domingo, 13 de octubre de 2013

EL MAR ME TRAJO A MÍ -3ª PARTE

- Como ya le he dicho yo soy el Capitán, Alejandro Celaya. Se está mareando señorita?

A Victoria le llego un mareo que la hizo tambalear y por muy poco no cae, como pudo alargó los brazos y se agarro a lo primero que encontró, cuál no sería su sorpresa cuando aún muy mareada notó que unos fuertes brazos la envolvía y evitaban que se cayera, luego esos mismos brazos la izaron y la transportaban hasta un lecho.

-Se encuentra bien señorita?

Victoria no podía ni responder, sentía unas intensas arcadas pero delante de ese hombre no quería parecer débil, pese a encontrarse mal todavía sentía el contacto de su piel y el pulso se le aceleraba cada vez más, no quería abrir los ojos estaba mareada, pero no quería marearse más viendo esos ojos y esa boca que se encontraban muy cerca de ella ya que había sentido su respiración muy cerca.
No, no, esto no puede ser, no me puede pasar, este hombre no puede ser él, él no es, pero entonces que es lo que estoy sintiendo? Jamás la presencia de un hombre me había alterado así. Se obligó a abrir los ojos y efectivamente él se encontraba sentado al borde de la cama del camarote inclinada la cabeza sobre ella,

-Se le pasó?

Victoria asintió e intentó levantarse, rápido él la tomo por las manos y tirando de ella hacía él la ayudo a sentarse en la cama. Sus cuerpos y caras habían quedado muy juntos, por un momento pareciera que se iban a fundir en un beso. Ágilmente él se incorporó alejándose así de ella. Había  sentido un impulso tremendo de besarla, ¿Que le pasaba porqué esa mujer le descontrolaba?, nunca antes  había sentido nada así por una mujer.

-Señorita, si ya se encuentra bien, debo volver a mis faenas, que aquí son lo principal.

Y diciendo esto, salió del camarote dejando a Victoria sola. Esperó a estar un poco más aliviada y salió a cubierta. Allí todos los hombres se afanaban en distintos menesteres, buscó al Capitán y no lo pudo encontrar .De pronto se dio de bruces con él, se asustó y por poco pierde pie y se cae.

-Mire señorita no quiero ser grosero, pero está siendo un estorbo, quítese de en medio y déjenos  trabajar
.
-Creo que ya va siendo hora de que deje de llamarme señorita, me llamo Victoria.

-No estoy para protocolos.

-Bueno llámeme como quiera pero yo le llamaré Alejandro.

-Si lo que quiera, pero déjeme en paz y no moleste o la próxima vez la echo al agua

Victoria quedó petrificada, nadie la había hablado así, que se creía ese patán, desconcertada procuró entretenerse sin molestar a los que estaban trabajando.

-Capitán, Capitán, las redes están llenas, pero creo que se han quedado enganchadas en algo ahí abajo
.
-Parad las maquinas voy a bajar a intentar desengancharlas.

-Pero es muy peligroso, todo está muy oscuro y la inmersión la tienes que hacer a pulmón libre.

-No podemos permitir perder dos días de pesca.

Y  tomando un cuchillo en su mano se lanzo al agua en un salto perfecto desde una altura aproximadamente de dos pisos.

Todos corrieron a la borda por donde el Capitán acababa de desaparecer, Victoria fue la primera en llegar.

,-Como le han dejado tirarse solo.

-Mire señorita si alguien sabe y comprende el mar es él y ninguno de nosotros cuestionamos sus ordenes, él es nuestro hermano jamás querríamos que se expusiese a ningún peligro, pero él sabe lo que hace.

Victoria estaba tan nerviosa que había olvidado el mareo y paseaba de un lado a otro del barco, el momento se le estaba haciendo eterno, no podía con sus nervios, pensaba que era imposible que aguantara tanto sin respirar.

-Por favor hagan algo, ya ha pasado mucho rato, tírense ustedes a por él, o va a morir.

Ya se disponían a tirarse dos de los hombres cuando la cabeza del Capitán emergió de entre las aguas,

 Victoria suspiro aliviada y se fue para un rincón. Desde allí lo vio subir, su melena se había soltado del recogido en la nuca y el pelo mojado y revuelto se le pegaba a su cara pronunciando así sus labios carnosos y sus preciosos ojos de grandes pestañas, su cuerpo mojado brillaba ligeramente por el reflejo de las últimas luces del día y no había hombre que se le pudiera comparar.

-Ya se soltó la red, arríenla y prepárense todos para tomar la gran cantidad de pescado que hemos cogido. El recorrió con su mirada todo el barco hasta dar con los de Victoria. Giró y volvió a desaparecer de la vista de ella.

Solo un breve momento pasó cuando ya estaba junto a ella llevando en sus manos un chaleco salvavidas.

-Tome póngase esto, no quiero problemas.

-Es usted un patán, he intentado ser amable, me he presentado pero usted no para de molestarme.

-Señorita. perdón Victoria, esto no es un crucero, es un barco inestable, usted para mí es un peso muerto, pero no quiero que la pase nada.

-Vaya peso muerto, pero se preocupa usted por mí.

-Yo soy franco, siempre digo la  verdad, usted me preocupa, pero más me preocupan los trámites y papeles que tendría que rellenar si la ocurre algo
.
-Usted goza con molestarme.

-Le digo la verdad?  Sí, es una señorita creída que viene de la ciudad y se cree más que los demás, es igual que su amiguito del yate
.
-Grosero, patán, palurdo engreído, no sabe tratar a las mujeres.

Y sin poderse contener Victoria alzó la mano para propinarle una bofetada, pero él ágilmente agarró el brazo de ella  y acercándo el cuerpo de ella al de él, mientras con un brazo la rodeaba, con el otro la separo suavemente el pelo que en ese momento por motivo del viento tapaba parte de su cara y acercando sus labios a los de ella la dio un intenso y ansioso beso, al cual Victoria no pudo contenerse y  respondió igualmente,  Alejandro se separo de ella y la dijo.

-Señorita, yo soy un caballero,pero con las damas.

-Y ahora se pone el salvavidas o directamente la tiro al agua?

Alejandro se retiro sonriendo, que bonita era la condenada pero que mal genio tenia y que respondona. No sabía por qué la había besado, además desde que la vio subir su genio cambió para mal, las mujeres dan mala suerte en los barcos, eso solían contar los pescadores más viejos.
Victoria pasó el resto de la travesía sola en un rincón, pensando en Alejandro, no le volvería a llamar más Capitán, esa era mucha categoría para ese imbécil. Y el beso más valía olvidarlo. Pero podría?
Por fin llegaron a puerto. Alejandro busco a Victoria.

-Ah, estaba aquí, ya hemos llegado ya puede bajar a tierra

-Pero, aquí no conozco a nadie.

-Perfecto, Tomás acompaña a la señorita a la comandancia de Marina a que se reporte y sepan donde se encuentra, yo me voy para la cantina.Y sin despedirse la dio la espalda y se marchó
.
Grosero, más que grosero, pensaba Victoria, en su vida jamás un hombre la había tratado así, bueno por fin dejaría de soportarlo pronto, volvería a casa,

1 comentario:

MARIA JESUS dijo...

Esperando el proximo con interes, un beso

LA AUTORA

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