su dinero, que hay cosas que no se pueden comprar con él, y que  los podemos llevar muy gustosos a puerto en nuestro barco ya que es cortesía y deber en el mar.
Victoria no pudo evitar una sonrisa, a Rodrigo le había bajado los humos el Capitán de ese modesto barco.
-Yo viajar en ese mugroso barco? Ni pensarlo.
-Pues puede quedarse en su yate esperando, ya hemos dado advertencia a la comandancia de Marina y dentro de una horas estarán aquí. Ellos tienen ya sus coordenadas.
Victoria no pudo más y saltó como un rayo.
-Por favor dígale a su Capitán si me pueden llevar a mí a puerto.
-Por supuesto señorita, pero nosotros antes tenemos que recoger las redes que están llenas de pesca y después tenemos que descargar en el puerto de Alzaga.
-No importa todo menos estar en alta mar esperando más horas.
-No Victoria no subas a ese barco, en el yate estarás mucho mejor, tienes todas las comodidades.
-No importa, por favor me pueden izar?-
Victoria vio como el barco se ponía en marcha y como el yate de Rodrigo se iba quedando cada vez más lejos. Empezó a marearse, era verdad que ese barco no era como el de Rodrigo, parecía una hoja a merced de las olas
 Y sin darse cuenta en voz alta se pregunto cuál de esos cuatro hombres que la miraban con respeto pero admirados sería el Capitán.
Detrás de ella sonó una voz varonil pero muy cálida,- Señorita el Capitán soy yo -
Se dio la vuelta y ante ella apareció el hombre más bello que jamás había visto, solo llevaba puestos los pantalones y su cuerpo era como cincelado a mano, junto a su hombro llevaba un tatuaje, el pelo largo y rubio lo llevaba descuidadamente recogido en una cola en la nuca, sus ojos color miel eran grandes y hermosos con espesas pestañas y sus labios frescos, perfectos y carnosos.
Victoria quedó impresionada no sabía por qué ese hombre le había impactado tanto sería por qué, había esperado ver a un Capitán más viejo, más maduro, pero este era   joven y bello y parecía controlar perfectamente su barco.

jueves, 10 de octubre de 2013

EL MAR TE TRAJO A MI -1ª PARTE



Desde aquel gran ventanal que casi abarcaba el suntuoso despacho, podía verse la gran ciudad en toda su extensión, estaba situado en los últimos pisos de un gran edificio corporativo y desde allí parecía poder dominar a la gran ciudad junto con todos sus habitantes. Sus cómodos sillones de cuero blanco de formas minimalistas, sus alfombras de lana y seda y algunos cuadros de pintores actuales famosos, hacían de él algo impactante y a la vez elegante. La mezcla del olor de la piel de los sofás junto a la del tenue perfume de la ocupante del despacho se esparcía por todo él, dándole un toque especial muy femenino.   

