martes, 17 de noviembre de 2009

EL DESPERTADOR



Antonio, era un empleado ejemplar, en el banco donde trabajaba sabían de su bien hacer, su puntualidad, su amable trato al cliente, siempre impecable en el vestir, pulcro, aseado, todavía su figura se mantenía en forma, su cara de gesto amable, dientes blanquisimos y pequeñas arrugas apenas delataban que ya se acercaba a la cincuentena.


Él procuraba mantenerse en forma, vivía solo y hubiera deseado tener una familia, pero la única relación que pudo terminar en boda fue hace ya mucho tiempo.



Ella era mujer muy guapa, independiente, con poca vocación por la vida en pareja, prefería por encima de todo su trabajo. En la intimidad él gozaba de acariciar cada pliegue de aquel cuerpo perfectamente formado, contar, uno a uno, aquellos lunares que como pequeñas estrellas poblaban su cuerpo, palpar aquella piel tan suave como la seda, enredarse en su cabello negro y largo, olerlo, meter sus dedos en el y perder la noción del tiempo transcurrido. Después, viéndola dormida junto a él, sentía miedo a perderla por no merecerla, se sentía inferior en todos los ámbitos a ella, él no era más que un mediocre empleado de banca y ella lo tenía todo, escalaba rápidamente en su trabajo, era atractiva, sociable, divertida
El día que él tanto temía llegó, la rutina se instaló en sus vidas. Él intentó retenerla pidiéndola en matrimonio, pero ella cogiéndole las manos entre las suyas le atrajo hacía si y le hablo cariñosamente haciéndole ver que la relación estaba acabada, el amor terminó y no debian prolongarla más, se harían daño.


Quedó deshecho, nunca ya fue el mismo. Muchas noches soñando, olía su perfume, la veía echada allí junto a él, perfecta, como una dama del renacimiento, pintada desnuda por el mejor maestro pintor, la felicidad le embargaba y soñando alargaba su mano con delicadeza para acariciarla, pero nunca en su sueño llegaba a hacerlo. La deseada figura se esfumaba antes de que él pudiera alcanzarla.


Durante muchos años sueños parecidos a este le atormentaron. Ahora ya nunca recordaba lo que soñaba, se había convertido en un ser rutinario y anodino que ya no esperaba el cariño y la compañía de una mujer.


Su vida ahora la dedicaba a su trabajo, dormía, comía, se arreglaba y componía para lo único que le quedaba, su trabajo. Procuraba ser amable con los clientes y ser muchas veces cómplice de sus confidencias. En verdad sus únicas amistades eran los clientes antiguos con los cuales solía desayunar algunas veces y esporádicamente salir alguna noche con algunos que también habían perdido a la mujer que amaban y se unían a él para apoyarse mutuamente en sus soledades.


Por eso Antonio estaba tan vinculado a su empleo, era lo único a lo que poder agarrarse afectivamente en la vida que desde años venia arrastrando. Era lo más parecido a una familia.


Su vida pasó de ser rutinaria a ser un infierno, los rumores en la prensa y en el propio banco eran que la banca estaba pasando una tremenda crisis y que los despidos iban a ser masivos y su edad le hacía de los proclives al despido, esto le estaba obsesionando le mantenía totalmente enervado y aunque en el trabajo procuraba mantenerse lo más tranquilo posible, día a día cada vez le costaba más.


La noche era un infierno, descansaba muy mal y por las mañanas se encontraba maltrecho al no haber descansado.


Un día el despertador no sonó y al descubrir que llegaría tarde al trabajo se desesperó, pensó durante el trayecto que al llegar recibiría alguna amonestación, pero eso no sucedió, el director cuando él se disculpó nervíosamente, no dio importancia al hecho, pero Antonio no quedó tranquilo.


Aprovechando su hora de desayuno, entro en un bazar chino y compró un despertador digital con grandes números rojos que marcaban las horas, comprobó que la alarma era potente y que no le ocurriría como lo que le había pasado con su viejo despertador. Al pagar le asombró el precio, era tan barato que por un momento pensó cuanto pagarían a las personas que los fabricaban.


Más tranquilo al llegar a casa con su compra se deshizo del viejo reloj y lo reemplazo por el nuevo.


Aquella noche se durmió tranquilo sabiendo que no le volvería a pasar el llegar tarde al trabajo. Su nuevo reloj le dio la suficiente tranquilidad.


Despertó angustiado en plena noche, los grandes numeros rojos del despertador marcaban las 4,05 no recordaba la pesadilla pero le había producido un gran desasosiego, ya no pudo volver a dormir


Cada noche se volvía a repetir las mismas circunstancias, se despertaba terriblemente asustado y siempre a la misma hora las 4,05


Empezó a llegar todos los días al trabajo tarde a descuidar su aspecto y a rehuir a la gente.


En el banco fue puesto en primer lugar para los posibles despidos.


Recurrió a las pastillas que los médicos les prescribieron para dormir, pero nada dio resultado. Inexorablemente cada noche a 4,05 llegaba su sufrimiento. Se despertaba con el sudor perlandole la frente, el pecho y el corazón se movían como un ave antes de morir abatida por el tiro del cazador, el pánico era tan grande que solo lo aliviaba llorando compulsivamente.


Cada noche que transcurría al despertar a las 4,05 de esa forma tan angustiosa, iba recordando más de la pesadilla que le hacía despertar así. En ella veía a decenas de personas, la mayoría mujeres, que despavoridas intentaban huir de lo que a él le parecía fuego.


Por fin se llevó a cabo su despido, le agradecieron los años prestados a su servicio y con una gratificación le pusieron en la calle.


Para Antonio no fue demasiado traumático, su vida se había vuelto tan penosa que el no tener que trabajar le supuso un alivio. Pensó que quizás las pesadillas cesarían.


Las 4,05...las 4.05.... su cabeza martilleaba obsesivamente esa hora. Paseaba como fiera enjaulada, sucio, descuidado, con una sola obsesión ¿por qué? ....¿a que se debería despertar así siempre a esa hora?


Empezó a temer que la culpa la tenía el despertador, todo había comenzado cuando él lo trajo a casa ¿pero como, por qué?. Fue a buscar el envase del reloj y con él debajo del brazo salió a la calle.

Cuando explico en la agencia de detectives la gestión que deseaba hicieran, les ocultó las pesadillas que sufría, solo quería que le informaran sobre la empresa que se dedicaba a fabricar esos relojes.

Pasaron unos días y se presentó en su casa un empleado de la agencia contratada por él, le dio un sobre con el informe con los datos que habían podido recabar sobre la empresa. Cobró sus honorarios y se marcho dejándolo solo.

Antonio se sentó con el sobre entre las manos y con nerviosismo abrió el sobre.


-" Lamentamos que los informes requeridos por usted sobre la empresa Surisay Corp. no puedan ser mas extensos, pero esta empresa desapareció y fue un gran escandalo a nivel internacional al fallecer decenas de personas debido a un fuego. Al parecer el patrono tenia a los empleados en régimen de esclavos, vivían, comían y dormían en la fabrica y cuando la abandonaba los encerraba, lo que dio motivo a que ningún trabajador pudiera salvarse del fuego , solo un pequeño almacén con algunos relojes listos para la importación no sucumbió al fuego El 9 de Noviembre de 2002 fue cuando se produjo este lamentable accidente a la hora española de las 4,05."


viernes, 13 de noviembre de 2009

ACCIDENTE


Ayer tarde sufrí un accidente en el gimnasio. Estaba en la cinta andadora se me cayó la toalla y ahí va la tonta de Carmen y se agacha a recogerla.

