domingo, 2 de agosto de 2009

EL LAGO


Nunca perdonaría la ambición desmesurada que había llevado a su padre a cambiar de trabajo y por ende de domicilio, lo que hizo su madre y ella tuvieran que abandonar el pueblo que les vio nacer y las gentes con las que habían crecido.

Natalia era un ser vulnerable, siempre se había apoyado en su gente, su abuela Lucrecia sentía una intensa predilección por ella, juntas recorrian el inmenso casón familiar y la abuela le contaba una y mil anecdotas de cada uno de los familiares que vivieron allí antes que ellas.

Muchas tardes obscuras y frias de invierno subían al desván y se entretenían sacando de los viejos baúles infinidad de cosas que la abuela, con la parsimonia que le daba su edad, limpiaba la pátina que el tiempo había dejado en ellos y luego despacio y quedamente relataba a Natalia la peculiaridad de aquél objeto, a quién había pertenecido y las circustancias y visicitudes por las que había pasado hasta ir a parar al baúl.

Todos y cada uno de los familiares que habían habitado la casa le eran conocidos y queridos. Sabía sus nombres, sus ilusiones, frustaciones, penas y alegrías y eso le ligaba a ellos y al entorno de tal forma que solo allí se sentia plenamente viva.

Por nada... por nada.. hubíera dejado Natalia de asistir a esas comidas familiares donde toda la familia se reunía, abuelos, tíos, primos... todos juntos comían, cantaban, reían, y el Casón parecía transformarse en un gran útero, donde juntos se encontraban a salvo de cualquier peligro que pudiera acontecer.

Por la pérdida de todo esto, nunca perdonaría a su padre por haber aceptado un trabajo al otro lado del país. Solamente pensaba en él, la idea de promocionar en su trabajo era mucho más fuerte que el hacer desgraciadas a su mujer y su hija alejándolas de lo que más querían.

Desde que llegaron a su nuevo domicilio su padre dedicaba casi todo el dia al trabajo y su madre, aburrida y abandonada no salía de aquella horrorosa casa donde no tenía nada que hacer ya que todo estaba robotizado.... se pasaba el día llorando y cuando su marido llegaba del trabajo, ya muy tarde en la noche, ni quejarse podía ya que él se limitaba a tomar un pequeño refrigerio y a caer rendido en la cama.

Natalia tambien languidecía, su vida se limitaba diariamente a ir y volver al instituto en el coche con su madre. La pérdida de lo que había sido hasta entonces su vida la perseguía en sus pensamientos continuamente y esto le producía un dolor intenso junto con gran añoranza que sentía por su casa y su familia. Se sentía abandonada.

El tiempo pasaba y las relaciones entre su padre y su madre se iban deteriorando, su padre algunas veces, llamaba por teléfono y decía tener mucho trabajo y que dormiría en la ciudad.

Natalía había sorprendido varias veces a su madre bebiendo y notaba cada día su decadencía. Ella había dejado hacía tiempo de llevarla en el coche al Instituto.

Su querida abuela había muerto y sus tíos habían vendido el Casón, toda su vida anterior se derrumbó.

Un día, caminando hacía el instituto, de detrás de un arbusto salió de repente un muchacho que le dijo:

-¡Yo a ti te conozco, estudias en mi instituto! . Me presento, me llamo Jorge... y diciendo esto, su cara se iluminó con una gran sonrisa.

Natalia no contestó, eludió al muchacho y siguió andando. Aunque deseaba hablarle le pareció que el chico se había tomado muchas confianzas presentandose así. Pero lo miró de reojo y se reafirmó en que aquel muchacho le gustaba.

El no se dió por vencido y empezó a rodearla y hacer gestos para hacer que Natalia sonriera.

Ella cedió y riendo le dijo-Me llamo Natalia-

Jorge fue para Natalia un bálsamo en su vida, desde que se conocieron ya nunca se separaron. Mientras, la vida de Natalia se derrumbaba ya que su padre las fue abandonado poco a poco, cada vez venía menos a casa, hasta que un día simplemente mandó a por sus cosas y no volvió a aparecer en sus vidas. Solamente sabían de él atraves de unos cheques que recibían puntualmente todos los meses.