Victoria era una gran ejecutiva de una corporación muy importante, el alto puesto que desempeñaba 
le hacía parecer  fría y distante, pero por otro lado su gran belleza intimidaba a cuantos  tenían que tratarla. Aún con su precioso cabello recogido sobre su nuca y un elegante traje de chaqueta oscuro, impresionaba y destacaba por su gran belleza. Ella siempre trataba de vestir elegante pero discreta y de acuerdo a su puesto de ejecutivo.
En su trabajo era muy eficiente y varias empresas habían intentado que dejara en la que se encontraba y formara parte del consejo ejecutivo de una de ellas y para eso la habían ofrecido grandes sumas de dinero.
No se quería comprometer todavía en una nueva aventura profesional. Desde hacía tiempo notaba que con cada ascenso en su carrera se encontraba más distante de la gente y cada vez más  sola. Allí en su despacho manejaba los asuntos con profesionalidad y rigor pero  a veces  se cuestionaba hasta que punto esa era la vida que ella quería vivir. Intuía que fuera de aquella bonita habitación había otra vida que quizás fuera mejor y ella nunca había podido vivirla enfrascada como estuvo en trabajar y promocionar
 Victoria pese a la imagen que quería dar de mujer fría e implacable en los negocios, era  joven y el éxito que había obtenido en su  carrera no le satisfacía, no se sentía completa, ella tenía sueños, sueños como cualquier chica de su edad.
Esperaba con anhelo aquel hombre que toda mujer sueña, y pese a la gran cantidad de ellos que atraídos por su belleza y posición se habían querido acercar a su corazón, nunca lo había abierto a ninguno de ellos. Ni siquiera ella sabía cómo debería ser ese hombre, lo adivinaba, sabía que existía, tenía que existir, su corazón se lo decía, pero llegaría a encontrarlo?  y si lo encontrara, él la amaría como deseaba  ella?  Con un amor total, infinito, que venciera cualquier obstáculo que se le presentara.
Cuando pensaba esas cosas  allí, sentada en la sala de su hermoso apartamento, se sentía impaciente, ansiosa por que llegara ese día, para sentirse completa. No habría  nada que no diera para que eso ocurriera.
Dejó esos pensamientos y se acordó que a la mañana siguiente Rodrigo vendría a recogerla, llevaba mucho tiempo insistiendo  en que salieran a navegar en su yate, era muy persistente y ella ya había rechazado la invitación en varías ocasiones, rechazarla otra vez más sería muy descortés. Rodrigo era un empresario de mucho éxito, joven y muy rico.
A Victoria no le terminaba de gustar, su forma de tratar a sus empleados, su desenvoltura excesiva en cualquier ambiente, su pulcritud en el vestir, siempre empeñado en rodearse de lo mejor y mil detalles más, la incomodaban, le hacían recelosa, no se creía el gran amor que él decía sentir por ella, de todos modos él nunca sería su gran amor por mucho que la rodeara de delicadas atenciones, las cuales no las veía naturales, espontaneas, les parecían todas ellas afectadas e interesadas, más bien pensaba que estaba obsesionado con ella por no haber podido conseguirla y eso para Rodrigo que era un hombre con un ego tan grande debía ser un reto que quería lograr.
Bueno -se levanto de un salto del sillón y casi en voz alta se dijo-  espero que el viaje termine pronto y que Rodrigo no se haga ilusiones.

Rodrigo vino a recogerla en su precioso y carísimo coche descapotable, era un hombre joven y bien parecido se le veía muy desenvuelto y sonriente,  se bajó y muy galante rodeó el coche para abrir la puerta y que Victoria entrara, después, se puso al volante y el coche salió veloz camino del puerto.
-Tengo que decirte que para tener más intimidad he preferido que salgamos  a navegar en mi yate más pequeño, la tripulación es un incordio. A Victoria esto no le gustó y torció el gesto.
-No te preocupes, no haremos nada que tú no quieras.
Cuando subió a la embarcación su mirada tropezó con un gran ramo de flores y una cubeta  llena de hielo donde se enfriaba  una carísima botella de champán.
-Ahora brindemos porque al fin  has aceptado mi invitación, espero que esta cita sea la primera de muchas y que llegues a quererme con el tiempo. Más tarde podemos comer algo.
-No tengo por costumbre tomar champan y mucho menos por la mañana.
-Victoria tienes que ser más receptiva, gozar más de la vida, eres joven pero no disfrutas, todo te lo tomas muy en serio.
-Rodrigo perdona, no quiero ser grosera, hemos venido a disfrutar de un paseo por el mar en esta hermosa mañana y nada más, comprendes? Solo eso.
-Bueno relájate, allá vamos, saldremos ya del puerto y pasaremos una agradable mañana en alta mar.
Por un tiempo así fue. La embarcación era muy cómoda y elegante, por supuesto Victoria no esperaba menos de los gustos de Rodrigo, pero casi deseaba con vehemencia que aquel viaje terminara. Pese a la atenciones de él, o quizás debidas a ellas, la mañana se le estaba haciendo eterna,
-Te habrás traído un bikini?
-Pues no, un paseo era lo que tú dijiste, nunca hablamos de bañarnos.
-Pero, un chapuzón en medio del mar es maravilloso. Si quieres por los camarotes puedes encontrar alguno que se hayan dejado?
Victoria lo miró queriéndole fulminar con la mirada.

viernes, 4 de octubre de 2013

UN BUEN VINO

Celia Ordoñez era una mujer aún bella contaba con 47 años pero los muchos cuidados que se procuraba la mantenían con aspecto joven y elegante. Era la orgullosa dueña de aquel prestigioso y carísimo restaurante Cuando su marido falleció hacía 5 años. Además de viuda la dejó una inmensa fortuna. Entre los muchos negocios estaba el restaurante, este económicamente no era muy floreciente ya que los grandes gastos que el maître no controlaba superaban a los ingresos, pese a tener reservas con antelación que se acercaban al año, su nombre era Augusto Fernalli y era un imbécil, pronto le ajustaría las cuentas.