Por supuesto que la cinta siguió andando a su "bola" y allá va Carmen rodando a la vez de la cinta hasta que esta se acabó y topé con el duro suelo.

A partir de ahí viaje a Frontela, espera, radiografía, dolor intensisimo y diagnostico: Rotura de la cabeza del humero del brazo derecho.

Tratamiento: Brazo inmovilizado en cabestrillo, antiinflamatorio, analgésico y de 20 a 40 días así.

Así que se me ha acabado la piscina, el pilates y el gimnasio. Tampoco podré escribir mis relatos ya que tengo todo el cuerpo molido y con una mano me cuesta mucho escribir.
Hasta pronto, volveré. ¡Chao!

lunes, 9 de noviembre de 2009

DOS MUJERES, UN VESTIDO


Pronto terminaría el turno en su trabajo y María podría liberarse por ese día de ese mal pagado y extenuante trabajo. Desde que llegó a la gran ciudad desde una pequeña capital de provincías ese trabajo era lo mejor que pudo encontrar.

De nada le sirvio los estudios universitarios que con gran esfuerzo de ella y sus padres consiguió terminar. En todas las empresas donde había presentado su curriculum, siempre la misma respuesta " Pronto la llamaremos" pero esa llamada nunca llegaba.
Mientras María subsistía con el pequeño sueldo que recibía sirviendo a los clientes de una empresa de comida rapida.

Desde luego que esto no era lo que esperaba cuando salio del entorno familiar, sus sueños eran establecerse en la gran ciudad, lograr un trabajo acorde con sus estudios y poder acceder a todo lo que la ciudad le podía ofrecer, amistades, un buen trabajo, ocio, cultura...
Pero lo único que había conseguido, era compartir un piso modesto en la periferia junto con otras muchachas que también llegaron a la gran ciudad con la mismas pretensiones que María .
Pero el tiempo pasaba y nada de lo soñado se les cumplía.
Cuando decidió marchar de su entorno uno de los motivos que más le indujerón era su sueño de poder ir alguna vez a la opera. Su padre era un gran aficionado, sus viejos discos no paraban de sonar. En las largas tardes de invierno ella estudía siempre acompañada al otro lado de la pared por esas magnificas voces. Sabía cada acorde de muchas operas, cada inflexión de voz de un tenor o una soprano. Conocía cada uno de los divos de todas las epocas . Esa musica había suplido muchas carencías de sus vidas, les habían acompañado, les conformo sensaciones , les sacó de la mediocridad.

Fue una gran y penosa decisión la que tuvo que tomar. Sus padres le animaron, ya que solo deseaban lo mejor para ella, pero la separación de sus seres más queridos y carecer de su apoyo la perturbaba y no sabía si tendría el valor suficiente para afrontar sola esa nueva etapa.Cuando su padre en la despedida la abrazó, las lagrimas no las podía contener y al separarse de ella le susurró al oido -"Prometemé que haras todo lo posible para asistir a la opera, y cuando estés allí pensaras en nosotros"-Esta escena era recurrente cada vez que pensaba en su familía y en su pensamiento veía a su padres sentados en la sala pasando largos momentos con su música preferida..la opera. Esto se reproducia en su sueño ya que nunca alcanzaba a subir por esas escaleras con el vestido perfecto, con el paso de reina.

Últimamente no se encontraba bien, padecía de crueles pesadillas ,esas eran tan reales que aún después de haber despertado su corazón latía aceleradamente y sus gritos a veces despertaban a sus compañeras.
Al salir del trabajo le gustaba volver a casa dando un largo paseo, se paraba en los iluminados escaparates y pegaba su cara a ellos acariciando la esperanza de poseer alguna vez alguno de los carisimos, zapatos, vestidos o complementos. Llevaba mucho tiempo careciendo de lo mas imprescindible pues ahorraba cada centimos con la pretensión de comprarse un exquisito vestido y asistir a la opera como si de una gran dama se tratara.

Se paraba ensimismada todos los dias de representaciones a la puerta del teatro y contemplaba al publico entrar presurosos, bien vestidos, con maneras exquisitas, los caballeros saludaban a las damas imitando el beso en la mano, ellas sonreian y hacían corrillos , cuchilleaban y María deducia que criticaban algún fallo en el vestir o de protocolo de los demás.

Envidiaba a estas mujeres y se decía que debía ser ella la que traspasara la puerta y subiera por aquellas maravillosas escaleras. Ella si que apreciaría de verdad lo que era una representación de opera y no una de esas fatuas mujeres que sin dar importancía traspasaban la puerta solo por el prestigio social que se suponía que este acto tenía.
Se rebajó a limpiar por horas en casa de señoras que no podrían rivalizar con ella ni en conocimientos ni en belleza y elegancía. Todo por conseguir cumplir su sueño y el de su padre.
Los días pasaban y María confundida con la masa era una más de las muchachas que emigran a la gran ciudad y que allí languidecen sin conseguir sobresalir en nada.

Sus compañeras de piso y de trabajo, se reian de ella cuando la invitaban a salir a distraerse después del trabajo y ella se negaba sistematicamente alegando no poder gastar. Sus amigas le decian que estaba malgastando su vida por un sueño que quizas mas adelante si le cambiaba la suerte le sería facil realizarlo sin tanto esfuerzo.

Por fin llego el día que la cantidad de la que disponía parecía que posiblemente ya sería suficiente para poder llevar a cabo sus propositos.

Ese día estaba muy distraida en su trabajo, dos pedidos de diferentes mesas los había equivocado y dos refrescos se derramaron, su jefe la había reprendido.

Pero María estaba deseando salir del trabajo porque se iba a pasear por las calles donde se asentaban los mejores comercios de la ciudad, quería comprarse un bonito vestido para por fin cumplir su sueño de acudir a la opera.
Paseó y se paró en cada una de las mejores tiendas de la ciudad, miró uno a uno cada vestido expuesto en todos los escaparates.

Por fin en una tienda carisima, vio un vestido con el que había soñado miles de veces, le parecío que alguien en un taller de costura lo había diseñado tan maravilloso pensando en ella, su fina tela, su color, su exquisito diseño....¡Decidido mañana lo compraré!

El siguiente día fue el más largo de toda su vida, nunca había comprado en una tienda tan selecta y no sabía como comportarse.

-¡Buenas tardes!

¡Buenas tardes! podía servirle en algo?
-Vera estoy interesada en el vestido color champan del escaparate.

La dependienta no pudo disimular una mirada de incredulidad, pero al momento se repuso y con parsimonía le dijo.

-Sabe, ese vestido es exclusivo, su precio es muy alto y...........
María interrumpio a la mujer.

¿Puedo probarmelo?

-Por supuesto ahora mismo mando que lo traigan.

No obstante la mujer entre dientes iba murmurando, trabajo para nada ,esta no tiene dinero ni para un botón de este vestido.


-Aqui lo tiene, cuando quiera le acompaño al probador.-


La vendedora entró en el probador y colgó y extendio cuidadosamente el vestido.
-Cuando quiera me llama si necesita algo de mi, soy Olga.


Mientras María se probaba el vestido .La puerta del comercio se abrió y con un modo altanero entro una joven.

-Señorita Vergara, ¡Buenos dias!


Sin contestar se dirigió hasta el mostrador y allí dirigiendose a la vendedora le dijo.


-Vengo a por el vestido que ayer me estuve probando.


-Lo siento mucho señorita Vergara, pero en este momento otra señorita se lo está probando. Como ayer no le interesó.


