jueves, 20 de agosto de 2009

NUNCA SE ESTÁ SOLO DEL TODO

En la gran ciudad hay muchas personas que se cruzan en su ir y venir pero su procedencia es muy distinta, a unos el azar o su esfuerzo le ha impulsado hasta poder llevar una vida más o menos cómoda y feliz, han conseguido un trabajo suficientemente remunerado y también cuentan con una familia al menos convencional. Se afanan día a día y son premiados con poder tomarse unas vacaciones con la familia, poseer una casa en una urbanización tranquila o salir algunas veces con los amigos a cenar fuera de casa.

A otros como a José el azar les había llevado a nacer hace 40 años en un arrabal de la ciudad. Un arrabal fantasma, ya que está a espaldas de la ciudad y allí no había llegado nada de la prosperidad que durante años hizo crecer en todos los sentidos la capital.

Durante años José vio grandes obras que la hicieron cambiar de un pueblo a una ciudad moderna y cosmopolita y se ilusionaba pensando que hasta su barrio también llegarían alguna vez esos cambios.
Pero en el arrabal nada había cambiado, o sí, ahora los que resistían allí no era gente honrada y trabajadora, estos o habían muerto o estaban pasando sus últimos años en casa de sus hijos o, los menos, consiguieron salir de ese agujero e instalarse en algún sitio mejor.

Ahora las almas que por allí pululaban eran gente marginal, borrachos, drogadictos...
En su pequeño bar José despachaba aguardiente a espectros de lo que alguna vez fueron personas....
En sus cuerpos llevaban el estigma del rumbo de la vida que decidieron tomar.... Se apoyaban en el mostrador y cogidos a su copa mostraban sus ojos vidriosos, sus hombros hundidos y sus manos sucias y sarmentosas . En el bar la conversación sobraba, allí solo se iba a beber... Lo demás no contaba, la vida era eso, solo eso....
José seguía en aquel bar ya que él también había quedado al margen de la sociedad. En las desconchadas paredes del bar curtidas por el paso del tiempo y el humo del tabaco podían adivínarse las viejas heridas de todas las personas que hasta entonces habían pasado por allí y que en noches de soledad bebieron hasta romper sus vidas.
En aquél bar se respiraba la soledad, la incomunicación, todo invitaba a refugiarse en el vaso lleno de alcohol y a olvidar todo lo demás. Y esta incomunicación, esta soledad habían hecho de José una persona encerrada en si mismo y temeroso de todo contacto humano.
Él sabía mucho de soledades, muchas personas habían pasado por su vida, pero ninguna se quedó junto a él... José quedó varado en ese suburbio ...Estaba solo en ese bar que era su cárcel.
Era ya avanzada la noche cuando José echó el cierre y siguiendo la luz de las bombillas que aún quedaban en funcionamiento en aquel desolado páramo inició el camino a casa.
Donde vivía él no merecía llamarse casa, estaba en una completa ruina ya que de los dueños nadie sabía su paradero y la casa se fue deteriorando hasta el extremo de ser declarada en ruinas. En varias ocasiones los bomberos fueron los artífices de que con los puntales que le pusieron todavía parte de ella quedara en pie. En ese jirón en pie es donde él malvivía sin agua ni luz en la más completa soledad.
En tiempos las cuatro viviendas habían estado habitadas, pero cuando poco a poco la casa fue deteriorándose, los demás vecinos marcharon en busca de un sitio donde no estar bajo la amenaza de cualquier día morir bajos escombros. Solo José quedó aguantando cualquier designio.
En ocasiones el silencio se le hacía insoportable, llegaba a obsesionarle y por eso cuando llegaba del bar directamente se metía en la cama esperando el amanecer del siguiente día.
Despertó sobresaltado..... estaba oyendo ruidos..... ruidos muy cercanos.... ¡No podía ser! Él siempre estaba solo... El silencio era su compañero....
Buscó desesperadamente la linterna con la que siempre dormía a mano y cuando la encendió un alarido sobrecogedor salió con la fuerza de toda su alma.....Alarido que nadie escuchó.
Cuando los cientos de ratas que bordeaban su cama y otras tantas que ya estaban encima empezaron a roerle por varias partes del cuerpo el azar le dio una oportunidad a José.....
¡José se desmayó! Por una vez en su infausta vida no estaba solo...

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LA AUTORA

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