En todos esos malos momentos siempre a su lado estaba Jorge, con su sonrisa perpetua y haciendo el payaso, intentando poner un poco de alegría en su vida.

Su madre cada vez bebía más y pasaba el dia de compras o bebiendo, últimamente hablaba de pasar temporadas en un país extranjero.

Natalia cada vez dependía más de la compañia de Jorge, estudiaban juntos, iban y venían a todas partes juntos y era casi imposible no verlos acompañados uno del otro, la adolescencia la pasaron juntos, sin separarse y el amor que los unía era casi excesivo.

Coincidiendo con el ingreso en la universidad de Natalia y Jorge su madre por fin abandonó a su hija y su casa y marchó fuera del país con rumbo desconocido. Otra vez Natalia se sentía abandonada por todo lo que más queria.
Jorge y Natalia pese a su juventud ya vivían juntos en un pequeño apartamento cerca de la universidad y los dos estaban tan unidos que Natalia obsesivamente temía perder a la persona por la que merecía la pena vivir.

Cerca del apartamento, junto a la carretera, había un pequeño lago donde algunas veces pasaban largos ratos paseando por sus inmediaciones.
Una tarde, en uno de estos paseos, Natalia se encontraba muy nerviosa e hizo jurar a Jorge que nunca la abandonaría. Se lo repitió varias veces cada vez más excitada....

Jorge siempre sonriente tomo con sus manos la cara de Natalia y acariciandola intentó calmarla con un abrazo protector y juro que jamás..jamás ...la abandonaría.

Habían pasado dos años y Jorge se encontraba en la ciudad para una entrevista de trabajo,
Natalia al caer la noche, preparaba una cena ligera para los dos cuando el telefono sonó.
Cuando despertó se encontraba en la habitación de un hospital....

Cuando vio llegar a los medicos lo primero que hizo -antes de interesarse por su salud- fue excitada preguntar en que habitación se encontraba Jorge. Queria verlo, necesitaba, verlo y comprobar que se encontraba bien...

Pero la cara de las personas que le rodeaban no presagiaba nada bueno. Un medico se acercó y con voz grave le dio la mala noticia...

El grito desgarrador fue tremendo... todo el hospital parecía haber temblado....Natalia se debatía como si una fuerza la poseyera y gritando decía ... tú también me has abandonado, me has mentido, tú Nooooooooooooo.... tú no puedes abandonarme... y sus sollozos eran tan sentidos que todos en la habitación contenían la respiración y aunque ya habían visto muchas veces escenas parecidas, ésta les estaba afectando de una manera especial.

El accidente de Jorge se produjo por un deslumbramiento cuando él se dirijia a casa. Por paradojas del destino el coche cayó a un lago de donde tuvieron que sacarle. El mismo lago donde tan felices habían sido y donde Jorge juró no abandonarla nunca.

Natalia estuvo sedada todo el dia y los medicos pasaron a verla varias veces.

Era noche cerrada cuando Natalia despertó. Sin vacilar se bajó de la cama y con el camisón del hospital y descalza se desplazó por los pasillos intentando que nadie reparara en su presencia.
Salió del hospital y caminó por el margen de la carretera sin darse cuenta de las escoriaciones que iban sufriendo su pies, caminó y caminó...

A la luz de la luna su figura blanca se reflejaba como una virgen .

Llegó por fin al lago y gritando con desesperación empezó a sumergirse en el agua....sus gritos repetidos como una letanía iban dirigidos a Jorge.... te dije que no me abandonaras ...y lo has hecho.... Pero yo no te abandonaré... y poco a poco el agua la fue cubriendo como un gran manto hasta que desapareció sumergida en ellas.

Más tarde, la luna iluminó a una bella muchacha flotando muerta en el agua del lago.

1 comentario:

MARIA JESUS dijo...

Precioso , este me ha echo llorar

LA AUTORA

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