-Bueno, eso no importa yo compro siempre colecciones enteras y exijo que ese vestido sea para mí.

María no lo dudo aquel era el vestido, reflejada en el espejo se encontró mucho mas bonita de lo que ella hubiera soñado.

Cuando llamó a la dependienta, vio que había algún problema su cara era de contrariedad.

-Señorita-dijo la dependienta a María- ha habido un error ese vestido estaba vendido.


María, notó como si alguien le hubiera dado un mazazo sus piernas se tambalearon y por un momento le parecio que se desmayaria.


-¡Pero no puede ser? el vestido estaba en el escaparate y nunca vi, ni me dijeron que estuviera vendido.

-Ya le he dicho que ha sido un error....lo lamentamos, podemos enseñarle otros del mismo modisto.


-¡ NO! gritó María, quiero este y me lo llevaré, aquí tengo su importe y diciendo eso saco nerviosamente un puñado de billetes y los puso sobre el mostrador.


-Señorita, no se ponga así, no queremos un escandalo en la tienda.


María se encontraba mal, tanto sacrificio, tantos sueños....Tenía que ser ese vestido sin él no se podría realizar por lo que tanto se había esforzado.


Tuvieron que sentarla porque su apariencía delataba lo mal que se sentia.


Sentada allí se fijo en una elegante muchacha a la cual le habían acercado el vestido que le habían arrebatado a ella. Todo en ella mostraba su pertenencía a una familía de clase alta, se la veía segura de si misma, acostumbrada a que su caprichos fueran ordenes para los demás. María estaba segura que nunca habría necesitado sacrificarse para poder alcanzar cualquier cosa que se hubíera propuesto.

Por eso estaba segura de que le habían quitado el vestido para plegarse a los caprichos de aquella ricachona. En aquel mismo momento María empezó a sentir un odio hacía a aquella mujer y hacía el el mundo entero, la habian tratado como una basura , habían despreciado el dinero que tantos sacrificios le habían costado. Para conseguirlo se había privado hasta de lo más esencíal, trabajado en casa de señoras despotas, analfabetas, con niños insufribles, caprichos, y maridos babosos a los que alguna vez tuvo que pararles los pies .
Mientras se reponía escuchaba a muchacha del vestido hablando con la dependienta.

-No me gustaba mucho este vestido, pero es lo mejor que he encontrado, me servira para la premier de la opera dentro de un mes. Empieza la temporada con Norma. Mi familía no estará tienen un compromiso ese día, supongo que invitaré alguno de mis amigos a mi palco.

María abandonada en la silla, comprendio que ya nada sería igual de ahora en adelante, su ingenuidad y fe en la raza humana se acababa allí. Desprecio era lo que recibias si naces pobre y quieres acceder aunque sea por una sola vez a los privilegios que los nobles o ricos ya disfrutan desde su nacimiento.

Se levantó de la silla y como si fuera invisible, nadie reparó en ella, salío de aquella tienda donde había sido humillada solo por el hecho de querer acceder por un día a sentirse una gran dama.

Los dias siguientes fueron de un cambio drastico de María, abandonó su trabajo, descuidó su higiene y pasaba dia y noche en su habitación negandose a comer, sus compañeras de piso estaban muy preocupadas por ella la dejaban bandejas con alimentos las cuales retiraban intactas. No comprendían su actitud y especulaban sobre lo que le había podido pasar para ese cambio.

María empezó a tener obsesiones el aislamiento y la falta de alimentación le hacian mella en su salud mental, se transformó, la locura empezó a ser su fiel compañera. Su influencía era por momentos evidente, María hablaba en voz baja, en soliloquios que solo ella comprendía, la mecha de la locura estaba prendida y en ese fuego ella se estaba consumiendo.

Un día se decidió a salir a la calle, aquella no era la muchacha de apenas unos días, sucía, titubeante en el andar, con mirada extraviada...

Cuando volvio, sacó de una bolsa unas telas. Cortó, y cosió sin levantarse para nada, obsesionada con terminar la tarea. Cuando al fin terminó, la prenda que surgió parecía un disfraz de bruja.

Se aseó, busco un vestido en el armarío y cogiendo la bolsa donde había introducido ya la prenda hecha por ella, salió a la calle.


Sus pasos como los de un automata le condujeron a la puerta del teatro de la Opera.

Se paró en la puerta mezclada con las personas que curiosas miraban la entrada de los asistentes, estas comentaban cada una de las peculiaridades de lo que allí sucedía. De pronto un murmullo se extendió entre estas personas. Acababa de salir de un lujoso coche una joven bellisima vestida con un espectacular vestido color champan.


Al momento María reconocío su vestido. Un vertigo de rabía se unió a su locura. La visión de aquella muchacha subiendo la escalera nubló sus sentidos.


.-¡No podía ser, esto le estaba reservada a ella ¡ No lo permitiría !


Espero agazapada a que las personas que miraban curiosas fueran desapareciendo. Cuando ya se disponian a cerrar la puerta sacó del bolsillo una entrada y se introdujo en el teatro.


No fue la subida de la escalera como la que siempre soño.


Su ofuscación la izo perderse por los pasillos, sabía que en uno de los palcos preferentes estaría aquella mujer....daría con ella.


Bajo al patio de butacas y desde alli escruñidió uno por uno los palcos, por fin dió con el que buscaba. Allí se encontraba deslumbrante aquella mujer y ...¡estaba sola!.

Esperó a que las luces fueran apagadas y se deslizó buscando el palco.


En la puerta paró para que su su cabeza que palpitaba al unisono de su corazón se calmara, pero era más fuerte la ira que la embargaba. Todo lo despació que pudo abrio el bolso y de alli sacó un precioso cordon grueso de seda lo tomo entre su manos y empujó la puerta del palco y entró.

De espalda a ella y sin darse cuenta de su presencia, estaba la mujer que le había arrebatado su sueño y los sueños no se deben robar, los sueños corresponden a las personas que los tienen.


Entre sus manos el cordón de seda . Sin vacilar lo dejo caer hacía delante y rodeó la garganta de la mujer. Un ligero grito y el intento de ella por deshacerse de él. Se revolvió en el sillón llevando sus bellas manos al cuello, intentando quitarse aquello que le promosticaba la muerte, pataleo jadeó.... pero las bellas voces de los cantantes acompañados de la gran orquesta no dejo percatarse a nadie lo que allí pasaba.

Fueron unos pocos minutos, María solto y la muchacha cayo hacía un lado del sillón, flacida como una muñeca de trapo, parecida a aquella princesa de cuento que quedo dormida al morder la manzana. Rapidamente la despojó de su vestido y sacando el que ella había confeccionado, cuidadosamente la vistió con él.

Mientras en la escena Adalgisa y Norma se enfrentan en el celebre duo " Mira o Norma".


Maria antes de salir se volvio y contemplo a la muchacha con el vestido que ella había confeccionado- ¡estás verdaderamente horrible!.

Al fondo la opera siguía su curso, Norma cantaba "Casta Diva·.

María se paro un momento y dos lagrimas corrieron por su mejillas. No era asi como ella hubiera querido ir la primera vez a la opera.

Bajo las escaleras como siempre había pensado. ¡Con un delicado y bello vestido!.

domingo, 1 de noviembre de 2009

200 AÑOS DE UN GENIO


¿Deseas que te amen?

¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
eran objeto de elogio sin fin
y el amor... un sencillo deber

Edgar Allan Poe

Este año se cumplen doscientos años del nacimiento de este escritor, periodista, poeta, maestro del relato.
Nació en Boston en Enero 1809 y fue acogido por una familia adinerada llamada Allan ya que su padre los abandonó en 1810 y su madre murió a los 24 años.
En 1826 ingresa en la Universidad de Virginia con el propósito de estudiar lenguas. En ese tiempo se enemista definitivamente con su padrastro, es de suponer debido a las deudas de juego y es por entonces también cuando se le empieza a relaccionar con el alcohol.
En 1827 se traslada a Boston donde supervive con trabajos ocasionales. Incapaz de sobrevivir por si mismo se alista en el ejercito. En este mismo año publica su primer libro "Tamerlan y otros poemas"
El 28 de Febrero de 1929 fallece Frances Allan, la que considera su madre, su padrastro no se lo comunica y Poe no pudo acudir hasta el día siguiente al funeral
Al visitar su tumba no pudo resistir el dolor y cayó desmayado.
Su padrastro suavizado por la muerte de su esposa, accedió a ayudar a Poe a licenciarse del ejercito.
Quiso vivir de la escritura, los periodistas nunca cobraban a tiempo y se vio obligado a pedir y deber dinero a su empleadores y a pasar por momentos muy humillantes a causa de la escasez económica. En 1834 se casa con su prima Virginia, también en 1834 muere su padrastro sin dejarle nada en herencia, esta circunstancia le afecto en gran medida.
Distintos traslados de ciudades, de la familia, distintos trabajos alguno de ellos impropios de él.
Mientras tanto salían a la luz varios libros de poesía y ensayos aunque para conseguir subsistir se pasó a la prosa.
En Enero de 1842 su esposa Virginia, sufrió los primeros signos de la tuberculosis. Virginia murió el 30 de Enero de 1847.
Poe siguió el cortejo fúnebre envuelto en una capa que durante meses había servido de manta de la cama de Virginia. Cada vez más inestable su carácter y conducta errática presumiblemente debida al alcohol. Pese a su desvarío y delirio en este tiempo surgen varias obras de máxima importancia.
El 3 de Octubre de 1849 le encuentran en las calles de Baltimore en estado de delirio. Fue trasladado al hospital donde murió el 7 de Octubre. En ningún momento se supo como llegó a esta situación ni se supo el motivo de por qué llevaba ropas que no eran suyas.
Las causas de su muerte fueron "Congestión o inflamación cerebral" o sea taparon la verdad Alcoholismo .Las especulaciones sobre su muerte son la de Deirium Tremens.
Paradojicamente el albaceas de su obra literaria fue un ser despreciable que se dedico destruir su reputación después de su muerte.Tachandole de ser depravado, borracho, drogadicto perturbado. La única biografía durante mucho tiempo la escribió este critico, siendo por eso que a Poe se le conoció hasta ahora por lo escrito allí.
Siempre he leído y releído las poesías y relatos algunas veces con tensión otras con terror, pero siempre con admiración, confieso que no conozco toda su obra completa, ya que comprende prosa, poesía, ensayos, artículos periodisticos etc..pero todavía ahora me extremezco cuando leo cosas como estas.
·

"Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible:
"¡En verdad, ésta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada:
¡Estaba muerta!"

EL RETRATO OVAL.

martes, 27 de octubre de 2009

EL ESPEJO


Desde que Sandro vino a este mundo la suerte no le había acompañado.
Su madre hija de unos padres muy rigurosos, no habían aceptado su embarazo y al ser tarde ya para un aborto quisieron esconderlas de las posibles habladurías de la gente. Con este propósito alquilaron en una gran ciudad un pequeño apartamento y la recluyeron allí para que una vez diera a luz el bebé entregarlo en adopción.
Lo que no contaban sus abuelos era con que su hija no pensaba llevar allí una vida de monja. Nada más salir por la puerta ellos su madre ya estaba llamando a conocidos para dar y participar en fiestas.

Ella nunca se preocupo por el embarazo, jamás tomo precauciones de ninguna clase, bebió, fumó y se drogó. Aborrecía aquel intruso que llevaba en su seno, maldecía el día que quedo preñada y también odiaba al que la dejó así.

Todos los días se recogía cuando ya era bien entrado el día, borracha o drogada siempre acompañada por un hombre distinto. El poco dinero que le enviaban sus padres no duraba y su vida era un trapicheo de droga y prostitución.

Quizás la vida de Sandro hubiese sido otra si al nacer el destino dejara que fuera adoptado por una buena familia. Pero no, su madre se metió en un nuevo lio más y tuvo que dejar deprisa el apartamento. La policía la buscaba por pasar droga en un club donde trabajaba. Esta situación la hizo salir huyendo junto con el último novio.

Como eran personas marginales y el poco dinero que ella recibía de sus padres se acabó, las opciones para ellos eran pocas. Sandro estaba a punto de nacer y la pareja no sabía a donde acudir ya que posiblemente fueran arrestados.

En estas circunstancias fueron a parar a una vieja caravana abandona en medio de un paraje desértico. Allí Su madre dio a luz a Sandro sin ninguna clase de higiene ayudada por su novio.

La adopción no se pudo llevar a cabo era peligroso el intentar dejarse ver. Sandro quedó unido así a esa madre que le aborrecía.

La supervivencia de Sandro se puede considerar un milagro, su madre nunca tomó conciencia de que tenía un bebe su egoísmo junto con las drogas que consumía habitualmente la hundieron en la depravación y la maldad. El abandono de su hijo lejos de darle remordimientos le producía un cierto bienestar, no se atrevió a quitarle la vida al nacer, pero, no fue por escrúpulos, solo la contuvo el miedo de dar con sus huesos en la cárcel. Por ese motivo cada vez que le abandonaba esperaba que al volver él ya no estaría.
Sandro sobrevivió gracias a que en múltiples ocasiones algunos de los numerosos novios de su madre demostraron tener más corazón que ella. Pese a sus borracheras y drogadicción se preocuparon de vez en cuando de alimentarle con los restos de algunos alimentos olvidados y mohosos en los coches o furgonetas .

Sandro se crió en medio de la nada, solo, descuidado, con aquellas noches eternas de abandono, temblando de miedo por los sonidos inquietantes que sacudían la caravana, pasando un frio y calor extremo entre aquellas latas herrumbrosas que le servían de cobijo.
Allí carecía de todo, la suciedad era su compañera eterna, Su madre salía dejándole solo siempre. Al volver algunas veces traía algunos alimentos, poca cosa pan y algo de fiambre .Estos alimentos no eran para él solo cuando ella, borracha o drogada se dormía, entonces era cuando él, hambriento se abalanzaba sobre la sobras. Allí no se podía cocinar, no había luz ni agua. En ocasiones uno de los novios de su madre traía en su furgoneta un deposito de agua. La carencia era total, ni lavarse podía.

Esta forma de vida sin alimentación adecuada, sin una caricia, sin instrucción de ninguna clase habían hecho de Sandro un niño raquítico, con un ligero retraso mental, asustadizo de cualquier extraño ya que la única gente que conocía eran los numerosos novios de su madre y algunos le maltrataron, En muchas ocasiones tuvo que escuchar de esos hombres gritarle a su madre que se deshiciera de él. Sandro vivía con ese miedo, creía muy capaz a su madre de intentarlo, pero para ella él no era un problema, simplemente vivía su vida e ignoraba totalmente a Sandro, para ella no existía.

Un día su madre recogió en una maleta unas cuantas prendas y espero a que su novio llegara con la furgoneta, Sandro la miraba curioso pero ella no era de las que daban explicaciones.