Pero a Celia eso no le importaba, las pérdidas no eran muchas y el prestigio y codearse con las muchas personalidades que por allí pasaban le compensaban.


Hoy se la veía taciturna, entró y en contra de su costumbre no se paro a saludar a los comensales. Su hombros caídos y los ojos erráticos, sus andares lánguidos y una cierta actitud sombría, no dejaban ver a Cecilia en un buen momento,

Abrió la puerta de su despacho y entró, fue directa a la caja fuerte, introdujo la clave y sacó varias carpetas, las puso encima de la mesa y se sentó. Apartó algunas y centró su atención en una con la tapa verde. Así estuvo largo tiempo escrutando los papeles de la carpeta, luego encendió el ordenador y esperó a poder meter la clave para acceder a los datos que contenía. Suspiró airada y luego uno a  uno contrastó los datos de la carpeta con los que le ofrecía el ordenador. Deberían ser los mismos, pero no concordaban. Aquella carpeta le había sido entregada el día anterior por una empresa de detectives que ella misma había  contratado. Hacía tiempo que venia sospechando que las cuentas de sus negocios que le presentaban no le parecían correctas, ella no entendía de negocios y por eso tenia un administrador en cuyas manos dejó el manejo de todo. Pero allí tenia la constatación de sus sospechas.

Encendió un cigarrillo y sus ojos siguieron distraídamente  las figuras del humo mientras su cerebro procesaba a toda velocidad la información que tenía en sus manos.
Para ella no suponía gran cosa el dinero defalcado por el imbécil de su administrador, pero no consentiría de ningún modo que un don nadie la hubiese tomado por tonta, se lo haría pagar.

Augusto Fernalli, era profundamente ambicioso y orgulloso, se consideraba el mejor maître del mundo, pero no se sentía valorado, pasaba muchas horas en aquella cocina elaborando platos que el creía eran perfectos y pese a que el restaurante se llenaba todos los días y siempre recibía alabanzas de los comensales  no avanzaba ni en lo económico ni en la categoría profesional que le era reconocida a otros colegas. Esto se lo debía a la bruja de Celia.
Salió de la cocina agobiado y como era su costumbre se sirvió una copa de vino, por supuesto del mejor Chateu Villard Rouge, saboreó aquel delicioso vino y pensó que era digno de acompañar a sus platos. Odiaba profundamente a Celia.

Sergio Aldana era el administrador de los bienes de Celia desde la muerte de su esposo, se le podía ver por el restaurante a donde acudía cada día a reunirse con la Sra. Ordoñez, allí le daba cuentas de como iban los negocios y aprovechaba para comer las deliciosas recetas de Augusto  sin tener que pagar el carísimo importe de la factura.

Celia le vio sentado esperando que le sirvieran y se a cercó a él.

-Sergio por favor, come hoy conmigo en mi mesa, quiero que hablemos. Espérame un minuto voy a buscar un vino especial y enseguida vuelvo.

En la cocina  Augusto no podía más su inquina no le dejaba vivir, desde hacia tiempo tenia un plan y no pasaría de hoy que lo pusiera en ejecución. Bajó a la bodega y retirando unas cuantas botellas de finísimos y carísimos vinos cogió una preparada por él de Chateu Villard Rouge, era chocante pero en cuestión de vinos la bruja tenia sus mismos gustos, subió rápido escondiendo entre sus ropas la botella y buscó ávidamente la comanda de la mesa de Celia.. Allí el sumiller tenia preparada una botella del mismo vino, comprobó que era de la misma añada, la cogió y en su lugar puso la que llevaba él. Cuando se retiró sudaba y la cabeza le daba vuelta, pero ya estaba hecho, pronto la bruja de Celia no le despreciaría más.

El sumiller se acercó a la mesa de Celia y sorprendido vio que allí solo esta sentado el administrador, al no estar la señora descorchó la botella olio el corcho y lo dejo reposando dentro de la cubeta, por nada del mundo se le habría ocurrido escanciar el vino sin que doña Celia estuviera presente. Pero el administrador no le dejo retirarse
.
-Por favor mientras viene doña Celia sírvame una copa, estoy seco.
-Pero señor, esto no lo puedo hacer
-Sergio alargó el brazo hasta donde estaba la botella y sin más se sirvió una copa.