Al poco el claxon de un coche hizo que su madre agarraba la maleta y saliera corriendo hacía la furgoneta, olvidando a Sandro en la caravana.

Se sentó junto al conductor y Sandro vio como cruzo unas breves palabras con él, abrió la puerta y grito-¡ Eh, ven aquí !. El corrió y se paró junto al coche, su madre furiosa le grito- ¡Venga bobo sube rápido..!

Sandro nunca había salido de los alrededores de la caravana, y tampoco había viajado en coche, Todo lo que veía le era nuevo y su instinto de animal encerrado le advertía de peligros escondidos tras el cristal del coche.

Los paisajes que se sucedían le asombraban y alarmaban, sentía miedo, ¿que iba a pasar? ¿a donde iban?. Se replegó en el asiento y dejo de mirar hacía afuera. Las sombras cambiantes de la noche y el sonido del viento sobre el coche le producían terror.

Después de largas horas de viaje por fin el coche paro frente a una gran casa aislada que dejaba ver por todas partes el paso del tiempo. Desde hacía mucho tiempo nadie se había preocupado de ella.

La pareja salió del coche y se pararon frente a la casa. Con ojos escrutadores miraron hacía allí y después con paso decidido avanzaron hasta la puerta.
Sandro como un perrito indefenso corrió tras la pareja y se pego a la sombra de su madre, mirando alrededor temeroso, el crujir de sus pasos sobre la grava del camino que conducía a la casa, inundaban su joven corazón de un fatal presentimiento.
Su madre sacó del bolso unas llaves y abrió la puerta que provoco un ruido que hizo temblar a Sandro, soltó una palabrota al intentar encender la luz y comprobar que estaba cortada. Su novio salió a la furgoneta y volvió con una linterna.

Con esa luz se desplazaron por diversas estancias, su madre conocía la casa, hablaba con el novio y le explicaba diversas peculiaridades de ellas.

A Sandro no le gustaba la casa. Siempre cerca de su madre guiándose por la pequeña luz de la linterna. Intuía que algo morboso, maligno se agazapaba en algún rincón y tuvo la certeza que esa maldad recaería sobre él.

-No se por cuanto la podré vender, hace años que murió mi madre y un año que murió mi padre. Lastima que no me haya enterado antes, ahora podríamos estar de vacaciones con el dinero de la venta.

Su madre no demostraba lastima por la perdida de sus padres, solo le interesaba el dinero que le podía reportar la venta de la casa.

Sandro quedó solo en esa gran casa desconocida, como quedaba en la caravana. Se quejaba pero su madre le ignoraba, solamente con despreció le tiraba la linterna y se marchaba.

Las salidas de su madre eran constantes y algunas veces venia acompañada de personas que se interesaban por la casa. Pero no era fácil venderla.

Sandro, venciendo sus fantásticos terrores con la sola ayuda de la linterna, se atrevió a subir al primer piso. La vieja escalera crujía bajo sus pies y ese sonido lúgubre acallaba el resto de sonidos inquietantes de aquella vieja casa. Llego a un amplio vestíbulo, de allí salía un largo pasillo con numerosas habitaciones. Enfocando la linterna a un lado y otro caminó, con el corazón encogido y sus latidos cada vez mas rápidos. Fue desplazándose por aquel pasillo con el temor de ser engullido por él, algo le impidió avanzar y se enredó en su cara y garganta, Sandro aterrado empezó a manotear intentando desembarazarse de aquella cosa fibrosa, pegajosa, que se adhería a él. Solo eran las enormes telarañas tejidas durante mucho tiempo.
Cuando pudo limpiar su cara y cuello, despacio intentó abrir una de las puertas. La madera podrida y encajada por el tiempo pasado sin abrirse se negaba, empujo con todas sus fuerzas y la puerta cedió con un sonido chirriante que enervo los ya sensibles nervios de Sandro Entró y la luz errante de la linterna le reveló una habitación muy antigua con una gran cama y unas extrañas cortinas negras. De repente la tenue luz de la linterna le dejo ver que no estaba solo. Allí frente a él se encontraba otra persona.

Acallando los latidos de su corazón y el pavor que le impulsaba a abandonar aquel lugar inmediatamente. Sandro enfocó nuevamente la linterna y allí seguía aquel desconocido.

Un sobresalto le hizo retroceder, y la linterna cayó. quedando por un momento toda la habitación a oscuras. Buscó angustiado la linterna, se agacho y arrastro por el suelo hasta dar con ella. Su respiración jadeante era lo único que se escuchaba allí.

-¿Quien eres?

-Nadie contestó.

-¿Eres amigo de mama?

El desconocido, de formas imprecisas por la la deformación de la luz de la linterna, no respondió a Sandro.

Sandro ya se disponía a bajar cuando alguien le llamo.

- Muchacho.. Muchacho.

Era el desconocido el que le llamaba. El ente del espejo atrapado en un mundo similar al nuestro pero donde nada es lo que parece.

-Te estaba esperando, estaba esperando a alguien que quisiera jugar conmigo.

.Pero yo no se a que podría jugar. Yo nunca he tenido amigos.

-No importa, hace mucho tiempo que espero que a esta casa venga un niño tu pasa hacía aquí y yo me pondré en tu lugar.... así empezaremos.
La figura del espejo solo tenia un deseo. Ese niño tenia que traspasar el portal que comunicaba con el y con el más allá. Eso sería su libertad.

La conversación fue interrumpida, por la llamada furiosa de su madre, acababa de llegar y necesitaba la linterna.

Sandro, bajo corriendo, dio la linterna a su madre y empezó a explicar lo que le había acontecido.

-Mama, en la habitación de arriba hay un extraño.

-¿Que dices bobo? ahí no hay nadie.

-Sí, mama yo lo he visto es aproximadamente de mi altura.

-¡Imbécil! tu lo que has visto es tu figura en el gran espejo de la habitación oscura.

-¿En el espejo? ¿Qué es un espejo?

-Pobre tonto, como nunca has salido de la caravana nunca te has visto en un espejo. Un espejo refleja nuestra figura o las cosas que queden enfrentadas a el.

-Mama, no puede ser él me ha hablado.

Su madre dio por terminada la conversación y dirigiéndose a su novio le dijo.

-Mañana iremos a formalizar la venta, no es una suma muy grande, pero todas la personas que han visto la casa han dicho que necesita una gran reforma y que no vale más.

Otra vez Sandro, subiendo las viejas escaleras. Llegó al vestíbulo y resueltamente enfocó la linterna para llegar hasta la habitación. Una vez entró se enfrentó al espejo como lo hizo la primera vez. Otra vez aquella figura a la que no podía distinguir bien por la raquítica luz que salía de la linterna. Observo curioso ¿ese era él?. Un muchacho desgreñado, con largas piernas tan delgadas como filamentos, su espalda encorvada y con una cara delgada con cierto rictus de imbecilidad. Se acerco más al espejo, esperando volver a ver al desconocido. Pero su madre le había dicho que esa figura era él.

Pero otra vez el extraño del espejo apareció allí.

-¿Vienes a jugar conmigo? todo el tiempo que llevo aquí, mi deseo mas ardiente era que algún niño viniese. Su sonrisa y ojos reflejaban maldad.

Llevaba mucho tiempo tras ese espejo. En esta ocasión dejaría para siempre el terrible encierro. Para eso era necesario que Sandro aceptara.

-Bueno, yo nunca he tenido un amigo, juguemos...

-Bien, empecemos, los dos al tiempo, deja la linterna ahí. Pon tus manos sobre el espejo y yo pondré las mías.

Así lo hizo el ingenuo Sandro lo que aprovecho el extraño para tirar de él y hacerle penetrar tras el espejo. Sandro, se volteó y ya el desconocido no estaba. No veía nada, palpo a su alrededor y solo noto un hedor insoportable y un intenso frío, lucho por salir pero una pared lisa y fría, se lo impedía. Araño, pateo, golpeo. Sus gritos y alaridos nadie los podía oír . Su lamento mas triste y desgarrador era llamar.. ¡Madre.... Madree!.
Quedo atrapado dentro del espejo. Nadie vendría a salvarlo.

La madre de Sandro y su novio ya estaban llevando el equipaje al coche. Perpetuamente malhumorada con él le dirigió una mirada y le cogió la linterna.

-Venga, ¿de donde vienes? date prisa o te dejare aquí ¡estúpido!. Sube al coche.


Pobre Sandro, su madre en su desprecio, no se percató de que no era él. ella nunca se había fijado con cariño en su hijo, jamás lo había mirado a la cara o lo había acariciado. Para ella cualquiera podía ser Sandro.

Este desapego y crueldad con su hijo pronto se volvería contra ella. Su vida se abocaba a una espiral de terror y maldad que empezaría a sufrir. Acababa de introducir en su vida al ¡MALIGNO!

martes, 20 de octubre de 2009

LUCÍA




Lucía era una muchacha muy bonita, su pelo largo y rojo, su sonrisa iluminando siempre su rostro, sus labios rojos y carnosos, y sus ojos pícaros de un color azul intenso, que brillaban especialmente cada vez que Lauro estaba cerca de ella.
Había nacido en una pobre y olvidada aldea, en una comarca aislada de su entorno, paradigma del atraso rural, de gente analfabeta, con enfermedades congénitas debido a los matrimonios entre familiares. Gente sin recursos que malvivían con lo poco que podían arrancarle a la tierra, una tierra pobre que se negaba a proveer a los que dejaban su vida en cultivarla.

Lucía era la mayor de cinco hermanos y contra toda lógica, era bonita y proporcionada ya que todos sus hermanos habían nacido con diversas taras. Sus padres eran primos ( como todos en aquella aldea) y también padecían males propios de la endogamia de aquel desgraciado y recóndito lugar con una situación de atraso de siglos. Allí nadie sabía con cuantos años contaba, ya que para ellos no era nada importante, cuando apenas se mantenían en pie ya tenían que trabajar, bien en las tareas del campo, transportar agua desde una única y lejana fuente o cuidar a los hermanos pequeños o la casa. Los días unos iguales a otros, trabajar, trabajar, y esperar al final del día una sopa donde flotaba un pedazo de nabo o de cualquier otra cosa que hubieran podido arrancar a esa tierra muerta.

Por eso un día Lucía se asustó, la aldea estaba revuelta, nadie acudió a los campos y un par de forasteros montados en preciosos caballos gritaban a los aldeanos. Al momento a las puertas de las ruinosas cabañas los padres mandaron alinearse a sus hijas. Allí esperaron.

Los dos hombres a caballo hablaban entre si, miraban a las niñas como si fueran mercancía que fueran a comprar y alargando la mano escogían. Lucía fue una de las escogidas. Sus padres la habían vendido para sirvienta en la ciudad en casa de ricos señores. Apenas contaba con diez años.

A las afueras de la aldea esperaba un carromato de los que transportaban pienso para el ganado donde fueron a parar las niñas escogidas. Ellas desconocían hacía donde se dirigían y la separación de lo que conocían las sumió en sentidos y profundos sollozos. El camino fue largo, dos jornadas le llevo el llegar al destino, en esos dos días las niñas cada vez mas temerosas empezaron a enfermar. Cuando el carromato paró en la puerta trasera de una gran casa, algunas de las niñas le fue imposible ponerse en pie, estaban extenuadas, hambrientas, temerosas. Por esa puerta salió una oronda y malhumorada mujer que gritando llamo a otras dos mujeres y les conminó a llevar a las niñas a un pozo que se encontraba en medio del patio. Allí las hicieron despojarse de los harapos que le servían de ropa, y lavarse por que el hedor que despedían era insoportable. Muertas de frio y desnudas sacaron ellas mismas el agua del pozo y allí mismo lavaron sus pequeños y torturados cuerpos. Algunas les fue imposible. Aunque acostumbradas a trabajar, el tortuoso camino y la fragilidad de sus cuerpo no resistían mas. Lucía ayudo a lavar estas pequeñas que se rendían ante tanto infortunio.
Las mujeres le acercaron un montón de trapos para que se vistiesen y las dirigieron a una choza donde guardaban la paja de alimento de las caballerías y allí las dejaron. Mas tarde las trajeron un tazón de sopa con pequeños pedazos de carne y un mendrugo de pan. Cuando Lucía terminó acudió en ayuda de algunas que ni tan siquiera podían alimentarse. La noche paso rápidamente, después de los días en el carromato, los dolores del cuerpos eran insoportables pero el cansancio era tan grande que el sueño vino enseguida.

A la mañana siguiente vinieron a por ellas y las hicieron esperar en el patio. Un hombre vestido como servidor de una gran casa las fue repasando y al llegar a ella, paró y la señaló. Al momento una de las mujeres tiro de ella la metió en la casa y le acerco un modesto vestido de tela basta.
El hombre que la había escogido con un ademán le mostró un pequeño carruaje. Nunca volvería a ver a las demás niñas. Después de un largo recorrido el carruaje paró en un gran patio donde un grupo de personas se afanaban en preparar grandes cantidades de manjares que Lucía jamas había visto. El sirviente hablo con una mujer y señaló a Lucía, después volvió a subir al carruaje y se dirigió a un lugar donde ya había otros, dejándolo allí. La mujer se acercó a Lucía la miro con ojos escrutadores y encogiendo los hombros y suspirando. dio media vuelta y siguió dando ordenes a todos los que trabajaban.

Una niña poco mayor que ella se acercó y cogiéndola de la mano tiro de ella y la introdujo dentro de la casa. La cocina rebosaba de personas cocinando en los pucheros y cortando y preparando toda clase de aves y pescados. La niña la hizo sortear todas estas personas que allí se encontraban y por unas escaleras bajaron hasta una habitación. Al entrar Lucía no pudo vislumbrar nada. Cuando sus ojos se acostumbraron a esa oscuridad, ya que no tenía ventana. La mostró un jergón y desapareció. Al poco apareció con una tajada de pan y un pedazo de queso.

-¿Como te llamas?

-Lucía -

Yo soy Nora, no te preocupes, nunca veras a los señores y seguro que de momento solo te mandaran a por agua o ayudar a encender el fuego o cosas sencillas. Mas adelante ya iras ayudando con trabajos con mas responsabilidad. Lucía, trataba de entender lo que le decía Nora pero toda su atención la tenia en el agradable sabor del queso ya que ella nunca lo había comido.

Lo años fueron pasando para Lucía, en esta casa y pese a la dureza del trabajo, las horas interminables arrodillada en el suelo intentando limpiar las manchas de lodo, excrementos y toda clase de manchas, fueron mucho mejores para ella que los transcurridos en la aldea.


Los amos vendieron la casa y el número de sirvientes fue decreciendo, Lucía fue de las que los nuevos dueños decidieron quedarse.