El sumiller espantado cogió la botella y salió apresuradamente hacía la cocina, si doña Celia se entera de que se ha servido vino en su mesa no estando ella me despide. Cuando llegó a donde Augusto solía salir a tomar su copa de vino, allí la dejo. Así nadie se dará cuenta ya que es de la misma marca y año de la que toma Augusto.

El servicio de comidas estaba en todo su apogeo, pero Augusto no podía más, salió a mirar la mesa de Celia y vio que allí solo estaba el administrador, el cual en ese momento alzaba una copa de vino tinto y se la llevaba a la boca. Asustado retrocedió un poco y alcanzando la botella del vino que siempre tomaba buscó una copa y tomó ávidamente su contenido para evitar caer al suelo ya que sus piernas no querían sostenerle.

A Celia le llevó más tiempo del que pensó introducir por el corcho el veneno que llevaba preparado en una jeringuilla. Por fin terminó, recogió todo, la jeringuilla, un trapo y los guantes y los metió en un pequeño contenedor el cual puso en una recóndita estantería, ya volvería más tarde a por ello. No corría prisa, allí había más de doce mil botellas y buscar algo no sabiendo donde está era como buscar una aguja en un pajar.

Cuando subía las escaleras con la botella escondida en su gran bolso, escucho grandes gritos de alarma, al llegar al comedor vio como gente se arremolinaba alrededor de su mesa y gritaban espantados, otros salían apresuradamente del restaurante.

El jefe de cocina y el sumiller

vinieron con cara de espanto apresuradamente a su encuentro.

-Señora. señora.. el sr. Aldana, ha caído sobre su mesa y creemos que está muerto, alguien ha dicho que envenenado.

Celia se acercó y puso sus dedos sobre la carótida, comprobó que no latía.

-Que alguien llame a la policía, rápido.

Nuevos gritos, ahora desde la cocina llamaron la atención de Celia,

-Dios mío, Dios mío! Augusto esta muerto! parece que envenenado.

Celia metió la mano en su bolso y tocó la botella preparada por ella, no comprendía nada, ¿Qué había ocurrido mientras ella estaba en la bodega?

Suspiró aliviada, ella no era culpable, pero allí estaban las dos personas que más odiaba y en un momento habían pasado a mejor vida sin que ella hubiera participado en sus muertes

 ¿Quién habría sido el asesino?

jueves, 26 de septiembre de 2013

ENRIQUE


Ya hace 35 años que llegaste al mundo, a nuestro mundo porque el mundo es muy grande.

Tu padre y yo queríamos que nuestra familia aumentara y deseábamos con toda ilusión tener un hijo, ya sabes que estábamos visitando a un médico para saber por qué después de unos años no venía. Él fue el que en su propia consulta me hizo la prueba y allí nos enteramos que ya venías en camino.

Papá se emocionó mucho y yo  sentí algo muy especial, algo de lo que cada cinco minutos tenía que preguntarme si era verdad, si eso que sentía en mi pecho por esa noticia no sería un sueño, un sueño maravilloso de esos que quieres prolongar y no despertar nunca .

Recuerdo que al  mes siguiente volví al médico, pero esa vez no me pudo acompañar papá. Entonces la tecnología no estaba tan avanzada y cuando estaba yo tendida en la camilla el médico me puso unos electrodos por el vientre y  escuche el sonido más maravilloso de la naturaleza. Fue tu pequeño corazón, sonaba fuerte, muy fuerte y rápido y llenaba toda la sala, allí estabas tú, tu mi niño, tu demostrando cuanta vida había dentro de mí. No sé ni cómo me pude levantar de la camilla, deseaba todo el rato seguir escuchando el latido de ese pequeño corazón que ya siempre estaría dentro del mío.

Llegaste un martes 26 sobre las 5 de la tarde, te esperábamos con una ilusión que nunca, nunca, ni los mejores escritores o poetas con  las más bellas palabras podrían describir

 Por qué ¿Cómo se describe una bella sensación que se apodera de todo tu cuerpo y que te eleva por encima de todo y todos? Como se describe ese amor que cuando aún  no te había visto, ya te reconocía y mi corazón latía a un ritmo frenético pensando en ti.