Los nuevos amos eran gente estrafalaria, ya en la casa no había la rigidez de antes, la nueva señora vestía lindos vestidos de última moda y su risa se podía escuchar por cualquier lugar de la casa o de los extensos jardines. Sus amigos la llenaban entrando y saliendo a cualquier hora del día, el trabajo nunca faltaba, pero a Lucía eso no le importaba, el trasiego de gente elegante y divertida, la música que no paraba de salir de un extraño aparato, la reuniones en cualquier rincón, todo era nuevo para ella. Algunas noches cuando cansada, se tumbaba en la cama antes de dormir soñaba despierta con ser ella alguna de las lindas muchachas que alegres, elegantes y divertidas se movía con toda familiaridad por la casa.


La señora en algunas ocasiones bajaba a la cocina y se sentaba a la mesa tomando un té mientras escuchaba las historias de algunos de los criados. Siempre se mostraba gentil y amable con ellos .Les agradecía como llevaban la casa y por ese motivo repartía pequeñas cantidades de dinero. Por Lucía sentía un gran aprecio, como ya era una linda muchacha , mando comprar un bonito uniforme con encajes y la nombró su doncella.


Los sirvientes rumoreaban escandalizados sobre la situación de los amos, decían que no estaban casados y que era un escándalo. Pero debido al gran aprecio que sentían por la señora pronto se acallaron los rumores. La vida en la casa se volvió muy agradable. Nunca antes Lucía se había encontrado tan bien pisando esos salones, preparando el baño o la ropa de su señora, ayudandola a vestirse o sintiendo su ligero y agradable perfume. Nunca antes su manos habían tocado tantas cosas bellas.

El señor marcho y ya nunca se volvió a saber ni hablar de él. La señora no pareció muy afectada y siguió con su vida de entradas y salidas, con jóvenes y bellos muchachos.


Un día un sonido llamo su atención, se asomó por una ventana y vio venir por el camino que llevaba a la casa un coche a motor. La señora adelantada a sus tiempos había dejado los carruajes de caballos y compró un coche descapotable al que pronto todos empezaron a llamar Bugatti. El coche no venia solo, el conductor un guapo mozo llamado Lauro paso a estar siempre limpiando y cuidando el coche, siempre esperando las ordenes de la señora.
A Lucía le gustaba Lauro, procuraba pasar cuantas veces podía cerca de él y las miradas que se cruzaban eran significativas del aprecio mutuo de los dos jóvenes. Paso el tiempo, Lucía ya había cumplido 18 años y algunas veces en la pequeña habitación que le había asignado la señora cerca de ellas sus sueños ahora eran con ser algún día la propietaria de todas las cosas bellas de la casa.

La señora era bella de una belleza irreal, se deslizaba por la casa como si flotara , a su paso un aroma perfuma todo cuanto estaba a su alrededor, su elegancia transcendía a todas las cosas, sus vestidos siempre a la última moda eran extremadamente refinados de telas nunca vistas antes, traídas de lejanos y extraños países, su tacto era fino, suave, delicado y los solía adornar con preciosos complementos. Lucía pasaba horas contemplando aquellas hermosas prendas las lavaba cuidadosamente, las planchaba y doblaba con primor y las acariciaba para sentir el tacto agradable de aquellas delicadas telas.

La casa estaba revuelta la señora marchaba a un crucero por los mares del Caribe y todos los sirvientes estaban volcados en preparar que todo estuviera a punto. Las compras de ropas y valijas se habían intensificado y la señora junto con Lucía iba disponiendo las cosas que necesitaría en su viaje, Más de veinte grandes baúles y maletas se fueron acumulando en el vestíbulo de la casa. Todas y cada de una de las cosas que portaban esas maletas las había preparado Lucía con todo mimo, las sedas, gasas, shantung, lanas. Para ella no había trabajo mas maravilloso.

La señora despidió al personal y en la casa solo dejó a Lucía y Lauro, tenía plena confianza en ellos y deseaba que Lucía se cuidara de su vestuario y de la casa y Lauro tuviera siempre a punto su precio coche Bugatti y el jardín.

Lucía estaba exultante, delante del espejo se cepillaba su largo cabello, se probaba deliciosos vestidos del armarío de su señora. Se encontraba bellísima. Dudó entre varios y al fin escogió uno de delicada organza en color lavanda. Se recogió el pelo en lo alto de su cabeza y escogió un prendedor de pelo con figura de una pequeña libélula de amatistas. Estas joyas al ser de escaso valor la señora nunca las guardaba. Del tocador escogió un hermoso frasco labrado y destapándolo, con el tapón, impregnó los dos lados de su cuello .

Bajó por las escaleras intentando imitar la forma tan elegante de andar de su señora. Al llegar al salón, se asustó allí estaba Lauro. Él la miraba extasiado como si la viera por primera vez. Los dos se miraron y rieron a carcajadas.

-Lucía era la mujer mas bella que nunca he visto.

-Lauro, es por las ropas de la señora..

-No, siempre; desde el primer día que te vi pienso solo en ti, no necesitas esas ropas para parecerlo.

A Lucía le subió el rubor a sus mejillas.


-Lucía, ven conmigo- y diciendo esto la agarro de la mano y tiro de ella- Salieron al jardín y Lauro la hizo un ademán para que espera allí y corrió hasta donde estaba aparcado el coche.

Al momento ya estaban Lauro y el coche junto a Lucía.

- Esta elegante señora merece un delicioso paseo donde lucir su explendida belleza.

Los dos jóvenes rieron y Lucía después de dudar un segundo abrió la puerta del coche y se sentó junto a Lauro. Ya Lauro se disponía a poner en marcha el potente coche cuando Lucía le dijo - Espera ya vuelvo-

Corrió escaleras arriba, se había acordado que su señora nunca salía en el coche sin ponerse un foulard al cuello. Sabía donde buscar, enseguida encontró lo que quería, un precioso foulard de seda larguísimo. Frente al espejo lo puso en su cuello dando dos vueltas sobre él dejando colgando a los dos lados de sus hombros por la espalda el resto de aquel precioso complemento. Bajó las escaleras como lo hubiera hecho una reina y de un pequeño salto, se sentó junto a Lauro, alegre, hermosa, llena de vida. Se miraron los dos jóvenes y riendo Lauro arrancó y aceleró el coche.


El hermoso foulard de Lucía al viento, vaporoso como una mariposa de bellos colores, floto en el aire y el infortunio hizo que se enredara en los radios de las ruedas del potente coche. El bello cuello de la muchacha fue oprimido tan fuerte como si el liviano foulard se hubiera convertido en unas garras malignas de fuerza sobrenaturales.

El cuello de Lucía fue brutalmente desplazado hacía atrás y cercenado. Un terrible crujido desplazó a las risas de Lucía.

martes, 13 de octubre de 2009

LLAMA EL TELEFONO



El amanecer parecía no pronosticar nada bueno. El sol no apareció en el horizonte y la niebla y la oscuridad se hicieron dueñas de toda la ciudad. Aquella densa niebla pesaba sobre el animo de las personas y les hacia moverse con gran lentitud, como si estuvieran luchando con un enemigo casi invisible, sus figuras borrosas parecían flotar y ser engullidas por un vaho gris.



El lugar tenia algo de siniestro, embutido en una escarpada ladera , solitario, entre altas montañas de piedra negra y vegetación rala e inquietante. Allí el tiempo parecía no transcurrir, era un sitio donde las piedras de las casas rezumaban siempre un liquido verdoso. La gran humedad producía que fueran invadidas de un moho que le daban un aspecto lúgubre y enfermizo. Los pavimentos de las calles de las misma piedra de las montañas, unido a las vetustas casas desconchadas y a punto de caer se fundían con las montañas.