Como se describe la inmensa ansiedad por verte,  por abrir mis brazos y no dejar nunca que tú salieras de ellos,  por sentirte, por acariciarte, protegerte , incluso dando mi vida, por comprobar que nacías bien ,que ningún mal te aquejaba, y sobre todas las cosas , así,  en mi regazo ,entregarte mi amor, un amor definitivo, total, sin ningún interés, solo amor…amor para siempre , incondicional, en todo tiempo y espacio, a toda hora, sin prestación, amor las veinticuatro horas del día y durante lo que me alcance la vida y más allá.

Como explicar ¿con que palabras? La sensación que sentí cuando recién salido de mí te pusieron sobre mi pecho desnudo y tu piel aún con restos del parto rozó mi cuerpo y tu corazón sonaba al unísono al mío. Solo soy una madre y por supuesto que no tengo las palabras para describirlo, mi emoción fue tan grande que las lágrimas de alegría y emoción  fueron la primera manifestación de esa sensación mágica que solo se siente cuando  recibes a tu hijo y te fundes con él.

Como hablarte de la primera vez que te tuve en mis brazos porque tú reclamabas tu derecho a ser alimentado y el alimento estaba en mis pechos. Eso no tiene parangón, ya sé que he repetido muchas veces que es imposible describirlo, pero el dar de mamar a tu hijo, el nutrirle con tu propio cuerpo lo que hace es que haya una comunión especial entre madre e hijo, es sublime.

Ya han partido varias de las personas queridas que estaban esperándote en la habitación de la clínica, ellos también te esperaban ilusionados, tu padre, un ser maravilloso, tu abuela Carmen, tu tía Marisol, ellos no están ya aquí para sentir la felicidad que siento yo ahora al poder estar contigo, besarte y abrazarte, espero que ellos desde donde estén puedan ver también esa felicidad .Porque ahora tú también vas a ser padre y todavía sin nacer tu hijo empiezas  sentir las mismas cosas que yo sentí.

¿Verdad que esas emociones son tan fuertes, tan maravillosas y tan mágicas que no se pueden explicar? Son sentimientos y por esos hay que sentirlos, que vivirlos, no se pueden explicar, por mucho que lo intentes.

Deseo que esta felicidad que ahora tú sientes te dure siempre, que tu corazón sepa llevar al de tu hijo ese inmenso amor que nunca desaparecerá de ti y que tu hijo te corresponda de la misma manera.

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS¡¡

sábado, 18 de mayo de 2013

ENTRANDO EN EL PARAISO


Discurrían los últimos días del mes de Julio, la gran ciudad soportaba los días más calurosos del año y el bullicio y las aglomeraciones de gentes y coches empezaban a dar paso a una ciudad menos transitada, ya que los comercios y oficinas ya habían cerrado sus puertas y los habitantes de la ciudad se apresuraban  por llegar a sus casas después de una larga jornada de trabajo.

Así vista la ciudad no daba la sensación de agobio, prisas y contaminación de solo unas pocas horas antes.

El sol declinaba y ya las sombras empezaban a borrar las últimas luces del día, la calle solitaria desprendía de su asfalto un calor insoportable, la pareja que caminaba muy junta apresuró el paso ya que solo cruzando una gran avenida podían refugiarse de tanto calor en un gran parque donde les esperaban hermosos y centenarios árboles que harían que la temperatura  fuera más agradable y la intimidad les saldría al paso.

 Desde el lado donde se encontraban ya podían ver la gran puerta de hierro jalonada por remates dorados que como una gran garganta se iba tragando a las pocas personas que a esa hora se aventuraban a entrar por allí al inmenso parque, considerado el pulmón de la ciudad.

El muchacho se acercó un poco más a ella y con decisión la tomó de la mano y tirando suavemente la hizo correr junto a él  cruzando la calle en dirección a aquella inmensa puerta del parque.

Cuando llegaron al otro lado, ella se soltó rápidamente de la mano de él y en su mirada se veía un ligero reproche, porque se hubiera atrevido a cogerla de la mano.