Los pocos viajeros que se aventuraban a desafiar las endiabladas e interminables revueltas para subir allí, quedaban impresionados por la tremenda huella del paso del tiempo y el clima de aquel lugar. Todos procuraban estar el menor tiempo posible y lo abandonaban con alivio; como un alma torturada abandona el purgatorio camino del cielo.



Sara era desgraciada allí, hacía poco tiempo que su marido trabajaba para el gobierno y un trabajo como ingeniero le llevo hasta aquellas montañas. Se proponían levantar la mayor torre de comunicaciones del país, era de vital estrategia para mejorar todas las comunicaciones, tanto civiles como militares. Este trabajo era una gran ocasión para su marido. Pero este trabajo también hacía que él nunca estuviera con ella.

La torre se construía mucho mas arriba, en la cima de la mas alta y negra montaña. Allí se construyeron unos pabellones donde todos los que trabajaban vivían durante la semana. El camino era peligroso, estrecho, tortuoso, resbaladizo. La oscuridad persistente , la niebla y la humedad hacían que se procurara transitarlo lo menos posible. Ya habían ocurrido varios accidente con los camiones que suministraban los materiales y se trataba de reducirlos.

Sara se sentía sola en aquella casa donde nada funcionaba, las tuberías sonando siempre con ruidos que muchas veces podían confundirse con alaridos de personas que habían quedado atrapadas para siempre entre esas paredes, siempre húmedas y sucias, las puertas y ventanas mal encajadas ,dejando entrar ráfagas de viento helado y crujiendo con sonidos que le producían un temor intenso. Un fin de semana su marido tardo un poco mas de lo habitual, pero llego muy contento y con mucho misterio sacó un pequeño paquete de su bolsillo y se lo puso a Sara en sus manos. -¿Que es? -Algo que te va hacer feliz, un teléfono móvil, hemos terminado la primera fase y desde ahora ya los teléfonos móviles funcionaran aquí. Hoy en los suministros han venido varios y he pensado que para que no te encuentres tan sola con este podrás hablar conmigo cada vez que quieras. Los he programado para que la marcación sea automática, solo das a este botón y... ¡ Ya esta! Sara se abrazó a él y sintió un gran alivio ¿Dios mío! por fin lo tendré mas cerca de mí.

Las conversaciones entre Sara y su marido se hicieron habituales, siempre tenia el teléfono cerca de ella y el sonido de su llamada le hacía por un momento sentirse feliz. Cada día llevaba peor el estar en esa casa, en ese lugar. Sentía emociones que le daban miedo, los ruidos, los cambios de temperatura, estaban socavándola emocionalmente, sentía que de no marchar pronto de allí quizás podría llegar a perder el juicio.

Algunas veces atemorizada se acurrucaba en un rincón y las lágrimas y sollozos aliviaban por un momento la gran angustia que le embargaba.

Las llamadas a su marido cada vez eran mas frecuentes y apremiantes. El la intentaba calmar. La hablaba de su gran amor por ella y que pronto las obras acabarían y marcharían a un lugar donde el sol les envolviera en su calidez, donde las casa fueran blancas y de colores alegres, donde el cielo de un azul intenso se confundiera con el azul del mar, donde las buganvillas, las madreselvas, las glicinas, los nardos....todo se uniera para ser un paraíso diseñado exclusivamente para ellos.

Esperar el sonido del teléfono era obsesión para Sara, solo eso era importante para ella.
Aquel día era especialmente horrible una tormenta de nieve azotaba el lugar. El viento se metía por los resquicios de puertas y ventanas, empujándolas con gran fuerza como si un gran gigante quisiera traspasarlas. Sara se acurruco en un rincón y con sus manos se tapó los oídos intentando no escuchar.
Esperó la llamada del teléfono, pero no llego...
Desesperada llamo ella ,nada. Nadie contestó. Volvió a llamar... tampoco esta vez hubo contestación.
La casa parecía tener vida propia, podía sentir sus latidos. Su cuerpo latía también al unisono.
Unos golpes muy fuertes en la puerta la hicieron reaccionar, no, no era el viento, en la puerta había alguien. Asustada se pegó aun mas a la pared, su cuerpo temblaba compulsivamente.
Nuevamente los golpes en la puerta y una voz que la llamaba por su nombre.
Al fin tuvo las fuerzas suficientes para acercarse a la puerta y sin abrirla pregunto-¿Quien es?-
Alguien desde fuera le contesto...solo entendió algunas terribles palabras, marido... accidente.
Cuando recobró el conocimiento en la casa estaban varios compañeros de su marido.
El accidente ocurrió en la última curva llegando al pueblo. Su marido había muerto.
Sara perdió su equilibrio emocional, estaba ausente y no pudo hacerse cargo en ningún momento de todos las gestiones de el entierro.
Un compañero de su marido le dijo algo de que debido a la gran ventisca de viento y nieve estaban incomunicados y que debían enterrar provisionalmente a su marido allí. Mas adelante cuando las condiciones del tiempo variaran dejarían de estar incomunicados y lo trasladaría a su sepultura definitiva.
Sara dejo hacer, nada le interesaba, todo le daba igual.
-Sara, si quiere despedirse vamos a cerrar el ataúd.
La ayudaron a levantarse y casi en volandas la transportaron hasta donde yacía su marido. Sus ojos se nublaron y rota de dolor se abalanzó sobre el cuerpo inerte de él. Lo abrazó y besó y fue muy difícil separarla de allí. Cuando lo consiguieron Sara reparó en el teléfono de su marido que tanto les había unido. Con un gesto de pena infinita cogió el teléfono y lo introdujo dentro del ataúd.
Dos dias pasaron y la nieve seguía imposibilitando el traslado del cadáver. Sara ya ni tan siquiera se levantaba de la cama, solo quería salir de allí y llevarse a su marido. Por nada del mundo lo dejaría en aquel lugar. Solo eso la mantenía viva.

Desde la muerte de él nunca su teléfono había vuelto a sonar. Nadie mas que él conocía el número, por eso cuando Sara escuchó el sonido de un teléfono quedo atónita, lo primero que le pasó por su cabeza fue que alguien se lo había dejado allí durante el velatorio.

Pero el sonido paraba y unos segundo después volvía a sonar.

Como una sonámbula se dirigió siguiendo el sonido por las estancias de la casa. La casa estaba oscura y fría, Sara vivía en una perpetua oscuridad, y el frió y la humedad eran los dueños de cada rincón de la casa.

El sonido paro. Sara no obstante siguió buscando el teléfono, su cabeza y corazón pulsaban al mismo tiempo con un dolor extremo. Otra vez el sonido, Sara esta vez pudo ver la luz del teléfono encenderse al dar la llamada. Extendió la mano y temblando lo cogió....en la pantalla podía ver el nombre de su marido.
-¡No puede ser!

El teléfono seguía llamando.Siempre en la pantalla el nombre de su marido.
Sara descolgó y ansiosamente dijo ¿ eres tú? Nada, solo un ruido, como si algo o alguien se arrastrara .
Cayó como fulminada por un rayo, su corazón no pudo más. Se rindió
Cuando dos empleados compañeros de su marido pudieron entrar después de echar abajo la puerta. A Sara, la encontraron muerta con el teléfono en la mano.
-Pobre mujer, Quizas ha sido mejor que no llegara a saber que esta noche unas alimañas han removido la tumba de su marido y el cadaver ha estado rodando por la montaña.

LA AUTORA

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