Cuando entraron les recibió una gran avenida sorteada de grandes setos preciosamente recortado y a ambos lados  viejos y frondosos árboles y entre ellos y a lo largo de toda la avenida numerosas estatuas de antiguos reyes. Ese escenario parecía estar hecho precisamente para el decorado de una película.

Despacio fueron recorriendo la avenida y el muchacho otra vez tiró de la mano de ella y la hizo salir hacia un lado donde la oscuridad era ya profunda, allí se paró y acercó su boca al oído de ella y susurro unas palabras que eran lo que más deseaba desde días atrás  en que se habían conocido. Su joven  cuerpo latía muy fuerte  y su deseo era tan fuerte que le obligaba a rodear la cintura de ella y atraerla hacía él.

-Puedo darte un beso?  Y  como viera que ella quería desprenderse de su abrazo, volvió a susurrar al oído – Un beso… chiquitito…

Ella cerró los ojos y no pudiendo impedir la atracción que la llevaba hacía él,  esperó el también ansiado beso por ella.

Él suavemente la tomo con sus manos por su cuello y su cabello, primero acercó su cara al cabello y aspiró su aroma, rozándolo ligeramente con sus labios y luego los  unió  a los de ella, primero muy despacito y suavemente, para después hacerse  más ardiente. Y el beso se hizo intenso, largo, interminable, ya que sus labios se negaban a separarse.

Al fin sus labios se separaron y ella dijo con un hilo de voz -Dijiste chiquitito…

-¿Me disculpas?  Es que el primer beso es como entrar en el Paraíso y del  Paraíso nadie quiere salir.

La noche se hacía más oscura  por momentos y ya cogidos de la mano salieron del parque  con sus jóvenes cuerpos vibrando por la atracción del uno hacía el otro. Con ese primer beso, juntos, habían entrado en el Paraíso.

lunes, 29 de abril de 2013

TE ELEGIRÍA A TI








Era una tarde calurosa de finales de Junio, una muchacha rubia no muy alta y delgada  apartó una silla que la molestaba para poder acceder a la mesa donde la esperaban sus amigas, mesa junto a la pista de baile de una discoteca-jardín en el centro de una gran ciudad.

Mientras la muchacha se apuraba por llegar con sus  amigas no se apercibió que unos ojos verdes seguían sus movimientos con gran atención…se trataba de un joven de la misma  edad  de estatura mediana, delgado,  ligeramente musculoso,  de cara agradable y preciosos ojos que algunas veces eran verdes intensos y otras mutaban a miel con ligeros toques verdosos. El siguió mirando a la muchacha cuando se sentó en su silla y la admiró con la tranquilidad de no ser observado por nadie.

Todo lo que vio de ella le gustó, su cabello teñido era tan rubio que al sol parecía blanco, en contraste su piel estaba  muy broceada por el sol, su cara sin ser bella era muy agradable y sus   ojos no muy grandes  eran muy vivaces y expresivos.. . Bajó un poco su mirada y la fijó en el  vestido azul claro ligeramente ajustado con gran escote,  que dejaba ver parte del de los senos de la muchacha, estos eran firmes y turgentes y de justa medida. Por su espalda corrió un escalofrío y su joven cuerpo respondió a la llamada que recibía desde donde se encontraba ella.

En aquel mismo momento decidió que haría hasta lo imposible, para que ella llegara a ser suya.

La suerte estuvo de su parte, resuelto decidió sacarla a bailar, pero lo que no sabía es que ella no tenía ninguna gana de hacerlo, pero un fastidioso rayo de sol la estaba molestando y como pronto se retiraría, cuando él muy decidido y amable decidió invitarla a bailar, la muchacha en un impulso salió  a la pista de baile con él.   Más tarde volvería  con sus amigas cuando el sol declinara.

Pero aquella tarde fue mágica, desde que se tomaron de las manos  sus jóvenes cuerpos sintieron algo muy especial, se acoplaban al sonido de la melodía y se atraían como un imán, parecía como si se hubieran estado esperando el uno  al otro, se complementaban en todo  y pronto dejaron de notar que  las melodías terminaban y se sucedían . Su conversación se  prolongaba  sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Puede decirse que este amor fue un flechazo

 Así fue como comenzó una historia de amor que duró 43 años y que aun, sigue ya que hasta que yo muera y mas allá nunca acabará.

No hay nada más amargo y triste que saber que te perdí.

       

LA AUTORA

LA AUTORA